UN SUEÑO QUE ESTÁ EN LA HISTORIA
(El
Cacique Marakaya y su linaje)
Por: Rómulo E. Pérez Falcón
Entregado en los brazos apacibles de Morfeo me
encontraba, y cada segundo que pasaba me hundía más en aquel oscuro, pero no
tenebroso paraje, el cual invadía con la visión de mi inconsciente…
En el vi, como llegaron a esta noble tierra desde los
cuatro puntos cardinales personas agrupadas en clanes que no se hablaron entre
sí, pero que se entendieron muy bien, por lo que lograron establecerse sin
complicaciones ningunas; esas sociedades dominaron el arte de la caza y la
peca, trabajaron la madera, la fibra, el hueso, el cuero y la concha marina,
dominaron el fuego, se comunicaron por medio de símbolos que pintaron en las
piedras, en su agricultura predominó la yuca, el maíz, el ocumo, la papa, el
frijol o caraota, la auyama, entre otros cultivos más…
Entendí
que aquello que observaba era la prehistoria Venezolana; allí no existían
comarcas, cuando un espacio se agotaba ese clan que lo habitaba simplemente se
dirigía a otro terreno o espacio; así transcurrió mucho tiempo; durante ese
largo periodo un clan se fue haciendo grande y numeroso, los “ARAWAK”; su expansión se debió a que
se aclimataron más fácil y rápidamente a las condiciones naturales que ofrecía
la región, mientras que los otros clanes disminuían en número, emigraban del
territorio o tendían a desaparecer. Luego de algunos siglos los ARAWAK
dominaban casi todo el territorio Nacional, por lo que se constituyeron en la
mayor familia vernácula. Lo que yo conozco como la “RAÍZ ÉTNICA BÁSICA”, la misma era guiada y protegida por su máximo
líder “SHAMASH”…
Está familia vernácula que se desarrollaba social y
armoniosamente de la mano con su hábitat natural de pronto se ve afectada por
un grupo étnico que se caracterizaba por estar conformado por puros hombres,
los cuales eran grandes navegantes y excelentes guerreros, ellos se denominaban
asimismo “CARIBES”; por mucho tiempo
lucharon encarnizadamente; los arawak eran muchos pero los caribes eran
expertos guerreros, atacaban de día y de noche, no daban tregua. Por los arawak
el gran líder SHAMASH se mostraba como invencible, hacia sucumbir a todos sus
atacantes, mientras él no recibía ni un rasguño…
Esa
bizarría del gran líder SHAMASH, tenía atemorizado a los caribes, por lo que
muchos de ellos siguieron su camino a lo que hoy es Colombia, los que se
quedaron a combatir fueron los más bravos e inteligentes, quienes a pesar de
ver y sufrir la fuerza y coraje de éste mágico ser, no se dignaron a creer que
podían ser derrotados; los caribes siguieron luchando hasta descubrir la fuente
de energía y poder del gran líder arawak, la misma se encontraba en un altar
que adoraba éste líder, dicho altar era una ofrenda a su padre, el DIOS SHAMASH (Dios del sol y la
justicia). El altar fue destruido, y por esta acción lograron darle muerte al
gran líder, al alcanzarlo con una lanza en una de sus costillas. El pueblo
arawak se atemorizó mucho, disminuyendo su accionar en la contienda, por lo que
la mayoría de los hombres fueron asesinados, los que sobrevivieron huyeron y
las mujeres fueron capturadas…
Los
caribes celebraban eufóricos la muerte del gran guerreo, por lo que se
dirigieron al sitio donde yacía su cuerpo para cortarle la cabeza y mostrarla
como trofeo de guerra y como símbolo de invencibilidad, al rodear el cuerpo
para mutilarlo éste desapareció ante la mirada atónita de todos, quienes
inmediatamente se arrodillaron para rendir oraciones al gran líder, entendiendo
desde entonces que era el hijo del DIOS SHAMASH. Como expresión de
arrepentimiento, y buscando agradar al Dios para evitar algún castigo divino,
los caribes adoptaron el nombre de SHAMASH pero con clara deformación por lo
diferente de su lengua “CHAMAN” como
máximo título para ser otorgado al hombre más sobresaliente e inteligente de la
etnia invasora, además de liberar a todas las mujeres arawak…
La
mujeres no abandonaron el territorio por considerarlo sagrado, ya que se
sentían protegidas por el padre de su Gran líder, entonces pactaron con los
invasores caribes, conservaron su lengua materna y sus costumbres a cambio de
una nueva generación. Al amanecer del séptimo día de la desaparición del cuerpo
