sábado, 12 de noviembre de 2011

EL TAMUNANGUE.

IDENTIDAD Y TRADICION

Lo cuentan las voces de los que se resisten.

EL TAMUNANGUE.

En el mes de Junio se efectúan importantes manifestaciones de la cultura tradicional venezolana, esto en virtud de ser Junio el mes en que se produce el solsticio de verano, ciclo astrológico que desde tiempos inmemoriales motivó en el hombre la realización de diversos rituales.

Se puede decir que todo comenzó cuando nuestros antepasados primitivos, al observar las estrellas, se dieron cuenta que en determinada época del año el Sol se movía desde el Trópico de Cáncer, hasta el trópico de Capricornio (a estos días se les llamó solsticios de verano y de invierno). El nombre de solsticio, deriva del latín que significa "Sol quieto" o "Sol detenido", en el día del equinoccio el Sol llega a su punto más alto con respecto al Ecuador y es cuando los rayos solares caen perpendicularmente sobre el Trópico de Cáncer, esto sucede en el mes de Junio, denominándose solsticio de verano.

Nuestros antepasados creían que después del solsticio de verano, el sol no volvería a su esplendor total, ya que los días eran cada vez más cortos, por esa razón, hacían fogatas y ritos con fuego para que la luz reinara sobre las tinieblas, a menudo bailaban y saltaban alrededor del fuego para purificarse y protegerse de las influencias demoníacas, además de creer que con estos rituales el sol se fortalecería de nuevo, de esta forma simbolizaban el poder del sol y lo ayudaban a renovar su energía.

En la mitología griega a los solsticios se les llama “puertas de hombres y de dioses”, la “puerta de los hombres”, según estas creencias helénicas, corresponde al solsticio de verano en el mes de Junio, a diferencia de “la puerta de los dioses” que corresponde al solsticio de invierno en el mes de Diciembre. Es por ello que los hombres y los dioses se disponían a celebrar fiestas, cargadas de gran poder y de magia.

En la “puerta de los hombres” los antiguos griegos daban gracias al sol, encendiendo hogueras y haciendo rituales, buscando la bendición de las tierras y sus frutos, así como buenos augurios para los enamorados y fertilidad para las mujeres, ya que podían disponer de más horas para cumplir con sus tareas y entregarse a la diversión.

Esta tradición ha perdurado a lo largo del tiempo y de la historia, y sin tener mayores explicaciones se ha venido practicando desde la antigüedad en todo lo ancho de nuestra hermosa Pachamama, es por ello que también encontramos en nuestros pueblos de América rituales muy parecidos, por ejemplo: En México, los aztecas estaban dedicados al sol y cooperaban con el en la “renovación de los fuegos”. Por su parte los Incas del Perú festejaban, el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol) en la impresionante explanada de Sacsahuamán, muy cerca del Cuzco. Justo en el momento de la salida del astro rey, el inca elevaba los brazos y exclamaba: “¡Oh, mi Sol! ¡Oh, mi Sol! Envíanos tu calor, que el frío desaparezca. ¡Oh, mi Sol!”. En lo que hoy se conoce como Venezuela, la familia arawak era gobernada por su líder “Shaman”, quien era el jefe de los ejércitos y guía espiritual, además de buen hombre, el nombre Shaman significa Hombre-Dios-Medicina, este antiguo jefe guerrero centraba sus sabidurías en torno al Sol, a quien consideraba su padre, y adoraba en exquisito altar.

Con el transcurso de los siglos, específicamente a partir de la edad media, el cristianismo le da un significado propio a estos rituales paganos, para irlos transformando y sacralizando en festividades religiosas a fin de atraer al pueblo hacia el nuevo credo. Para hoy en día se consideran estas fiestas santas y sagradas, es así como bajo la devoción de los santos, subyacen prácticas que se remontan a los inicios de la civilización.

