martes, 25 de junio de 2013

¿Cuál es el color del Perico?



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición

CUATRO CUENTOS PEMONES
(I) 
¿Cuál es el color del Perico?
“Los Teponken, los Vestidos, son ignorantes como los bebés”

—¡U-Koko, hay un Vestido con Rui-ko, con el Hermano Mayor del Pueblo!

—¿Un Vestido?

—Ina, u-koko, un Teponken, están hablando en español y él escribe todo lo que le dice Rui-ko...

—¿Tiene una barba y una cruz en el cuello? ¿Es un Padre?

—Ake-nek oh Abuela mía, no, no es un Padre. Este Blanco hace preguntas y nos hace hablar. No nos quiere, huele mal y no sabe caminar en la selva. Todo el tiempo tiene agua sobre la cara como cuando llueve, es un verdadero Teponken, no como los Padres.

—¿Qué está haciendo?

—Es un Teponken, habla como un bebé y pregunta cosas tontas.

—¿Qué  pregunta?

—Quiere saber cómo se dicen las cosas. Quiere saberlo todo. Rui-ko-el-Hermano-Mayor se puso a reír cuando le preguntó cómo se decía perico...

—¿¡Kaikay!?

—Ina, Koko, Kaikay-el-Perico.

—¿No sabía eso?

—Ake Koko, no, no lo sabía...

—¿Y qué más preguntó ese Teponken?

—Después preguntó el color de Kaikay...

—¿El qué?

—Menu, u-koko, la pintura del Perico...

—¡Ese Teponken es un Esembosen, un verdadero bebé! ¿Y qué le respondió Rui-ko-el-Hermano-Mayor del Pueblo?

—Rui-ko lo miró sin saber qué decirle y con ganas de reír... Luego miró dentro de su cabeza, ess ess ess, y le preguntó al Teponken ¿cuándo?

—Claro, ¿y entonces?

—El Teponken se puso bravo diciendo “cuándo, cuándo”, se parecía a Pereteku-el-Sapo...

—¿Y entonces?

—Entonces Rui-ko le enseñó un perico que volaba encima del claro de la selva. Y le dijo, “Kaikay es rikutun, negro como la leña quemada de la mañana...”.

—Rui-ko dijo bien. Cuando Wey-el-Sol está encima de nuestras cabezas, Kaikay es negro en el cielo del claro, como la leña quemada de la mañana.

—Pero el Teponken no estaba contento...

—¿No estaba contento?

—No, él decía que Kaikay es como la hierba de la sabana...

—Pero la hierba de la sabana, cuando Kapuy-la-Luna está encima de nuestras cabezas, es como la leña quemada de la mañana, ella también...

—Ina, u-koko, sí oh Abuela mía, es verdad, pero los Teponken no comprenden nada, son ignorantes como los bebés.

—Ina, u-Mu, es verdad Hijo mío, pero hay que ser amable con él como con un bebé.

—Ina, u-koko, hay que ser amable con los Vestidos, pero, ¡qué ignorantes son!

 Elbatrina Rodríguez-Este de Clauteaux
Letralia (Tierra de Letras)
Año X N° 130

    “Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”

martes, 18 de junio de 2013

EL NABARAO QUE SE LLEVO A LA MUCHACHA



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición 
CUENTO WARAO (En español)
EL NABARAO QUE SE LLEVO A LA MUCHACHA

Esta es la historia de dos hermanas jotarao (criolla), que vivían en Boca Grande, una comunidad mixta. Vivian Los warao y Jotarao.

Un día salieron para una fiesta acompañadas de un hermano. La fiesta quedaba al frente de la comunidad, o sea al otro lado del río. En la misma Boca Grande. En la tarde de un sábado, el hermano menor les dice a sus hermanas, “Vamos para la fiesta, que ya, es tarde”

La hermana mayor dijo, “vamos mañana”, y la menor dijo, “yo no puedo ir”. ¿Por qué? pregunto el Hermano, ella respondió, “porque tengo la regla” El hermano le dijo, “no importa vamos, si piensas que va a pasarte algo malo no creas en esas cosas, además el Nabarao (ser que habita en el agua) no existe”. Ella respondió, “bueno entonces, vamos”.

De manera que cruzaron el río en una curiarita (Canoíta), los tres hermanos hasta que llegaron a la fiesta. Bailaron, se divirtieron hasta más no poder; al regreso se aproximaba ya las 12 de la media noche, cuando iban a mitad del río, quedaron atascados en una supuesta playa.