del Gran líder SHAMASH, en el mismo sitio aparece de pronto el cuerpo en estado
de desintegración y la lanza que le dio muerte atravesando una de sus costillas
ahora era un joven arbusto, ninguno se atrevió a cuestionar aquel suceso y por
el contrario todos, hombres y mujeres rodearon en perfecto y gigantesco circulo
aquella divina aparición; a partir de ese momento le otorgaron poderes divinos
y místicos al joven árbol, a quien las mujeres lo identificaban como SHAMASH y
los hombres como CHAMAN…
Transcurrieron
varios siglos y el árbol sagrado ahora era grande e inmenso, además de ser
reconocido como un Dios, la nueva etnia lo adoraba y todos los seres nacían
bajo su robusta fronda ya que se creía que naciendo allí se contaba con
protección divina; éste frondoso
árbol estaba rodeado en perfecta ubicación circular
por trece piedras algo esféricas y achatadas en
su parte superior, cada una
era seguida por una gigantesca palma real que en lengua nativa se llama araugua (chaguaramo), y ninguna, ni las piedras ni las palmas invadían la sombra que reflejaba el follaje
del sagrado árbol…
En
la copa de aquel sagrado árbol (En los brazos de DIOS), escondido entre el
follaje se la pasaba un niño, cuyo protector era un anciano, que además era el
chaman y jefe de esa etnia que por las características de su territorio se
denominaban “ARAUGUA” como la palma real, ya que esta hermosa palmera predominaba
en su extenso ecosistema. A ese niño lo llamaban Marakaya, quien además era muy
querido y respetado por todos, ya que sobre él se tejía un maravilloso
misterio…
La
sacerdotisa Hirimay cuando se sentaba a los pies del sagrado árbol caía en
profundo trance, entonces contaba a todos los enigmas que abrazaban a esa noble
tierra, uno de esos cuentos decía que el niño Marakaya, que en lengua Caribe
significa Jaguar o tigre sabanero, sería el protector de toda la inmensa
familia de los Araugua, ya que él era hijo del Dios Shamash y hermano de sangre
del antiguo Gran líder y jefe Arawak convertido en sagrado árbol, por eso nunca
morirá por causas terrenales; Hirimay contaba que cuando Marakaya nació sus
padres terrenales murieron por eso el jefe chaman se hizo cargo de él; no tiene
ascendencia de sangre alguna porque sus padres terrenales eran hijos únicos y
tampoco tenían ascendencia y así los padres de estos y los padres de estos…
Marakaya
era excepcional, sus características físicas, sus actitudes y sus aptitudes
eran excepcionales, ni jóvenes, ni adultos, ni viejos lo superaban, ni en
competencias ni en conocimientos, dominaba
el arte de la astronomía, por lo que sabía medir el tiempo para calcular la
entrada de las lluvias con fines agrícolas, religiosos y hasta para la
navegación nocturna, entre otras muchas cualidades más. Lo comparaban con un
felino por su agilidad y porque no era muy dado a andar en
grupos, le gustaba cazar solo en la selva, entre muchas cosas por la habilidad
que tenia para trepar a los árboles, ya que allí podía atrapar pájaros y monos,
su gran velocidad lo convertía en un cazador preciso y astuto, prefería
realizar sus actividades cayendo la tarde y en la noche porque poseía un
excelente sentido de la visión y de la ubicación…
El
anciano chaman ya en las postrimerías de sus días, reunió a todos los araugua
bajo la inmensa sombra del Dios árbol; ese día consagró al joven Marakaya como
gran líder y jefe de todos sus dominios, dio a todos la oportunidad de
protestar aquel nombramiento, pero nadie lo hizo todos estaban de acuerdo,
hasta los guerreros más experimentados. A pesar de ser Marakaya muy joven para
la responsabilidad asignada, era el hijo del Dios Shamash, y ser guiados y
protegidos por el hijo de Dios no era poca cosa, además la profecía decía que
“Él nunca morirá por causas terrenales”, lo que la daba a la numerosa familia
araugua esperanzas de prosperidad futura…
Eran
tiempos difíciles, esta nueva raza de gente producto del mestizaje entre
caribes y arawak con el paso de los siglos había crecido mucho en números de
habitantes y ahora se encontraban marcando sus territorios, los dominios del
chaman y jefe de los Araugua se extendían desde parte de los Estados Vargas,
