viernes, 20 de agosto de 2010

"EL TAMUNANGUE".

ICENTIDAD Y TRADICION
"EL TAMUNANGUE".

En el mes de Junio se efectúan importantes manifestaciones de la cultura tradicional venezolana, esto en virtud de ser Junio el mes en que se produce el solsticio de verano, ciclo astrológico que desde tiempos inmemoriales motivó en el hombre la realización de diversos rituales.

Se puede decir que todo comenzó cuando nuestros antepasados primitivos, al observar las estrellas, se dieron cuenta que en determinada época del año el Sol se movía desde el Trópico de Cáncer, hasta el trópico de Capricornio (a estos días se les llamó solsticios de verano y de invierno). El nombre de solsticio, deriva del latín que significa "Sol quieto" o "Sol detenido", en el día del equinoccio el Sol llega a su punto más alto con respecto al Ecuador y es cuando los rayos solares caen perpendicularmente sobre el Trópico de Cáncer, esto sucede en el mes de Junio, denominándose solsticio de verano.

Nuestros antepasados creían que después del solsticio de verano, el sol no volvería a su esplendor total, ya que los días eran cada vez más cortos, por esa razón, hacían fogatas y ritos con fuego para que la luz reinara sobre las tinieblas, a menudo bailaban y saltaban alrededor del fuego para purificarse y protegerse de las influencias demoníacas, además de creer que con estos rituales el sol se fortalecería de nuevo, de esta forma simbolizaban el poder del sol y lo ayudaban a renovar su energía.

En la mitología griega a los solsticios se les llama “puertas de hombres y de dioses”, la “puerta de los hombres”, según estas creencias helénicas, corresponde al solsticio de verano en el mes de Junio, a diferencia de “la puerta de los dioses” que corresponde al solsticio de invierno en el mes de Diciembre. Es por ello que los hombres y los dioses se disponían a celebrar fiestas, cargadas de gran poder y de magia.

En la “puerta de los hombres” los antiguos griegos daban gracias al sol, encendiendo hogueras y haciendo rituales, buscando la bendición de las tierras y sus frutos, así como buenos augurios para los enamorados y fertilidad para las mujeres, ya que podían disponer de más horas para cumplir con sus tareas y entregarse a la diversión.

Esta tradición ha perdurado a lo largo del tiempo y de la historia, y sin tener mayores explicaciones se ha venido practicando desde la antigüedad en todo lo ancho de nuestra hermosa Pachamama, es por ello que también encontramos en nuestros pueblos de América rituales muy parecidos, por ejemplo: En México, los aztecas estaban dedicados al sol y cooperaban con el en la “renovación de los fuegos”. Por su parte los Incas del Perú festejaban, el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol) en la impresionante explanada de Sacsahuamán, muy cerca del Cuzco. Justo en el momento de la salida del astro rey, el inca elevaba los brazos y exclamaba: “¡Oh, mi Sol! ¡Oh, mi Sol! Envíanos tu calor, que el frío desaparezca. ¡Oh, mi Sol!”. En lo que hoy se conoce como Venezuela, la familia arawak era gobernada por su líder “Shaman”, quien era el jefe de los ejércitos y guía espiritual, además de buen hombre, el nombre Shaman significa Hombre-Dios-Medicina, este antiguo jefe guerrero centraba sus sabidurías en torno al Sol, a quien consideraba su padre, y adoraba en exquisito altar.

La presencia en El Tamunangue de elementos chamánicos, revela su carácter armónico, en virtud de que lo social, lo religioso y lo curativo están íntimamente vinculados y convergen en una especie de eje del mundo (axis mundi), ese eje de convergencia y complementariedad, crea un circuito que integra lo físico y lo espiritual, permitiendo la aparición de realidades imaginables atribuidas al comienzo de los tiempos, y que año tras año son repetidas a través de rituales paganos.

Con el transcurso de los siglos, específicamente a partir de la edad media, el cristianismo le da un significado propio a estos rituales paganos, para irlos transformando y sacralizando en festividades religiosas a fin de atraer al pueblo hacia el nuevo credo, para hoy en día se consideran estas fiestas santas y sagradas, es así como bajo la devoción de los santos del mes de junio, subyacen prácticas que se remontan a los inicios de la civilización.

