miércoles, 21 de agosto de 2013

Canto Yaruro



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición


Canto Yaruro

Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah

Tengo Sangre de Yaruro y no lo voy a negar

Mi madre de fruta pura, de Palmarito papa

y yo nacido en Guáchara del Botero mas allá

el dialecto azabajo ustedes van a escuchar

ustedes van a escuchar

El machete Topenè, el cuchillo coganià, dulce llaman chinacù

y lo amargo ecarà, hambre llaman tamechò y comer llaman jurà,

la flecha llaman chitò, la flojera sumilda, y el arco chiguatò,

al sueño llaman nokià, la escopeta y el revólver lo llaman Curacarà

al perrol lama jaurè, al conejo toparà, al gabán le dicen juè,

y a la gallina ocarà, la curiara y la canoa ellos les dicen charà

lo lejos llaman jachì, viajar es vagura, la yuca llaman paè, y

mal olor es peà, panemè llaman al tigre, el caimán es ñacacà,

al diablo le dicen jù, al miedo llaman uapà, orinòn llaman al zorro,

las taparas chacodà, el agua ardiente jerò, y tomárselo jarà,

el caballo es el yaè, y el burro taranà, cachicamo jigorò, topocho

paratunà, al vago llaman jarì, la morena andurà, el vagre

pachaguantì, y el pabon es ñacarà, chiguire llaman chintò,

y el venado llaman guà, a los gordos llaman ñoño y a los flacos boñingà

Hay boñingà, la plata llaman cherè, y lo bastante jinà, pequeño

llaman guichì, grande llaman anà, cupenè llaman la luna, y el

tabaco gambicià, amboè es el cochino y el pato real puanà,

Y elpato real puanà, la culebran llaman pò, y la raya buichà, lo

colorado cuecueà, lo blanco bereberià, las aves llaman tanvè, y al

plato ejederià, boquè dicen al zamuro, y bailar llaman tongià, bonito

llaman chamè, y al loco apetarà, el morrocoy poramè,

el cafe buriaburià, el ganado tarambò, al mato curimechà, la abeja le

dicen eh, y sabroso guaitarà, la casa le dicen jò, y a los coporos

guevà, paraturià al canaletè, la palanca toguirà, chinchorro llaman

borè, y al pantalón yeguerià, aumè llaman la sal, al jabon tibojarià,

al maiz llaman pè, sombrero pachichonià, el frijol es carauchò, y

caminar es tarà, mapire llaman tayù, al hilo dicen carà, al pescado

llaman chong, y matar llaman gunà, al guayù llaman gò y el latigo

borià, al perico werewere, y al loro dicen yaba, al que está enfermo

guitò, y morir es jamboletià, a la candela conde, y pelear es aguatà,

a lo feo carintatì, y la fiesta tonguerià, le dicen tonjò al zapato, y al

reloj chinchiburià, al sapo codocodò, y no se dice tabà, caripamè

enamorado, y no hay dicen tekà, la avioneta y el avión los llaman

condecharà, lo viejo jotamaì, y se acabo Chineà.

Un saludo para todos aqui les quiero dejar y me voy a despedir

porque voy a Vagurà

Fuente: música.com
          Letra añadida por Nitrox99
Cristóbal Jiménez

“Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”

miércoles, 14 de agosto de 2013

EL INDIO YARURO Y EL GABAN




“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición
EL INDIO YARURO Y EL GABAN
(Cuento Apureño)
  
Esta historia se desarrolló hace muchos años en el inmenso llano venezolano, para ser exacto en lo que es hoy el Apure, esto sucedió cuando ni siquiera los españoles se imaginaban que existía esta tierra de gracia.

Era un día templado y hacía un calor infernal. Salió el Indio Tequemereque a cazar para llevar el sustento a su familia ya que era numerosa, su esposa Kaina, lo esperaba todos los días porque cuando él salía a cazar duraba hasta una semana, pero regresaba con buena casería como para un mes.

El indio era un hombre alto y de buena envergadura y sobre todo muy fuerte, se decía que con darle una pedrada a un árbol todos los frutos caían al suelo, en fin, mientras que Tequemereque caminaba por el bosque cercano a las inmensas sabanas del hoy conocido Arauca, un Gabán pecho rojo estaba parado en una rama alta, acicalándose y peinándose su exuberante plumaje cuando es descubierto por el indio, en ese momento el gabán voló para volver al lado de su gabana y sus polluelos.

El indio se encontraba entonces en la pradera y siguió buscando algo que cazar, a lo lejos divisó en un árbol muy alto en medio de la sabana, de nuevo al gabán que había visto, pero se dio cuenta que estaba demasiado lejos para acertarle con su arco y flecha entonces decidió acercarse al ave, pero al hacerlo pisó un palo seco  y esta lo descubrió y le dijo:

- ¿Que busca aquí indio yaruro? A mí sí que no me vas a atrapar; vete a cazar animales de tierra, pero no pretendas atraparme a mí, indio yaruro del monte, en la sabana no cazarás nada y no me mires así que a mí nadie me caza, ya perdí la cuenta de los que como tú me han querido cazar, así es que vuelve al bosque de donde saliste--

El indio al escuchar el reto y las burlas del gabán le contestó:

- Prepárate porque esta noche voy a comer gabán guisao porque yo soy Tequemereque, y ninguna presa se me escapa –

Diciendo esto disparó una flecha mortal sobre el gabán el cual al ver que el indio no estaba jugando, levantó el vuelo y comenzó a reírse a carcajadas desde el aire y al ver como falló  la flecha, dijo:

- Indio de la tierra como sos tonto, como pretendes capturar al rey del cielo. Sígueme si es que puedes –