Miranda, Carabobo y Guárico, todo el Estado Aragua, el lago de Los Tacariguas y
la Bahía de Turiamo. A pesar de haber asumido muy joven esta inmensa posesión
de territorio, el Cacique Marakaya no tuvo inconvenientes violentos con los
territorios vecinos, ya que nunca ambicionó mayores dominios a los que ya
tenía, por lo que sus relaciones fueron estables con los Caciques Dunare por el
Estado Guárico, Nagoanagoa por Carabobo y el Cacique Turiamo por la Bahía de
Turiamo quien era su gran amigo y aliado; no así sucedía con Catuche Cacique de
los Teques, hombre de carácter fuerte y recio tanto que no permitía que sus
normas fueran quebrantadas, siempre infundía a su gente el amor por la defensa
de sus tierras, de tal manera que creía que mientras más grandes sean sus
dominios mayor sería su honra…
Catuche
siempre asedió a los araugua, pero jamás logró victoria alguna; tales
confrontaciones siempre estuvieron rodeadas de un mágico heroísmo por parte de
los araugua. La sacerdotisa Hirimay cuando los gurreros salían a defender sus
territorios comandados por el Cacique Marakaya, reunía al resto de la familia
bajo la fronda del sagrado árbol y en profundo trance narraba a todos los
acontecimientos de aquellas batallas…
“Nuestros gurreros están trepados a los árboles unos y
otros escondidos entre peñas y matorrales, el jefe Marakaya como siempre solo
en un árbol, con paciencia esperan la llegada de los Teques, ellos son muchos y
vienen muy dispuestos, el gran guerrero Catuche está al frente, se nota cauto
porque los caminos se le confunden, gracias al Dios Shamash que también
colabora, ya están cerca y los nuestros atentos, lluvia de flechas sorprenden a
los Teques, están confundidos, desde las piedras y los matorrales también les
atacan, un jaguar de repente aparece en la reyerta, ataca a uno y luego a otro
y a otro, el guerrero Catuche ordena la retirada, el jefe Marakaya los deja ir,
una vez más nuestros dominios han sido protegidos y nuestro Gran líder jefe
viene de regreso sin sufrir herida ninguna”.
El
Cacique Marakaya se había convertido en un hombre de características
espectaculares, corpulento, valiente, altivo, poseedor de una energía
impresionante (Cual Hércules griego, y al igual que éste mítico héroe, también
era hijo de un Dios y contaba con poderes divinos), su cara era de aspecto
desagradable por la dureza que trasmitía, su mirada taimada y maliciosa parecía
adivinar los pensamientos ajenos, su negra y brillante cabellera estaba
adornada con una hermosa corona de plumas multicolores, que hacía honor a su
alta investidura, sus brazos y piernas estaban ataviados con brazaletes labrados con metales brillantes y
piedras preciosas, que significaban las hazañas logradas a lo largo de su
vida, y que además lo hacían ver como el gran jaguar que la sacerdotisa Hirimay
mencionaba cada vez que caía en profundo trance…
Éste
legendario Cacique desde su infancia, apenas comenzaba a amanecer, salía de su
humilde choza y se trepaba a la copa del sagrado árbol, allí solía pasar buena
parte del día hasta cuando comenzaba a entrar la tarde que era cuando más
activo se ponía; nunca nadie contradijo esa actitud, ya que todos decían que
desde tan elevado sitio él se comunicaba con su padre y con su hermano en
prolongada oración. Cuando bajaba de la copa del sagrado árbol se perdía entre
la espesura y solo regresaba bien entrada la noche, no se sabía que hacía
porque siempre estaba solo, a pesar de tan extraña rutina nunca abandonó a su
gente y siempre estuvo presto para lo que le necesitasen; nunca se le conoció
mujer alguna, sin embargo una noche despertó a todos para presentarles a un
pequeño niño que tenía en los brazos, llamó especialmente a la anciana
sacerdotisa Hirimay y le confió la crianza del pequeño indicando a la vez que
él sería su heredero…
“Será llamado Conopoima, que quiere decir creciente de
río; en el momento que nació, el río creció abruptamente llevándose a su madre,
así me lo hicieron saber mí padre y mi hermano; aprenderá todo lo que yo sé,
contará con la protección con que yo cuento; al momento de mí partida, tu
Meregote asumirás el mando, él para entonces será aun muy joven, y además tiene
otras misiones que cumplir, por eso no puede jamás ser líder de los araugua”.