Se ha discutido mucho el origen del Tamunangue, y se puede decir sin duda que esta tradición está ligada a la religión popular católica, por eso cuando hoy se habla de San Antonio, no se habla de aquel sacerdote franciscano de nombre Fernando de Bulhoes que nació en Lisboa, Portugal el 15 de Agosto de 1195, y murió en Padua, Italia el 13 de Junio de 1231, como lo impone la iglesia, mas bien se habla de aquel que toma muchas formas a la vez, como la de lluvia, viento, tambor, hombre y niño, blanco y negro, noviero, batallero y tamunanguero en fin es la típica representación del pueblo, o sea se habla de San Antonio “El Batallero de Lara".

Cuando el espiral del tiempo, inicia un nuevo circuito, cerrando un año más sobre los techos de las casas y sobre los sombreros y hombros de los habitantes de Lara, entonces se vuelven a escuchar los compases de “La Batalla" género musical de la cultura popular conocida como El Tamunangue que anuncia la llegada de San Antonio “El Batallero de Lara". Aquel que según documentación etnográfica, llegó a Venezuela, en el siglo XVI, en uno de esos galeones de guerra con africanos traídos a la fuerza, y que permaneció con “su tambor" en esos campos junto a los negros de las plantaciones, para tratar de hacer mas llevadera la vida de esos hombres destinados a la esclavitud.

Este fraile capuchino según señala la tradición oral, iba con su tambor recorriendo montañas y valles de Lara, para evangelizar a los Agayones y Jirajaras. El representó en las voces de su tambor, aquellas otras voces que antes fueron del viento, del trueno y otros dioses prehispánicos, por lo que se quedó habitando para siempre en el alma de la gente de estas tierras como una voz y un lamento, una alegría y un sueño; llamado Tamunangue o Son de Negros. Cuenta una leyenda que el Maculele y el Kalinda realizaban rituales de palos acompañados del son de los tambores, asemejando una batalla de garrotes entre dos hombres, y que el fraile Antonio se emocionaba tanto con este ritual que el mismo tocaba el tamunango, con este relato entre otros el pueblo de Lara justifica la integración de la batalla al Tamunangue.

El Tamunangue es el baile que se realiza después de la bendición del pan, en la fiesta de San Antonio en el estado Lara cada 13 de junio, sin embargo puede llevarse a cabo cualquier otro día del año para cumplir las promesas de algún devoto. Explica el maestro de música Luís Felipe Ramón Y Rivera que la palabra tamunangue deriva del nombre que se le da al tambor que se utiliza en la interpretación de los cantos característicos de esta tradición, “el tamunango”. Este ritual combina la música con el baile y el fervor religioso, también se efectúa el mismo para pagar promesas relacionadas con la salud, la bonanza económica y la recuperación de objetos perdidos, por esta razón, se inicia con una misa al santo. A esta manifestación folklórica también se le conoce como baile de negros o son de negros.

El conjunto musical se conforma básicamente con instrumentos tales como: el tiple, el cuatro, el cinco (conocido también como quinto o lira), el tambor tamunango (Una especie de cumaco de un solo parche clavado) y las maracas, la cantidad de instrumentos varía de acuerdo con el tamaño del conjunto musical, llegando a veces a duplicarse, en ocasiones se incorporan instrumentos de cuerdas dobles, los cuales son variantes de los señalados anteriormente. Vale comentar que esta estructura musical es producto de la integración de distintas expresiones culturales, es decir, las maracas son de origen autóctono ancestral, los cordófonos o instrumentos de cuerdas como el cuatro, son de procedencia hispana y los membranófonos o tambores como el tamunango son de ascendencia africana.

En cuanto a la indumentaria no existe un traje específico, en algunas ocasiones los promesantes se visten con sus mejores galas, las mujeres llevan faldas largas y blusas de faralaos escotadas hasta los hombros, flores en el cabello y alpargatas, por su parte los hombres van con liquiliqui, pañuelo al cuello, sombrero de cogollo y botines de cuero. No hay una coreografía establecida para las parejas, y los movimientos más comunes son giros y vueltas acompañados con galanteos y persecuciones entre uno y otro. Esta expresión cultural fusiona el compás nativo con el africano y el europeo, con cantos en metáforas las cuales van uniendo las ocho danzas típicas de esta tradición.