El hermano dijo asombrado ¡Cuando pasamos por aquí no estaba esta playa!; el muchacho desesperado saltó de la embarcación para empujar la curiara y no pudo sacarla, mientras la muchacha lloraba; luego bajó la hermana mayor para ayudar al hermano y tampoco pudieron; después de un largo rato de desespero y angustia, la muchacha que tenia la regla; con una voz de resignación dijo.

“Es inútil, no intenten luchar contra la, naturaleza; esto es un anuncio”, los hermanos se embarcaron y se miraron, ella continuó... diciendo, “yo lo sabia tengo la regla, si no salto de esta curiara, aquí podemos morir todos, tengo que quedarme para que ustedes puedan continuar”, ella lloraba desesperadamente, recordó las palabras de su mamá, “no te metas en el agua con la regla; el agua tiene un espíritu que lo cuida”. Ella le pidió que les dijesen a sus familiares que se fue para otro mundo por, desobedecer a sus padres. Y les dejó un consejo: “las historias del Warao son reales, esto que nos pasa es por desobedecer nuestra tradición”.

Diciendo esto; Saltó de la curiara (Canoa), hacia la playa donde estaban detenidos... y esta flotó. Ella lentamente se fue sumergiendo en el agua, su cuerpo, fue cambiando de especie. Su cabello, creció muy largo y de una manera extraña aleteó fuerte y se fue, sólo se veían burbujas… el Agua se la tragó.

Informante. Carmen Felisa Bastardo. Etnia WARAO
Recopilación. Carmen Medrano. Etnia WARAO
Trascripción: Yordana Medrano. Etnia Warao

CUENTO WARAO (En warao)
 (NABARAO IBOMA KORUAE JA - KOTAI)

Taja sike, iboma manamo janoko sebe a wai Boca Grane jatanae yama, tatuka sike warao eraja ububuyaja tanae, warao ama Jotarao.

Ya isaka, Oriwaka nakae, iboma manamo a raka isiko naruae yama, takore oriwaka nakae janoko sebe a imakane, tatuka Boca Grande jese.

Sabaro eku a rakobo dibunae, “jojokitane nauki ama witu dubujira”. Araiba dibunae jake saba iyabaki, a rakoi dibunae; ine naukomoni. ¿Sina Kuare? A rakobo de nokoae.

 “Ma, jotu ja”, dibunae. A rakobo diboto dibunae, tai obojonamo, asiraja ekida, nabarao ejobonaja.

Iboma dibunae: “tuatiaja nauki”. 

Warao dijanamo, Wajibaka eku inabakane, naba imakae. Orikuakayata yaronae, iboma manamo ja kotai jojobuae, yekaraja oriwakae.

A janoko yata naruyakore. Mate imakayakore nabautu naruyakorejese. A wajibaka dû tanae. Waja a rai sebirinae Dû takore, neburatu (Rakobo sanuka), dibunae: “oko tamajaisia narukore, waja ekidaja tanae”.

Dijana iboma onadaja tanae, a raiba jakotai, a rakobo sanuka sanetakitane buró tanae. Takore sanetakomoni. Dijana a moni takore a sana kuarikaeja takore waitu; iboma dibunae.

 “inare takotu, ka ina a raotuma isiko oko monida”.

“Tamaja asidatayaja dijana”.

A rajia a rakobo tane a tae wajibaka eku nabakae. A ona isikotane a mujoro “yori mîae. Iboma onai dibunae,” ine naminayaja tanae ma jotu ja, tamatikamo naunatakore oko kokotuka wabate. Ine tamatika bejete yatu narumiaroi; iboma tubaranaka inai a rani aribu obonobuae.

“Ji jotu isiko jo ekuya narunaka tai asida” jo eku nabarao ja tai jo yaoroda”

Tai dibane a warao saba dibunae; ka warao saba dibakotu, “ine, ina daisa saba naruae; ma rima a ributuma nokonaka tanaekuare.

Ama ine yatu saba dibuya. Waraotuma a reje tai nome. Obojonamo yana. Tamaja oko asidatubuya kotai ka jebu ma reje nokonaka tanaekuare. Tane dibakore waitu wajibaka ekumo buró tanae, a jio kawajeraja nakae, a tejo moniae jomakaba monuka nakae, jo ekuya bana bana nakae, tane nakakore a ju isia, jo yewereaja kuana moae. Dijana naruae, jo korunae… 

    “Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”

miércoles, 12 de junio de 2013

El Conejo y el Mapurite (Cuento Guajiro).



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición 
"RELATOS WAYUU"
El Conejo y el Mapurite (Cuento Guajiro).