Con
el transcurrir de los años Conopoima se había convertido en un joven muy astuto
y sagaz, repetía con sorprendente precisión las actitudes y aptitudes del viejo
Cacique Marakaya, por lo que algunos cariñosamente le decían el joven Maracay…
El
Cacique Catuche moría de viejo y al mando de los Teques dejaba al joven
Guaicaipuro, quien tendría para entonces 20 años de edad, éste astuto y viejo
guerrero, recomendaba a Guaicaipuro, que no enfrentara al viejo Cacique
Marakaya porque él era invencible, que sobre él hay una leyenda de que nunca
morirá por causas terrenales, por lo que más bien le recomendaba que tratara de
convertirse en su aliado igual que los otros caciques…
El
viejo Marakaya se encontraba en la copa del sagrado árbol, cuando su padre y su
hermano le contaron que ya se acercaba la hora de partir, que debía hablar con
Meregote para que supiera qué hacer cuando él no esté. Comenzaban tiempos
nuevos, tiempos de cambios, una nueva raza de hombres que venían del mar
invadían los territorios, eran personas más violentas que los Teques, usaban
otro tipo armas, de animales, de vestimenta, todo era distinto; comandados por Juan Rodríguez Suárez, un
hombre terrible, a quien le decían sus afines, el capitán de la capa roja y la espada invencible, y
los nativos, el monstruo de dos cabezas…
Éste
peligroso capitán se encontraba en los dominios del viejo Cacique Marakaya,
quien lo esperó pacientemente junto a Meregote como segundo al mando en la
inmensa espesura (Marakaya sabía que éste capitán era realmente un hombre
sanguinario, pero todo aquel manto de leyendas que sobre él se tejía de que se
convertía en un monstruo infernal de dos cabezas era totalmente falso, él sabía
que era un hombre sin ninguna condición sobrenatural; su
padre y su hermano se lo habían advertido cuando se encontraba en la copa del
sagrado árbol y eso mismo hizo el Cacique con sus guerreros para evitar que el
temor los invadiera), una vez cerca los invasores, los araugua atacaron
denodadamente y Juan Rodríguez Suárez,
el capitán de la capa roja y la espada invencible, fue venciendo en gallarda
lid, y obligado a emprender una rápida huida de los dominios del anciano
Cacique…
Dicho triunfo resonó en los
oídos del joven Guaicaipuro, quien rápidamente se acercó a los predios del
viejo Marakaya para pactar con él; se reunieron bajo la sombra del sagrado
árbol, en primera instancia el joven trató de probar la bizarría del viejo y lo
retó a duelo, pero Conopoima que estaba presente no permitió tal abuso de
Guaicaipuro y le propuso que la pelea fuera con él, Marakaya no permitió que
Conopoima y Guaicaipuro se pelearan, diciéndole a Guaicaipuro:
“Cuando él nació su madre murió por causa del río… ¿Entiendes
el gran aprecio que le tengo? Sé, de tu grandes virtudes de guerrero, por lo
tanto pelearemos tú y yo, y si muero, tú serás su padre”.
Tal arrojo causó en
Guaicaipuro gran emoción que sin contenerse contestó:
“No pelearemos,
a partir de ahora seré tú primer aliado seré leal y fiel a tus órdenes y
Conopoima será mi hermano”.
La reacción de Guaicaipuro agradó mucho a
Marakaya quien con voz entusiasmada alta y enfática dijo a todos los
araugua:
“A partir de éste momento declaro al Gran
guerrero Guaicaipuro, Cacique de Teques y Caracas, como aliado nuestro y de
nuestros amigos”.
Como muestra de tan honroso reconocimiento el viejo le
obsequió a Guaicaipuro una corona adornada con cuatro plumas rojas que
simbolizaban la alianza con los caciques Dunare,
Nagoanagoa, Turiamo y Marakaya en tiempos de guerra y en contra del invasor
español, reconociéndolo como Cacique jefe supremo de Teques y Caracas, con
soberanía sobre Arauguas, Naguanaguas y Cumanagotos…
El
peso de los años hizo mella en el viejo Cacique quien agotado después de andar
en la oscura espesura entró a su humilde choza se recostó quedándose dormido,
al despuntar la mañana, Marakaya aun dormía plácidamente, ese día no subió a la
copa del sagrado árbol solo dormía, nadie se atrevió a despertarlo, Meregote
ordenó que no lo molestaran, ya que ese sería el ultimo día en que estaría con
ellos, a media mañana sorprendentemente todos vieron salir de aquella choza a
un enorme jaguar, que caminaba lento y calmado, cuando estuvo a punto de entrar