Un artículo sobre el tamunangue publicado en la página oficial de FUNDEF, explica que los cantos típicos de esta expresión reúnen "elementos de poesía castiza o típica con coplas de contenido venezolano, cortadas por estribillos largos o cortos donde, en ocasiones, figuran expresiones tales como gritos o formas en registro de falsete, las cuales se presume podrían ser de procedencia africana."

Al tamunangue le precede un velorio al santo, con cantos bíblicos: salves, décimas, amables, rondeamantes, gozos, etc. Y por supuesto el rosario. Para estos casos los promesantes contratan a músicos expertos en cantos de velorios, el 12 por la noche, frente a un altar adornado y con la imagen de San Antonio, que interpretan los cantos con cuatros, requintos, cincos, medio cincos, pandero y violines. Los cantos son a dúos y siempre hay un capitán que se encarga de dirigir y darle letra a los demás músicos.

Para el día 13, desde tempranas horas, se reúnen músicos y bailadores, los músicos se van acomodando y buscan su dúo, el cumaco se ejecuta en el hombro y en cuanto a la percusión, de eso se encargan los batalleros con sus palos o garrotes. Mientras van en procesión al son de la batalla, llegan a la iglesia, realizan una misa en honor a San Antonio y luego sacan al Santo de la iglesia, es una fiesta colectiva y muchas personas pagan promesas ese día.

Esta expresión popular consta de ocho danzas o sones conocidos con los nombres de: la batalla, la bella, la juruminga, el chichivamos o yiyivamos, el poco a poco, la perrendenga, el galerón y el seis por ocho o seis figuriao, cada uno de estos cantos y bailes son precedidos por la Salve y La Batalla, la cual se ejecuta durante la procesión. Los Coros de los Sones son los siguientes: En la Batalla “adorar, adorar, adorar a mi padre San Antonio”, En el Yiyivamos “Oé bangüe”, En la Juruminga “tumbirá”, En el Poco a Poco “Oá sí”, En la Perrendenga “Tomé ay to”. En los descansos eventuales, cantan golpes larenses y se dirigen a distintos lugares, finalmente los participantes regresan el Santo a la Iglesia, le cantan una Salve y le rezan un Rosario.

LA BATALLA: Esta pieza inicia propiamente el tamunangue y se ejecuta a lo largo de la procesión del santo. Durante su interpretación un dúo de hombres simulan una pelea a garrote. Los cantos de la batalla constan de una serie de coplas, cuartetas y octosílabas, con rima del segundo y cuarto verso. El número de estrofas es indefinido y su contenido suele aludir al santo o describir la ejecución instrumental. La música se inicia con una introducción instrumental y es interpretada por un dúo de cantores.

LA BELLA: Una vez culminada la procesión del santo, la imagen de éste es colocada sobre un altar frente al templo. En este momento se inicia el baile del Tamunangue con el son conocido como la bella. Se cantan estrofas seguidas de un estribillo, en el que se repite la frase: "Bella, Bella!". La música se inicia con una introducción instrumental, seguida de la entonación de dos coplas y un coro. El baile de la bella se efectúa por turnos, para designar a la siguiente pareja se le entrega a la mujer una vara. Esta danza consta de giros con persecución de la mujer.

EL CHICHIVAMOS O YIYIVAMOS: Es un canto alegre y vistoso que se interpreta en forma responsorial, típico de la herencia afro en Venezuela. La música del Chichivamos se inicia con una introducción, a la cual contesta el coro a dos o tres voces con la frase: "Oé baqué" u "Oé bambá". Antes de iniciar la danza los bailarines saludan al Santo, luego bailan en parejas sueltas y por turnos. El hombre persigue a la mujer abriendo y cerrando los brazos, la mujer lo enfrenta y huye.

