ENTREVISTA AL SAMÁN DE GUERE

ENTREVISTA AL SAMÁN DE GUERE
(Un Grano de Maíz)



En la madrugada me acerco a entrevistar al Samán de Güere.

Fue una noche oscura, pero ya salió la fúlgida luna para iluminar al viejo árbol…

Se ve imponente custodiando al país.

Me tiendo bajo su fronda, reflexiono sobre las preguntas que le debo hacer…
no es fácil entrevistar a alguien que ha vivido tantas aventuras, y que tiene tanta experiencia a pesar de no haber recorrido mundo.

Quizás deba comenzar preguntándole por el Juramento ¿lo recordará?...

El viento comienza a soplar con más fuerza y oigo un rezongo, triste como las viejas africanas cuando hay hambruna y cae la tarde.

No puede ser, tengo que estar alucinando:

El Samán me está murmurando, se queja de su suerte:

“ Debo confesarte hijo que he vivido demasiado, he llorado demasiadas derrotas, como las que sufrieron Guaicaipuro y Maracay después que hicieron las paces entre ellos, y en mi presencia, para enfrentar al invasor español.
Cubrí con mi fronda al Libertador, para después saberlo padeciendo por no haber hecho feliz a la tierra que tanto amó.
Vi el rostro renegado de Páez camino a Valencia, para batirse en cruenta batalla, y luego sucumbir en manos de la oligarquía.
Y Zamora me rodeó, lo seguía una jauría de traidores sedientos de gloria ajena y riquezas fáciles.
He visto como estos campos, verdes por el sudor humano, se convirtieron en rancherías, símbolos incomprensibles de la riqueza petrolera.
Todos los esfuerzos libertarios se extraviaron entre el corazón duro de algunos y las candideces de otros.
Es que son muchas las posibilidades de perderse el amor, y escasa la posibilidad de concretarlo.
Un día vino un joven, dicen que era de una isla del Caribe, la mayor, cantaba poemas que hablaban de la guerra amorosa, era extraño un guerrero que pregonaba el amor al enemigo, sus amigos le decían José Julián, y otros simplemente Martí.
Después supe que levantó vuelo montado en un caballo que iba al galope para eternizarse en el tiempo.
Un diputado que ahorcaron en los calabozos también me visitó, me pareció decidido, pero ingenuo les hablo de Fabricio Ojeda.
Dicen que un argentino, famoso por pregonar el amor y la firmeza, vino en moto, no lo recuerdo bien sería el Che.
Recientemente llegaron unos jóvenes soldados, cuatro o cinco, venían al trote lento, contentos, con el corazón henchido de Patria, aquí juraron liberar a la patria nuevamente. Creo que uno de ellos hoy es el presidente de la republica. En ese momento vi por segunda vez la mirada viva del que murió en San Pedro Alejandrino, si vi de nuevo la mirada del Libertador.
Esa noche y las noches siguientes lloré, llore mucho recordé a Guaicaipuro a Maracay, recordé a Simón Rodríguez, quien formo al Libertador y también recordé a Zamora, tierras y hombres libres.
He vivido demasiado, he visto demasiadas derrotas del amor, pero después de tanto tiempo conozco el método para vencer a la oligarquía perversa.
Si alguien quisiera oírme, si aquel joven soldado que vino al trote volviera y me oyera, entonces, quizás la historia cambie, y yo no me quejare más por haber vivido tanto y haber presenciado tantas derrotas del amor”.

Luego el rezongo se cambió en plegaria y se hizo casi inaudible, sólo pude grabar algunas palabras sueltas:

“No confíes ni en oligarquías ni en oligarcas, no aceptes sus invitaciones… apóyate en la historia, y salta por sobre su tiempo… siempre adelante… lo que vale es lo que florece en el corazón de los humildes”.

Ustedes no me lo creerán, pero vi al Samán llorando y me retiré asombrado y en silencio.
Adaptación Rómulo Pérez