en la espesura se detuvo volteó a mirar a todos lanzó un rugido y se internó en
la espesura, más nunca se supo de éste Gran líder jefe, cumpliéndose la
profecía “Él nunca morirá por causas
terrenales”…
El
español Rodríguez Suárez nunca
comprendió ni aceptó la derrota que le propinara aquel viejo Cacique con un
puñado de nativos en tan agreste paraje; jamás había sido vencido desde el
Nuevo Reino de Granada (Hoy República de Colombia), pasando por Táchira, Mérida
(La cual fundó), Trujillo, Lara, Yaracuy y Carabobo, hasta llegar a los
dominios del Cacique Marakaya. El capitán español había jurado vengarse del
jefe de los araugua, pero algunos nativos serviles a la causa española trataron
de convencerlo de no hacerlo, ya que sobre éste guerrero pesaba una leyenda que
lo hacía invencible; al enterarse del cumplimiento de la profecía, el astuto
español ideó una estrategia que consistió en matar a un jaguar que se
encontraba durmiendo en la copa de un árbol y apoyado por los nativos que lo
acompañaban corrieron la voz de que Rodríguez Suárez había terminado con la
vida del Gran Cacique Marakaya cuando éste se encontraba durmiendo. Tal
comentario cobro fuerza en los predios de los araugua que la confusión y la
consternación ocasionó la dispersión de tan unido pueblo…
Al Cacique Meregote le tocó
la dura tarea de unir de nuevo a tan bizarro pueblo, pero estos no aceptaban
los argumentos que el nuevo Cacique les esgrimía, ya que se sentían no solo
triste por tan amarga noticia, sino más bien traicionados y engañados por el
Dios Shamash, quien les había dicho que el Gran Cacique Marakaya nunca moriría
por muerte terrenal; Meregote en estado atónito afligido y cabizbajo recordó de
pronto el último consejo que le diera su Gran jefe…
“En momentos apremiantes buscas a Conopoima y con
cinco guerreros más van al sitio donde por primera vez combatimos con el Gran
Cacique Catuche y allí encontraras respuestas a tus inquietudes”.
Meregote sin perder tiempo
reunió a cinco de sus mejores gurreros y salieron a buscar a Conopoima (El
joven Maracay o Maracay) que en ese momento estaba radicado con su mujer una
hermosa nativa de los Teques y sus hijos, en un lugar conocido como “El Peñón”,
desde allí servía a dos causas la de su padre Marakaya y la de Guaicaipuro;
para entonces Conopoima se había convertido en un guerrero de características
especiales en vista de que poseía en su interior la sabiduría de dos grandes
Cacique jamás conocidos en la historia, tales cualidades generaban en Maracay desconcierto
y preocupación, su padre le había dicho poco antes de desaparecer que jamás
seria líder de los araugua y Guaicaipuro muy al contrario, lo acababa de
nombrar su sucesor en el mando de todos los guerreros que se encontraran dentro
de sus dominios…
Meregote,
Conopoima (Maracay) y los cinco guerreros araugua partieron hacia el sitio
indicado por el viejo Cacique Marakaya, una vez allí buscaron intensamente
alguna señal, después de mucho tiempo de búsqueda Conopoima consiguió en los
pies de un Bucare los restos de un pequeño Jaguar, todos se reunieron alrededor
de los mismos y entendieron que ese fue el jaguar que Rodríguez Suarez había
matado para difundir la nefasta historia de que el capitán español había
terminado con la vida del viejo Cacique Marakaya; alrededor de los restos del
animal los siete hombres realizaron prolongadas oraciones y al termino de estas
juraron vengar y defender con la vida misma la honra de su antiguo jefe,
tomaron los restos del animal y se dirigieron a los predios del sagrado árbol…
Meregote
convocó a todos: ancianos, ancianas, mujeres, hombres, niños y niñas, mostró
los restos del animal, les habló de las características de animal joven, de las
heridas que presentaba, del tamaño, etc. les hizo recordar a todos que el viejo
Cacique fue un jaguar enorme y viejo, su piel se distinguía de todas las otras
por características especiales que solo los araugua conocían; les hizo entender
que el capitán de la capa roja y la espada invencible se burló de todos, que el
Dios Shamash jamás mintió, que el viejo Cacique sigue en la espesura
custodiando sus dominios, y que tal ofensa debía ser lavada; todos estaban
enardecidos y al unísono grito juraron vengar la humillación a que fueron