Se ha discutido mucho el origen del Tamunangue, y se puede decir sin duda que esta tradición está ligada a la religión popular católica, por eso cuando hoy se habla de San Antonio, no se habla de aquel sacerdote franciscano de nombre Fernando de Bulhoes que nació en Lisboa, Portugal el 15 de Agosto de 1195, y murió en Padua, Italia el 13 de Junio de 1231, como lo impone la iglesia, mas bien se habla de aquel que toma muchas formas a la vez, como la de lluvia, viento, tambor, hombre y niño, blanco y negro, noviero, batallero y tamunanguero en fin, se habla de la típica representación del pueblo, o sea se habla de San Antonio “El Batallero de Lara".

La presencia en El Tamunangue de elementos chamánicos, revela su carácter armónico, en virtud de que lo social, lo religioso y lo curativo están íntimamente vinculados y convergen en una especie de eje del mundo (axis mundi), ese eje de convergencia y complementariedad, crea un circuito que integra lo físico y lo espiritual, permitiendo la aparición de realidades imaginables atribuidas al comienzo de los tiempos, y que año tras año son repetidas a través de rituales paganos.

Cuando el tiempo, emprende un nuevo recorrido, sobre los techos de las casas, sobre los sombreros y sobre los hombros de los habitantes de Lara, es entonces el momento en que se vuelven a escuchar los compases de “La Batalla" género musical de la cultura popular conocida como El Tamunangue que anuncia la llegada de San Antonio “El Batallero de Lara". Aquel que según documentación etnográfica, llegó a Venezuela, en el siglo XVI, en uno de esos galeones de guerra con africanos traídos a la fuerza, y que permaneció con “su tambor" en esos campos junto a los negros de las plantaciones, para tratar de hacer mas llevadera la vida de esos hombres destinados a la esclavitud.

Este fraile capuchino al igual que su patrono “San Francisco de Asís”, no codició nada de riquezas ni de extravagancias, muy por el contrario se atrevió a vivir bajo la más estricta pobreza y en fiel cumplimiento del evangelio, creando ese circuito que integra lo físico y lo espiritual, lo mágico y lo religioso, defendiendo a capa y espada el derecho de vivir de negros y aborígenes explotados en Venezuela para la época.

Esta forma de vivir y de evangelizar austera sencilla y simbiótica, animó en negros y aborígenes a convertirse en sus seguidores; por lo que fue criticado y rechazado por algunas autoridades de la Iglesia Católica, tal vez por eso, de este fraile franciscano no se consiguen registros escritos, salvo los que señala la tradición oral, la misma cuenta:

“El andaba por estas montañas y valles de Lara, bautizando a Gayones y Jirajaras, representando con su tambor aquellas voces que antes fueron del viento, del trueno y de otros dioses prehispánicos, bendiciendo las tierras, los frutos, la fertilidad de las mujeres, y deseando buenos augurios para los enamorados entre otras cosas más; el uso de estos elementos chamánicos sirvió para crear ese vinculo armónico entre lo social, lo religioso y lo curativo, motivos suficientes para quedar habitando para siempre en el alma de la gente de estas tierras, como voz, lamento, alegría y sueño; llamado Son de Negros (Tamunangue); también se cuenta, que el Maculele y el Kalinda realizaban un ritual acompañado por el son de los tambores, el mismo consistía en una pelea a palos, y que el fraile Antonio se emocionaba tanto con este ritual que el mismo tocaba el tamunango (Justificación por la cual integran la danza de la batalla al Tamunangue) ”.

El Tamunangue es el baile que se realiza después de la bendición del pan, en la fiesta de San Antonio en el estado Lara cada 13 de junio, sin embargo puede llevarse a cabo cualquier otro día del año para cumplir las promesas de algún devoto. Explica el maestro de música Luís Felipe Ramón Y Rivera que la palabra tamunangue deriva del nombre que se le da al tambor que se utiliza en la interpretación de los cantos característicos de esta tradición, “el tamunango”. Este ritual combina la música con el baile y el fervor religioso, también se efectúa el mismo para pagar promesas relacionadas con la salud, la bonanza económica y la recuperación de objetos perdidos, por esta razón, se inicia con una misa al santo. A esta manifestación folklórica también se le conoce como baile de negros o son de negros.