Cuentan los ancianos de la Guajira que el Mapurite era el mejor curandero de aquellos viejos tiempos en que los animales eran como los hombres de hoy.

Un día, el Mapurite cogió camino hacia Río Hacha para curar a un enfermo a quien se le había metido un mal espíritu en los pulmones que le hacía toser y doler el pecho. Iba caminado de Este a Oeste, cuando se encontró con el conejo que venía de Oeste a Este.

 - Ahá, curandero. ¿Adónde vas con tanta prisa?

 - Voy a Río Hacha a curar a enfermo. Y tú, ¿hacia dónde vas?

El Conejo dio dos brincos y dijo: - Pues… hacia donde me lleve el camino, De aquí para allá, De Occidente a Oriente, al Jorrotutuy donde brilla el sol naciente.

- Ahá, ¿SÍ? –respondió el Mapurite sin mirarlo porque tenía unos ojos chiquiticos y casi no podía ver.

- Oye, viejo –dijo el Conejo-, ¿no tienes por casualidad un tabaquito para mascar y entretenerme por el camino?

- Pues si tengo, amigo. Y metiendo la mano en su bolso, el Mapurite le dio tamaño tabaco para que fumara y mascara.

Entonces se separaron. El Mapurite siguió camino a Occidente y el Conejo se fue contento con su tabaco. Hizo como si se alejaba, pero le dio vuelta a una loma y volvió a caer en el mismo camino, delante del Mapurite.

Cambiando la voz, dijo el Conejo: - Hola, curandero. ¿Adónde vas con tanta prisa?

- Voy a Río Hacha a curar un enfermo –respondió el Mapurite pestañando.

- ¿Y qué se dice por el camino que has recorrido, viejo?

- Pues, nada. Sólo me encontré hace un rato con un conejo que sigue tu mismo camino.

- Lo alcanzaré para que me sirva de compañero –dijo el Conejo-, pero, por casualidad, ¿no tienes un tabaco que me regales?

El Mapurite metió la mano en su bolso y le regaló un tabaco.

Entonces se separaron. Pero en cuatro saltos el Conejo dio vuelta a otra loma y volvió a presentarse delante del Mapurite.

Esta vez el Conejo remedó la voz temblorosa de un viejo: - Me complace verte, anciano, residuo de los tiempos idos. Soy un viejo achacoso que desea recordar sus primeros días.

El Mapurite se sintió muy contento al oír estas frases y quiso conversar de las andanzas de su juventud. Levantó la cabeza, pero con sus ojos chiquiticos como dos pulguitas casi no podía ver a quien le hablaba.

- ¿No tienes tabaco que me regales? –preguntó de prisa el Conejo.

- Sí, me complace –dijo el Mapurite, y le dio otro tabaco.

El conejo se fue corriendo contento con sus tres tabacos y el Mapurite siguió camino a Occidente.

Cuando el Mapurite llegó a Río Hacha vio que no le quedaba ni un solo tabaco para dar masajes a su enfermo y recordando, recordando… …se dio cuenta de que el Conejo, con su astucia, lo había engañado.

- ¡Ya verá lo que le va a pasar! –dijo indignado el Mapurite.

Y comenzó a preparar un raro mejunje: Puso ají picante en un mortero, puso resina de pringamoza, Zumo de tabaco, y un chorrito de pipí. Batió muy duro…así, así. Y cuando la mezcla estuvo a punto… hizo dos cigarros con ella y los puso en el bolso. Camino a casa, pasó por el mismo lugar en donde se había encontrado con el conejo y…

¡Qué casualidad! Allí estaba el Conejo. - Hola, viejo, amigo mío. Nos volvemos a encontrar. ¿Tendrás otro tabaco que me regales?

- Sí, con mucho gusto. En Río Hacha compré y son muy buenos. El mapurite le dio los dos cigarros y siguió pasito a paso a su casa.

El Conejo se puso a fumar. Chupa que chupa, sintió un mareo. Algo raro le ocurría. Sentía como si le picaran hormigas en la nariz, como si le hicieran cosquillas en la boca. Pero no le importó. Siguió chupando y escupiendo el aroma de su tabaco. El hocico se le empezó a hinchar y la nariz se le movía rapidito sin que él lo quisiera. Entonces, boto el tabaco, se frotó la nariz y estornudó. Pero… nada. Su nariz seguía húmeda, rosada y moviéndose sin parar.

Dice la gente de la Guajira que desde entonces a todos los conejos les tiembla el hocico y la nariz, por la magia del Mapurite.

Publicado por: Maderlyn González, Yugeily Prieto y  María Orozco

    “Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”