sometidos y limpiar la imagen de su antiguo jefe aun acosta de la vida misma…
El capitán Juan Rodríguez
Suárez se enteró de que los araugua habían descubierto la farsa y estaban
dispuestos a vengarse, esta situación lo puso en estado de alerta y nerviosismo
ya que él sabía de la bizarría de estos guerreros, que además eran liderados
por el gran Cacique Meregote y por el guerrero Maracay (Conopoima) quien nada
más y nada menos era el hijo del terrible Marakaya; presagiando el capitán un
evento de grandes magnitudes decidió armar a sus tropas con todo los pertrechos
posibles que había traído de ultramar (Arcabuces,
espadas, lanzas y cañones, contando también con las flechas de los nativos
aliados), además juró someter
a los araugua a la bandera española, por lo que solicitó refuerzos para
aumentar el número de sus tropas…
El capitán de la capa roja
avanzaba apresuradamente con un ejército numeroso y bien armado sobre los
dominios del Cacique Meregote, quien pacientemente lo espera en la Colina de la
Cruz, mismo sitio en donde anteriormente él y el Cacique Marakaya habían
vencido a Rodríguez Suarez; también los araugua eran muchos, no solo estaban
los mejores guerreros, sino además todos los hombres, los guerreros ancianos,
las mujeres, los adolecentes, en fin casi todo el pueblo; Meregote y Maracay
estaban ansiosos no veían la hora en que se diera la confrontación, de pronto
el Cacique ordenó a Maracay que abandone el lugar, ya que él está destinado a
honrar la memoria de su padre después de éste acontecimiento, en principio
Maracay se negó a obedecer la orden, no solo por no entenderla, sino además
porque no estaba de acuerdo, pero ante la insistencia del Cacique, no le quedó
más remedio que obedecer…
Al
fin se encontraron los dos bandos, la lucha fue a muerte los invasores
españoles con su gran número de tropas no pudieron avanzar más allá de la
Colina de la Cruz, allí fueron retenidos por varios días, las bajas de ambos
lados eran cuantiosas, pero al final Meregote y su pueblo sucumbieron por la
superioridad armamentista del bando español; a pesar del triunfo, Rodríguez
Suarez estaba consternado, ¿Cómo era posible que un ejército de nativos le
hubiese causado tantas bajas, a tal punto que casi pierde la confrontación?,
pero lo más humillante fue que no quedó uno vivo a quien pueda someter a la
esclavitud de la corona española. Tal valentía de los nativos generó en el
capitán español estremecimiento y reconocimiento que a pesar de haberse
apoderado de las tierras permitió que las mismas sigan conociéndose como
territorio de los araugua (Aragua)…
Conopoima
(Maracay) y Guaicaipuro aun discutían el nombramiento guerrero del que había
sido objeto, y una reacción astuta de Conopoima le dio un giro distinto a las
intenciones iníciales que tenía Guaicaipuro…
“Aceptaré la responsabilidad que me estas asignando
como líder guerrero, ya que eso soy, un guerrero, mi padre lo fue y los padres
de mi padre lo fueron, pero no te sucederé como Cacique, por dos razones, la
primera, no pude pelear con mi pueblo en contra del capitán blanco de la capa
roja, por lo tanto no puedo llevar con honra esa corona de cuatro plumas que mi
padre te obsequió gustosamente, y además te reconoció ese día como Cacique de Teques de Caracas y como aliado
nuestro y de nuestros amigos, en segundo lugar, a quien corresponde el honor de
llevar esas plumas en la cabeza es a Baruta, él es sangre de tu sangre por lo
tanto legitimo sucesor tuyo y de todos tus dominios, además de ser excelente
líder y guerrero”.
El Cacique Guaicaipuro no estuvo de acuerdo con los
alegatos que le manifestó Conopoima por lo que trató de convencerlo, cuando
llegó a ellos la nefasta noticia de la derrota que había sufrido el Cacique
Meregote en manos del español Rodríguez Suárez y de la aniquilación total de
todo el pueblo de los araugua; tal noticia dejó en estado de shock a Conopoima,
que recordó súbitamente todos los pasajes sangrientos en los que había
participado desde la más pequeñas de la confrontaciones hasta cuando el Cacique
Sorocaima en un acto de extrema bizarría obligó prácticamente al capitán
español Garci González de Silva a que le amputara una mano, cuando gritó a sus
guerreros…
"Aprieten duro que los enemigos son escasos y el
triunfo es seguro si no falta valor".