LA JURUMINGA: Este son toma su nombre de una frase con la que se inicia el canto y que dice: "Juruminga no má". La música típica de este son se inicia con una introducción instrumental, seguida por los estribillos del solista, a los cuales contesta el coro con la frase: "Juruminga no má". En su interpretación el solista entona un verso, seguido por un estribillo a cargo del coro. Los versos típicos de estos cantos no riman y son interrumpidos por el coro con la palabra: "Tombirá" o "Cójela". Cuando un solista termina sus versos, se dice "Coje la palabra", para que entre un nuevo solista. En general es un baile libre. La mujer sostiene su falda con la mano izquierda y con la otra lleva la vara. El hombre realiza movimientos de galanteo sosteniendo la vara en alto y abriendo sus brazos o también sujetando la vara en ambos extremos y poniéndola frente a su pecho o sobre la cabeza de la mujer. Cuando una pareja se cansa de bailar entrega la vara a otra y ésta bailará hasta cansarse.

EL POCO A POCO: El poco a poco se compone de dos partes que se alternan sin pausa intermedia: La primera corresponde a la simulación de calambres, la cual comienza con el grito del coro que dice "Así". A esto le sigue un verso del solista, al cual el coro contesta con su frase "Así". Al bailar, en esta parte, el hombre persigue a la mujer, hasta que el cantante da una orden y el bailarín comienza a fingir calambres y la mujer lo auxilia. En la segunda parte, de nombre Guabina, se canta a dos voces entonando una estrofa de cuatro frases que se repite, seguida por otra tarareada con voces de Ananá o Lalairá. En esta etapa, el baile simula el montaje del caballito, representado por el hombre, que es conducido por la mujer, que lo golpea con la vara sobre el lomo. Son características de esta danza las improvisaciones humorísticas.

LA PERRENDENGA: Es un son alegre de carácter responsorial. Durante su interpretación se entonan cantos compuestos por tres. Un estribillo, seguido de una estrofa, ambos a cargo del solista, y un pequeño estribillo. El solista comienza con un estribillo, el coro responde con un pequeño estribillo que dice "Ay tó", le sigue la primera copla también a cargo del solista. En el baile se usan las varas para dramatizar el galanteo del hombre hacia la mujer. El hombre hace círculos y semicírculos en el aire con su vara y en ocasiones llega a chocar la vara de su compañera de baile.

EL GALERÓN: Esta danza se baila usualmente honor a San Pascual porque, tal como lo indican las personas oriundas del Tocuyo, éste era amigo de San Antonio. La expresión melódica de estos sones presenta la repetición de un pequeño motivo durante varios compases. Las letras de estos cantos suelen estar compuestas por voces de mando para el baile. En el Galerón existen dos modalidades de baile. En una consiste las parejas se alternan para participar y en otra danzan al mismo tiempo compitiendo entre ellas.

EL SEIS FIGURIAO: También conocido como Seis por Ocho o Seis Corrido, se utiliza para cerrar el Tamunangue. La música característica del seis figuriao se divide en tres períodos precedidos de una introducción instrumental. El primero es cantado por un dúo o un coro con acompañamiento, que entona dos o cuatro frases. El segundo período tiene dos cantores que se alternan en el canto. En el tercer período una copla es interpretada a dos voces por un coro. La duración de estos tres períodos es variable porque cada una de sus partes puede ser acortada o alargada repitiendo una frase musical con pequeñas variantes. Cabe destacar que no aparecen palabras y formas responsoriales del tipo afrovenezolana, presentes en los otros sones del Tamunangue. Durante el baile tres parejas realizan un gran número de figuras diferentes y complejas, en las que se evidencia la influencia de las danzas europeas de salón.

En plena procesión, los batalleros y batalleras ejecutan una pelea simulada con garrotes adornados, elaborados del árbol de guayabo y al terminar la batalla, se colocan en distintos lugares para realizar los sones que le continúan. Hoy en día no todo batallero es peleador de palos, por tanto, hay que tener cuidado al hablar de la danza de la batalla y de la tradición del garrote ya que las definiciones no son iguales. Esto se debe a que no todo peleador de palos tiene el mismo credo o fervor religioso a San Antonio ni todo batallero es necesariamente conocedor de la pelea a palos.