Tequemereque se enardeció de rabia en una forma en que jamás lo había hecho, y en ese momento juró que tenía que atrapar a eses animal y le declaró la guerra, entonces lo comenzó a perseguir y para sí mismo se decía:

- Lo tengo que atrapar y comérmelo guisao –

Como a las dos horas se volvieron a encontrar, el gabán estaba parado en una roca en una posición poco favorable para él, ya que se encontraba de espalda al indio cazador, cuando el indio estaba a punto de soltar una flecha  mortal el gabán le dijo:

- No puedes tan siquiera dispararme tu flecha de frente cobarde, tienes que hacerlo por la espalda, que dirán tus hijos y tu mujer al ver el sitio donde entro en mi cuerpo la flecha, seguro dirán, que cobarde no pudo darle de frente a la presa –

El indio se sintió indolente y sin escrúpulos, al verse descubierto por el gabán, y se dijo para el mismo:

“El pajarraco tiene razón debo ser bien cobarde para dispararle una flecha por la espalda. Ese no puedo ser yo que en mi vida he sido muy valiente no puedo actuar ahora como un cobarde”.

Caminando se puso a meditar  mientras buscaba otro animal para cazarlo y llevarlo como alimento a la aldea, cuando de pronto se encontró frente a frente con un león, el león estaba muy hambriento y sin pensarlo dos veces se le abalanzó encima al indio, la batalla fue muy dura y después de una hora de pelea el indio sintió miedo, todo cortado, mordido y arañado, le dijo al león:

- Aunque me mates tú también morirás --

Sacó su cuchillo y con sus últimas fuerzas, acertó en el cuello del animal.

Después de buscar en el fondo de su corazón todo el valor que podía tener aquel hombre, logró  vencer a la bestia, y luego de unas horas, curándose las heridas, con plantas de la selva, se echó el león ya muerto en los hombros y llegó a su aldea.

Todos comieron con la cacería que trajo Tequemereque, la cual duró para un mes.

El indio se recuperó rápidamente de sus heridas y entendió que si no hubiera arrojado todo el valor de su ser no estaría con vida.


FIN

Moraleja: Solo los valientes son dueños del mundo, el cobarde siempre es dependiente de estos.

Por: reinaldoangarita
02/12/2010

“Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”

jueves, 1 de agosto de 2013

Moori la Abeja



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición
Moori la Abeja
(Leyenda Warao. Delta Amacuro)

La Leyenda:

En tiempos de nuestros abuelos vivían en los caños del río Orinoco un indio Warao casado con una mujer abeja. Moori, que así se llamaba la mujer era muy trabajadora y cariñosa; tenía la choza muy limpia, la comida a su debido tiempo y le daba siempre de beber al indio de una taparita. Él se tomaba con gusto el líquido azucarado que Moori le preparaba y no comentaba nada con sus familiares. Así fueron pasando los años…

El Warao trabajaba en su conuco, pescaba y cazaba, mientras que Moori recolectaba frutos y raíces para prepararle a su esposo la comida.

            Un día el indio organizó la fiesta de las maraquitas para obsequiar a su familia; para ello, trajo pescado, yuca, maíz y frutos; entre los dos prepararon ricos alimentos. Desde muy temprano la choza se llenó de amigos y familiares que bailaron incansablemente hasta la madrugada.

El Warao le dijo a su mujer:

- Tráeme un poco de agua que tengo sed -.

Moori se apresuró a traerle la taparita llena de líquido azucarado. Él se la tomó relamiéndose de gusto.

Otro indio que lo observaba le dijo:

- Hermano mayor, si te quedó agua en la taparita, dame un poco, tengo mucha sed -.

             El Warao no contestó. Moori pensaba.   ̈Si le da de beber, se romperá el encanto ̈.

             El indio insistió:

- Hermano, si te ha quedado un poco de agua en tu taparita, dámela, tengo mucha sed -.

Esta vez el Warao lo escuchó y le pasó la taparita que aún contenía líquido azucarado.  

El indio lo tomó saboreando y exclamó:

- ¡Que sabroso está, así que tú tienes rica miel y no compartes con tus hermanos! -.

Moori se fue a un rincón y cuando se habían marchado todos los invitados, lloró. Toda la noche la pasó despierta y llorando mientras su marido roncaba en su hamaca. Al amanecer, cuando los primero rayos del sol se filtraban entre el follaje, Moori salió de la choza y se internó en la selva, durante mucho tiempo dio vueltas... Cuando el indio se despertó llamó a su mujer:

- ¡Moori...! ¡Mooriii...! –.

Nadie contestó. Buscó por los alrededores, mientras se preguntaba:

-¿Qué se habrá hecho mi dulce Moori?-.

Fijó su mirada en unas huellas que se dirigían hacia la selva, se dijo:

-Sí, son sus pisadas..., las seguiré -.

Siguió las huellas colocando sus pies sobre los rastros que había dejado su esposa y lo llevaron a un claro de la selva al pie de un corpulento árbol, en donde se detuvo a descansar, entonces, contempló a una pequeña abejita rubia que lo miraba sonriente y reconoció en ella a Moori, luego, le dijo:

- No es justo, querida esposa mía, que tú te quedes sola convertida en abeja, yo también quiero ser abeja y acompañarte -.

El indio se puso a caminar de un lado para otro y se convirtió en abeja. Voló al lado de su mujer y juntos trabajaban en la colmena. Tiempo después llegaron los indios y castraron la colmena, quedaron encantados de la dulzura de su miel y desde entonces entre los corpulentos árboles que crecen en tierras del delta del Orinoco, las abejas fabrican sus panales para que los Waraos tengan rica miel.

Lolita Robles de Mora.
Fuente: Leyendas y Mitos de Venezuela.
Editorial: Monfort 1era Edición 1998

“Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”