En
ese momento entendió claramente las palabras de su padre el Cacique Marakaya
cuando dijo que jamás podría ser líder de los araugua, también entendió la
orden de Meregote cuando lo obligó a abandonar su dominios en el momento de la
confrontación contra el español, ya que él tenía otras misiones que cumplir;
tales recuerdos lo desconcertaron aun mas. ¿Por qué el destino le habrá
impedido defender a su propio pueblo? ¿Por qué Guaicaipuro le exigía defender a
otros pueblos? Conopoima perturbado se introducía en la espesura cuando
Guaicaipuro se le acercó y le juró vengar la muerte de su pueblo, pero éste aun
en shock le pidió que lo dejase solo ya que tenía mucho sobre que reflexionar…
Habían
transcurrido muchos días y nada se sabía de Maracay; muchas cosas se dijeron
pero ninguna con certeza; algunos dijeron que lo habían visto en la espesura en
las copas de unos árboles orando y acompañado por un jaguar, otros, que lo
habían visto navegando por el rio Macarao en una curiara
y acompañado de un jaguar, también se comentó que rondaba en las inmediaciones
de su hogar en compañía de un jaguar, en fin muchas cosas se dijeron, lo cierto
es que nada se sabía de él, ni Guaicaipuro, ni su familia allá en el cerro el
Peñón…
Guaicaipuro
en su afán de vengar al pueblo araugua no cesaba en ubicar el paradero del
capitán español Juan Rodríguez Suárez también conocido como el capitán de la
capa roja y la espada invencible, hasta el día en que supo que dicho capitán se
dirigía a Valencia con seis soldados, buscando apresar a otro español conocido
como el Tirano Lope de Aguirre; el Cacique se hizo acompañar por Terepaima y
otros guerreros mas, logrando interceptar al español en la montaña de Las
Cocuizas (Estado Aragua), consumando su venganza y apoderándose de la famosa
espada. Maracay (Conopoima) también rastreaba las huellas de Rodríguez Suárez
cuando se percató de la emboscada que le tendía Guaicaipuro; entonces decidió
no entorpecer a éste y permanecer como simple espectador…
Maracay
se dedicó a la difícil labor de reorganizar nuevamente a su gente, su sed de
venganza no solo contra Rodríguez Suárez sino más bien contra todos los blancos
españoles lo obligó a desempeñar tan dificultosa tarea, la cual concretó con
éxito gracias al misticismo que lo rodeaba (Por sus venas corría sangre de
dioses), además de ser gran líder y excelente guerrero, su esfuerzo fue tal,
que logró reunir más de un millar de nativos entre hombres y mujeres dispuestos
a dar la vida por la causa aborigen, quienes además juraron respetar la memoria
del viejo Cacique Marakaya, llamándose a partir de ese momento los Maracayes y
Conopoima (Maracay) fue reconocido como el gran líder y jefe guerrero Cacique
Maracay. Los maracayes después de varias confrontaciones exitosas en contra de
españoles y nativos serviles a la bandera de España, habían adquirido fama de
invencibles, tejiéndose sobre ellos una leyenda de que el espíritu de un jaguar
los acompañaba en sus confrontaciones, por lo que eran temidos por propios y
extraños…
El
Cacique Maracay en la montaña de Las Cocuizas observó pacientemente como
Guaicaipuro cumplía su promesa y lavaba la afrenta que el capitán Rodríguez
Suárez había cometido contra su pueblo nativo; tal lealtad de Guaicaipuro hizo
reflexionar a Maracay que había jurado tomar la justicia por sus propias manos
y de forma individual; una vez más convocó a los maracayes y los motivó a unir
sus esfuerzos con los del gran líder y jefe guerrero Cacique Guaicaipuro, por
lo que emprendieron la marcha casi que inmediatamente a los dominios de éste…
Guaicaipuro
se enteró que el Cacique Maracay avanzaba hacia la nueva villa fundada por
Diego de Lozada, llamada Santiago de León de Caracas, lo acompañaba un ejército
de más de mil guerreros, iban bien armados, con armas obtenidas en combates
contra los españoles, la fama del ejército superaba sus hazañas, no le temían
al español a caballo, no creían en monstruos diabólicos escupe fuegos, sabían
perfectamente que los españoles eran seres iguales a ellos, es decir no eran espíritus
sino hombres de carne y huesos, en fin, todos esos conocimientos los convertían
en un ejército poderoso y temido por el hombre blanco, quienes además si creían
que a dichos guerreros los acompañaba el espíritu de un jaguar. Cuando llegaron
al sector de las Adjuntas los esperaba una tropa de españoles comandada por el
Capitán Francisco Infantes quien aspiraba sorprender al Cacique Maracay y sus
guerreros, pero el Cacique era conocedor de todos esos lares, se percató de la
emboscada que le tenían, por lo que cambió el rumbo, rodeó al capitán español y
lo atacó ferozmente reduciendo la tropa a menos de una decena…
Entre
escaramuzas y escondidillas llegó el Cacique Maracay a la nueva villa (Hoy
Caracas), la asedió constantemente por varios días, minando la resistencia del
Capitán Diego de Losada; a quien además de los constantes ataques por parte de
