“Lo
cuentan las voces de los que se resisten”
Identidad y Tradición
El nativo Maipure y sus raudales
La mitología
venezolana se caracteriza por resaltar principalmente los fenómenos naturales
que envuelven nuestro ambiente, como el origen de la creación del mundo, del
fuego, del día y la noche, entre otros, en ella sobresalen seres
extraordinarios cuya característica física es una mezcla de humanos y animales
con poderes divinos solo atribuidos a los dioses, quienes además representan al
sol, la luna, las estrellas, los ríos, las montañas, etc.
Uno de los estados más emblemáticos es el
Amazonas, cuyos paisajes naturales y su rica cultura ofrecen un deleite turístico
en consonancia con la pesca, las aves y la fauna. Puerto Ayacucho es su Capital, la misma fue fundada en 1924 y está
construida sobre una inmensa roca de granito negro, lo que la convierte en una
ciudad antisísmica. Su desarrollo cultural, turístico, gastronómico, religioso
y místico entre otros se desarrolla en torno al rio Orinoco; en éste majestuoso
rio se encuentran los impresionantes raudales de Atures y Maipures, territorio en donde habitaban los originarios Aturi.
En estos raudales se celebra la Feria de la Ribazón, principalmente entre los
meses de Julio y Agosto, la misma radica en la pesca masiva de diferentes tipos
de peces.
En torno a estos raudales e incluso a la
feria se teje una hermosa leyenda de un antiguo nativo Maipure que desesperado
por deshacer el encanto que cayó sobre sus dos hijos sin darse cuenta contribuyó
a la formación de los raudales de Atures y Maipures…
La Leyenda
En las riberas del rio Atabapo en donde todos los
peces son negros, solía pescar un nativo Maipure, su habilidad en la pesca era
tan sorprendente que con sólo mencionar la clase de pez que deseaba lo atrapaba
apenas el anzuelo tocaba el agua.
Éste nativo había hecho un pacto con Vasúri un demonio
con cuerpo de serpiente, quien después de engullir a su mujer le previno que
sus hijos no se enteraran nunca del pacto hecho por que los perdería también.
En cumplimiento del acuerdo Vasúri le concedió al
nativo Maipure la habilidad antes mencionada a través del crecimiento y
abultamiento de su ombligo a tal punto que se parecía a una serpiente. El
ombligo del Maipure era tan grande que de él arrancaba pedazos que colocaba como
carnada en el agua para pescar, la cual duraba aproximadamente dos meses porque
los peces no llegaban a comerla toda.
Los hijos del nativo Maipure crecieron y llegaron a la
adolescencia; eran unos jóvenes ejemplares e inteligentes de quienes él estaba
muy orgulloso. Un día aciago víctima del aguardiente les confesó a sus hijos su
gran secreto, y les exigió que no hablaran al respecto, al percatarse del error
cometido invocó inmediatamente a Purrúnaminári (Señor y Amo de todo), a partir
de ese momento siempre estuvo pendiente de sus hijos, implorando por ellos y
nunca los dejó solos.
Pasó el tiempo y el nativo seguía pescando con su
particular habilidad sin que nada malo le ocurriera a él o a sus hijos.
Confiado por la rutina se fue olvidando poco a poco de Purrúnaminári, ya no
imploraba por sus hijos ni los vigilaba con celo.
Una mañana lluviosa salió a pescar como de costumbre,
ya que a él, el clima no lo detenía; como siempre pescó todo lo que se le antojó,
pero a diferencia de lo días anteriores, ese día, al terminar de pescar vio
pasar por frente de él a una enorme serpiente, recogió con intrépida avidez todo
lo obtenido y sin perder tiempo se dirigió a su morada, el clima estaba
tempestuoso y en el trayecto escuchó voces en el río, sorprendido se dispuso a
averiguar, quiénes con tan mal tiempo se atrevían a bañarse en el río, y a
medida que se acercaba oía con mayor claridad los comentarios que provenían del
Atabapo.
Su sorpresa fue inmensa al ver que los bañistas eran
su hijos y peor aun al escuchar que los mismos no paraban de hablar de la
habilidad que tenía su padre, los jóvenes no parecían darse cuenta de la
presencia del padre que angustiado les pedía que callaran, además de
advertirles de el acecho que les estaba montando una enorme serpiente, por lo
que les gritaba a todo pulmón que se salieran del río.
Los jóvenes, mientras más elogiaban al padre por la
habilidad que tenía para pescar, más transfiguraban sus cuerpos, el nativo
Maipure no podía creer lo que veía, sus dos hijos se convertían en toninas, y
Vasúri la serpiente esperaba pacientemente a que el encanto se cumpliera para
engullirlas vorazmente.
El nativo al percatarse de que al haberles contado
el secreto a sus hijos los condenó a formar parte del río, prefirió ayudarlos
con tal de no permitir que el demonio se los comiera. Mientras sus hijos nadaban
en el Atabapo convertidos en toninas, él empezó a mover grandes piedras y a
arrojarlas al rio para aislar a la serpiente por un lado y por el otro lanzó
grandes cantidades de lajas, maderas, troncos, etc. con las que estuvo a punto
de lograr que las dos toninas se detuvieran para hacerles saber quiénes eran.
Vasúri al verse impedido, enfureció tanto que llenó las
zanjas que el nativo había logrado hacer para acercarse a sus hijos con
abundantes y violentas aguas (Formando los raudales de Atures y Maipure), logrando
así que las toninas se dirigieran hacia el mar y causando gran desasosiego en
el nativo porque allí perdió toda esperanza de comunicación con sus hijos.
A partir de entonces desde temprano en la mañana y
hasta el oscurecer, el nativo Maipure llegaba a la orilla del río Atabapo y
entonaba un canto mediante el cual procuraba entablar un diálogo con sus hijos.
Esta rutina la aplicaba todos los días, ya no pescaba solo cantaba, hasta el
día en que ya no cantó más. Algunos dicen que la serpiente lo engulló, otros,
que lo vieron nadar en los raudales junto a sus hijos y que el ombligo era tan
grande que muchos peces se fueron siguiéndolo hacia la desembocadura del
Orinoco.
Entre los mese de Julio y Agosto cuando el río Orinoco
alcanza su máximo nivel se produce un fenómeno natural llamado “La Ribazón”, el
mismo consiste en grandes cardúmenes de peces que provienen del mar con fines
reproductivos, pero en antaño, nuestro ancestros decían, que todos esos peces
seguían el ombligo del nativo Maipure que años tras años regresaba para
cerciorarse de que Vasúri (El demonio serpiente) no escapara de la trampa de
piedras para engullir a sus hijos.
Lo cierto es que gracias al nativo Maipure hoy disfrutamos
de los raudales más extraordinarios del mundo y de una feria gastronómica sin
igual, no tanto por las delicias aperitivas que nos brinda el Orinoco sino
además por todas las exquisiteces naturales de la geografía Amazónica.
Por: Rómulo E. Pérez F.
“Por una conciencia Socialista, dejémonos
de guardar silencio”