Entre la gente del pueblo se suele escuchar: “La danza de la batalla tiene un secreto que sólo lo pueden oír los batalleros ya que se les ha metido en la sangre. Por eso cuando vea a dos hombres danzando como es, echándose palo recio y al cuerpo, quédese calladito y observe, que esos hombres están transportados a otra época, cada vez que los garrotes chocan, cuando zumban por el aire, cuando soplan la carne cerquita… en fin, son momentos sagrados... todo eso hace que los batalleros sientan por dentro un canto mágico que es como una mezcla antiquísima de gritos de guerra, ondear de banderas, rechinar de cadenas, silencio de muertos. Es un eco que surge de lo más puro de la sangre: libertad, libertad, libertad…es un recuerdo ancestral de las violencias que han forjado las patrias....y eso es sagrado”.

La tradición del Garrote o pelea a garrote, si bien no tiene un inicio cronológico concreto, una identificación étnica, o una única influencia en lo tocante a sus técnicas, si ha estado asociada a las clases sociales menos favorecidas. Esta forma cultural de origen mestizo, es portadora de contenidos identitarios provenientes de todas esas influencias y coyunturas que, con el paso del tiempo, se han amalgamado para constituirse en una herencia única, con una identidad propia, como, el concepto de la hombría, la valentía e inclusive parte del “temperamento” criollo.

La palabra garrote deriva del francés garrot y esencialmente se usa para designar un palo grueso y fuerte que puede manejarse a modo de bastón, generalmente oscila entre 60 y 80 centímetros de longitud y de 1 a 2 cms de espesor. El garrote es un palo mas grueso en un extremo que en el otro, lo cual garantiza la posibilidad de poder lanzar golpes mas rápidos de acuerdo al extremo que se emplee, también esta la “vara” que, a diferencia del garrote, es mas pareja y ligeramente mas larga. Existe también la varita, más delgada aún y sin ninguna preparación especial que se usa hasta que se rompe.

Las maderas empleadas en la elaboración de los garrotes son por lo general maderas duras aunque flexibles y en su fabricación intervienen una serie de elementos trasmitidos generacionalmente como, por ejemplo: las fases de la luna en las que deben ser cortados los maderos para los garrotes, el proceso de “templanza” de la madera una vez cortada, y el hecho de que un buen garrote no es producto de la rama de un árbol sino de su tallo, lo que garantiza una mayor flexibilidad, dureza y un peso liviano.

Los maderos una vez cortados, son asados al fuego para poder ser descortezados; posterior a este proceso, son untados con alguna grasa animal, vegetal o mineral y dejados al sol y al sereno nocturno por un periodo de tiempo que oscila entre 30 y 40 noches al término de los cuales, la madera ha cogido un temple específico que la hace no solo muy dura sino liviana.

Una vez lista la madera para ser trabajada se procede a alisarla y posterior a esto se destina su uso a la práctica o a fines ornamentales; en el primer caso un garrote puede llevar empuñadura o no, la empuñadura o “empate” básicamente es un tejido realizado en el extremo mas delgado del garrote o en uno de lo extremos de una vara; el tejido se realiza a mano con cordón de algodón (pabilo) o cuero muy fino y puede hacérsele bien sea un simple anillo o una empuñadura completa, el hilo se teje con una aguja y normalmente es untado con cera de abejas para darle mayor consistencia al tejido que, una vez terminado es muy sólido y difícil de quitar; normalmente el tejido de una empuñadura se hace con hilos de varios colores para adornar aunque también puede hacerse de un solo color.

Las partes de un garrote son: la punta, el cuerpo, el empate y el cubo (parte de espacio que queda entre el final de la empuñadura y la otra punta del garrote) se dice que cuando un garrote tiene empuñadura está “encabuyado”.
Los artesanos que elaboran garrotes practican además la talla de la madera y el pirograbado lo que evidencia la presencia de un interesante arte de bastonería o arte de elaboración de bastones.

Son estas las razones por las que el Tamunangue es considerado como una de las expresiones más importantes del quehacer cultural del país, dada su riqueza a la hora de la ejecución y esa mezcla de lo profano con lo religioso que es producto de nuestra herencia aborigen, blanca y negra.

Lo cuentan las voces de los que se resisten.

Publicado por ROMULO PEREZ “por una conciencia Socialista”

« ... Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez...»