Maracay, le preocupaba mucho mas la llegada del Cacique Guaicaipuro para que
unificara fuerzas con su antiguo aliado. Por lo que decidió enviar al Capitán Francisco
Infantes al acecho del jefe de los Teques y Caracas; dicho capitán convenció a
unos nativos para que delataran el paradero del gran líder Cacique,
sorprendiéndolo y matándolo, no sin antes confrontar bizarro combate con tan
eminente guerrero. La noticia de la muerte de Guaicaipuro llegó a los oídos de
Maracay, quien lejos de consternarse como supuso Losada que sucedería se
encolerizó aun más a tal punto que casi derrota a Losada en un ataque que duró
aproximadamente veinte horas. Diezmado Losada y agotados los maracayes y sus
aliados deciden Maracay y otros Caciques no atacar por unos días…
Durante
el receso que se supuso serviría para recuperar las energías, mejorar los
pertrechos armamentísticos y adiestrarse en las estrategias bélicas de las
próximas confrontaciones Maracay (Conopoima) iba y venía a su viejo hogar, una
choza enclavada en el cerro el Peñón de los Teques, allí lo esperaban a diario
su esposa una hermosa mujer tequeña y sus hijos, compartían todos juntos a la
vez que se bañaban en las riveras del río Macarao, hasta el día en que fue
descubierto; una comisión de cinco personas cuatro españoles y un nativo fue
asignada para acechar al Cacique…
Los
españoles esperaron a que estuviera reunido con su familia ya que temían
confrontarlo a él solo, ellos sabían que para poder someterlo tendrían que
someter primero a su familia, en efecto así sucedió, cuando estaban en la
tranquilidad del hogar fueron sorprendidos por los españoles, quienes ataron a
todos y una vez entrada la noche embriagados por el licor y en franca emoción
de júbilo fueron asesinando al compás del sonido de los arcabuces uno a uno sus
hijos, haciendo larga la noche e inmensa la agonía, al presentar el alba en la
choza sus tenues rayos de luz, Maracay y su mujer no cesaban de llorar, un
español liberó a la mujer para abusar de ella, pero ésta, en ágil movimiento
logró despojarlo de su espada y le traspasó el corazón, cuando intentó liberar
a su marido fue alcanzada por una flecha que la mató en el acto…
El
Cacique lloró amarga y desconsoladamente, suplicó a sus captores que lo
liberaran para enterrar a su familia y que después lo mataran, uno de ellos se
conmovió y lo liberó, pero inmediatamente Maracay lo sometió dándole muerte, al
mismo tiempo suenan dos disparos de arcabuces que logran alcanzarlo hiriéndolo
mortalmente, súbitamente de la espesura sale un enorme jaguar que ataca a los
españoles matándolos en el acto, se acercó al cuerpo tendido del Cacique lamió
las heridas, volteó a mirar al nativo que preso de miedo temblaba entre los
matorrales y se alejó del lugar, casi inmediatamente Maracay se levantó del
suelo, el nativo no podía creerlo con dos tiros en el pecho y aun se mantenía
en pie, tomó a sus hijos uno a uno los colocó en la canoa en posición de
sentados buscó a su esposa también la sentó, él se sentó con ellos los abrazó a
todos y de repente la rivera del río se los tragó…
El
nativo aun permanecía escondido entre los matorrales, no podía caminar las
piernas le temblaban mucho, estaba confundido y afligido, entendió que hasta
ese momento había apoyado una causa injusta, supo en ese momento que Dios
estaba del lado de los nativos y que por culpa de él y de muchos como él ahora
estaban perdidos; como pudo se incorporó y fue a llevar la triste noticia de
aquel macabro lance a los maracayes y sus aliados, les contó al detalle todo,
el nativo fue condenado al servilismo de los maracayes y a contar siempre el
macabro lance…
Después
de la triste muerte del Cacique Maracay o Conopoima, culminó
el proceso de rebeliones que venían originándose en el centro del país, los
mismos ya superaban las dos décadas y tanto españoles como nativos estaban
agotados, el Cacique Baruta fue el encargado de pactar el armisticio…
Con el transcurrir del tiempo en el sitio donde
desapareció la canoa con el Cacique Maracay y toda su familia creció un robusto
Bucare, el cual florea espectacularmente ofreciendo a todos unas lindísimas
flores rojas de belleza incomparable, por lo que la gente comenzó a creer que
tales flores son el símbolo del gran amor familiar que Maracay sintió hasta el
momento de su muerte, además de la esplendorosa belleza que ofreció el mítico
árbol desde la raíz hasta la copa, correspondió también al bravo cacique, el
misticismo que lo envolvió desde el propio nacimiento cuando el río le arrebató
a su madre, y luego también se lo llevó a él con toda su familia, también dice la
gente que de vez en cuando un enorme jaguar descansa en la copa del árbol…
Poco a poco me fui despertando de aquel profundo sueño
en que dioses hombres y naturaleza se mimetiza en una sola persona, para darle
sentido a pasajes de la historia que por falta de registros parecieran no tener
continuidad, ya sean estos hechos reales o fantasiosos.
Rómulo E. Pérez Falcón
C.I. 6.364.374