jueves, 2 de enero de 2014

LOS TEMIBLES HOMBRES SAPOS DE “EL RIO NEGRO”



  “Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición
LOS TEMIBLES HOMBRES SAPOS DE “EL RIO NEGRO”

            En el Estado Amazonas tenemos un recurso natural extraordinario llamado “El Rio Negro”, su nombre se debe al color oscuro de sus aguas, éste gran río amazónico es el más caudaloso del río Amazonas, y es también el mayor río de aguas negras del mundo.

A las márgenes del rio viven actualmente los Baniva; éste es un pueblo de filiación Arawak; algunos dicen que son descendientes de los antiguos Baré; y cerca muy cerca está el macizo montañoso “La Neblina”, su nombre es debido a que buena parte del año está cubierto de nubes; éste húmedo bosque es uno de los más antiguos del planeta, en él se encierran muchos mitos y leyendas, nuestros ancestros y algunos actualmente lo llamaban o llaman “Morada de los Dioses”. En sus entrañas se han encontrado algunas tallas antiguas, las mismas son una especie de remos llamados también canaletes aparo, elaborados en madera de Itauba o árbol de piedra, motivo por el cual han logrado resistir las inclemencias del tiempo y del ambiente, factores que unidos, han borrado con el paso del tiempo todo rastro que pueda servir para el registro histórico de nuestras culturas o civilizaciones ancestrales.
           
            La Amazonía venezolana ha estado siempre protegida por deidades que a juicio de nuestros ancestros son los creadores de todas las cosas, como la gente, los animales, el ambiente, las costumbres entre otras más; y gracias a esta oralidad algunos mitos hoy subsisten; el macizo montañoso “La Neblina” no está exento de ellos por algo es  bien llamado “Morada de los Dioses”, y desde éste indómito paraje se teje el relato que traigo a continuación.
        
            …Los antiguos Baré creían en Túpana como el Dios supremo, también creían que él había descendido del mundo celeste, para sacar a los hombres de las entrañas de la tierra y como estos eran muy pequeños para sobrevivir en la selva tomó una hoja de tabaco la enrolló y los sopló a todos por lo que estos crecieron y aprendieron a adaptarse al medio ambiente que los rodeaba.
           
            Túpana anhelaba que todos los hombres vivieran en sana paz y en armonía. Al principio todo fue así, por lo que llegó a fusionar lo humano con lo divino, dándoles a algunos, poderes semidivinos para crear espesas nieblas cargadas de humedad y mucho frio, como también una habilidad extraordinaria para la navegación; a estos seres los llamó “Aparo”.

Los Aparo amparados en su habilidad sobrenatural comenzaron a ambicionar más poder del que tenían, por lo que ocultos en la neblina que ellos mismo producían y navegando silenciosamente sin ser notados atacaban a otros hombres para posesionarse de las tierras.

Túpana, al percatarse de lo que estaba sucediendo pensó que todo era producto del desequilibrio, ya que para ese momento todos los seres vivos eran asexuados, por lo que permitió que su hija la Diosa Yopinai le ayudara a conseguir el equilibrio que él deseaba, ella seleccionó a los seres más sabios y los convirtió en mujeres creando así la diferencia de género, y estas a su vez, al unirse a los hombres aprendieron a dominarlos formando sociedades y dándole vida a una nueva especie.

Los Aparo contrariados y molestos por la decisión de Túpana raptaron a la Diosa Yopinai y la escondieron en el cerro “La Neblina”, y para que nadie encontrara el cerro, lo cubrieron completamente con densas nubes, de manera tal que no pudiera ser visto por el ojo humano, solamente reptiles anfibios y algunas aves visitaban y acompañaban a la Diosa Yopinai, quien les contó de su desgracia, y estos a su vez advirtieron al Dios Túpana del paradero de su hija, quien al rescatarla demostró su enojo provocando un gran diluvio cargado de violentos truenos, su rabia era tanta que decidió castigar a los Aparo, convirtiéndolos nuevamente en seres diminutos de largos brazos y enormes cabelleras y enviándolos otra vez a las entrañas de la tierra.

Yamadu demonio de las entrañas de la tierra y de la montaña, valiéndose de la ocasión, convenció a los Aparo a que se convirtieran en sus ayudantes, estos, cegados por la ambición de recuperar sus poderes aceptaron, y se convirtieron en “Mawali” espíritus malignos mitad hombre y mitad sapo, permaneciendo en el fondo de los caños y en lagunas apartadas de toda sociedad humana, saliendo de los mismos en determinadas épocas del año junto a una densa y fría neblina, navegando en pequeñas y rápidas curiaras de aproximadamente de 30 cm de largo y propulsándose con sus remos los cuales les servían también de lanzas con la que se defendían o atacaban aguerridamente.

Los antiguos Baré temían mucho a los Aparo, ya que estos espíritus malignos eran muy sanguinarios con todos aquellos que se atrevían a navegar las oscuras y turbulentas aguas del Río Negro; especialmente en época de invierno estos Mawali acechaban en las orillas de los caños ocultos en bultos de hojas, allí aguardaban pacientemente hasta que las curiaras de los Baré se acercaban lo suficiente para embestirlos con sus diminutas naves. El ambiente primero se rodeaba de una risa burlona que emitían los hombres-sapos, con la que lograban infundir miedo, luego realizaban un ataque tan violento que lograban voltear las curiaras hundiendo sus pertrechos y herramientas hasta el fondo del río e hiriendo gravemente con sus canaletes a los que no lograban salir a tiempo del agua.

Los canaletes de estos diminutos seres cumplían doble función, eran lanzas por un extremo, con la que atacaban ferozmente a su victimas y remos por el otro con los que una vez culminado el ataque y recuperado el botín del fondo del río se desplazaban velozmente para alejarse del sitio. Antes, durante y después del ataque de estas malignas criaturas, la risa burlona no cesaba de escucharse, por los que los antiguos nativos lastimados, aturdidos y asustados decían que en la distancia la risa se convertía en truenos y el botín en relámpagos.

A pesar del miedo que esta antigua etnia tenía a los terribles hombres-sapos, aprendieron a confrontarlos, mascando la hoja del tabaco para ahuyentarlos (Como en el principio de la creación lo hizo el Dios Túpana) y adentrándose en el río para pelear por sus alimentos.       

Hoy en día los Baniva, se aventuran a buscar sus alimentos en el río como lo hicieron sus antepasados, cuidándose también de los terribles guerreros Aparo, y creyendo además que estos pequeños sapos son capaces de  transformarse en hombres de muy escasa estatura, portadores de la lluvia, el trueno, los relámpagos, el viento y la neblina. Por lo que siempre sugieren que cuando alguien navegue las oscuras aguas de “El Río Negro” esté muy atento a todo, de los más mínimos movimientos que se dan en la espesura, del clima, de las hojas en el río y de las risas que se sienten en el ambiente; aconsejándoles a que se retiren inmediatamente del lugar, ya que si de casualidad son los temibles hombres-sapos es porque se encuentran muy cerca y en cualquier momento atacan…

Por: Rómulo E. Pérez F.
@rmulo_e



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