El conjunto musical se conforma básicamente con instrumentos tales como: el tiple, el cuatro, el cinco (conocido también como quinto o lira), el tambor tamunango (Una especie de cumaco de un solo parche clavado) y las maracas, la cantidad de instrumentos varía de acuerdo con el tamaño del conjunto musical, llegando a veces a duplicarse, en ocasiones se incorporan instrumentos de cuerdas dobles, los cuales son variantes de los señalados anteriormente. Vale comentar que esta estructura musical es producto de la integración de distintas expresiones culturales, es decir, las maracas son de origen autóctono ancestral, los cordófonos o instrumentos de cuerdas como el cuatro, son de procedencia hispana y los membranófonos o tambores como el tamunango son de ascendencia africana.

En cuanto a la indumentaria no existe un traje específico, en algunas ocasiones los promesantes se visten con sus mejores galas, las mujeres llevan faldas largas y blusas de faralaos escotadas hasta los hombros, flores en el cabello y alpargatas, por su parte los hombres van con liquiliqui, pañuelo al cuello, sombrero de cogollo y botines de cuero. No hay una coreografía establecida para las parejas, y los movimientos más comunes son giros y vueltas acompañados con galanteos y persecuciones entre uno y otro. Esta expresión cultural fusiona el compás nativo con el africano y el europeo, con cantos en metáforas las cuales van uniendo las ocho danzas típicas de esta tradición.

Un artículo sobre el tamunangue publicado en la página oficial de FUNDEF, explica que los cantos típicos de esta expresión reúnen "elementos de poesía castiza o típica con coplas de contenido venezolano, cortadas por estribillos largos o cortos donde, en ocasiones, figuran expresiones tales como gritos o formas en registro de falsete, las cuales se presume podrían ser de procedencia africana."

Al tamunangue le precede un velorio al santo, con cantos bíblicos: salves, décimas, amables, rondeamantes, gozos, etc. Y por supuesto el rosario. Para estos casos los promesantes contratan a músicos expertos en cantos de velorios, el 12 por la noche, frente a un altar adornado y con la imagen de San Antonio, que interpretan los cantos con cuatros, requintos, cincos, medio cincos, pandero y violines. Los cantos son a dúos y siempre hay un capitán que se encarga de dirigir y darle letra a los demás músicos.

Para el día 13, desde tempranas horas, se reúnen músicos y bailadores, los músicos se van acomodando y buscan su dúo, el cumaco se ejecuta en el hombro y en cuanto a la percusión, de eso se encargan los batalleros con sus palos o garrotes. Mientras van en procesión al son de la batalla, llegan a la iglesia, realizan una misa en honor a San Antonio y luego sacan al Santo de la iglesia, es una fiesta colectiva y muchas personas pagan promesas ese día.

Esta expresión popular consta de ocho danzas o sones conocidos con los nombres de: la batalla, la bella, la juruminga, el chichivamos o yiyivamos, el poco a poco, la perrendenga, el galerón y el seis por ocho o seis figuriao, cada uno de estos cantos y bailes son precedidos por la Salve y La Batalla, la cual se ejecuta durante la procesión. Los Coros de los Sones son los siguientes: En la Batalla “adorar, adorar, adorar a mi padre San Antonio”, En el Yiyivamos “Oé bangüe”, En la Juruminga “tumbirá”, En el Poco a Poco “Oá sí”, En la Perrendenga “Tomé ay to”. En los descansos eventuales, cantan golpes larenses y se dirigen a distintos lugares, finalmente los participantes regresan el Santo a la Iglesia, le cantan una Salve y le rezan un Rosario.

Continúa…

“Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar ese silencio estúpido”

Rómulo Pérez

1 comentario: