miércoles, 14 de agosto de 2013

EL INDIO YARURO Y EL GABAN




“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición
EL INDIO YARURO Y EL GABAN
(Cuento Apureño)
  
Esta historia se desarrolló hace muchos años en el inmenso llano venezolano, para ser exacto en lo que es hoy el Apure, esto sucedió cuando ni siquiera los españoles se imaginaban que existía esta tierra de gracia.

Era un día templado y hacía un calor infernal. Salió el Indio Tequemereque a cazar para llevar el sustento a su familia ya que era numerosa, su esposa Kaina, lo esperaba todos los días porque cuando él salía a cazar duraba hasta una semana, pero regresaba con buena casería como para un mes.

El indio era un hombre alto y de buena envergadura y sobre todo muy fuerte, se decía que con darle una pedrada a un árbol todos los frutos caían al suelo, en fin, mientras que Tequemereque caminaba por el bosque cercano a las inmensas sabanas del hoy conocido Arauca, un Gabán pecho rojo estaba parado en una rama alta, acicalándose y peinándose su exuberante plumaje cuando es descubierto por el indio, en ese momento el gabán voló para volver al lado de su gabana y sus polluelos.

El indio se encontraba entonces en la pradera y siguió buscando algo que cazar, a lo lejos divisó en un árbol muy alto en medio de la sabana, de nuevo al gabán que había visto, pero se dio cuenta que estaba demasiado lejos para acertarle con su arco y flecha entonces decidió acercarse al ave, pero al hacerlo pisó un palo seco  y esta lo descubrió y le dijo:

- ¿Que busca aquí indio yaruro? A mí sí que no me vas a atrapar; vete a cazar animales de tierra, pero no pretendas atraparme a mí, indio yaruro del monte, en la sabana no cazarás nada y no me mires así que a mí nadie me caza, ya perdí la cuenta de los que como tú me han querido cazar, así es que vuelve al bosque de donde saliste--

El indio al escuchar el reto y las burlas del gabán le contestó:

- Prepárate porque esta noche voy a comer gabán guisao porque yo soy Tequemereque, y ninguna presa se me escapa –

Diciendo esto disparó una flecha mortal sobre el gabán el cual al ver que el indio no estaba jugando, levantó el vuelo y comenzó a reírse a carcajadas desde el aire y al ver como falló  la flecha, dijo:

- Indio de la tierra como sos tonto, como pretendes capturar al rey del cielo. Sígueme si es que puedes –

Tequemereque se enardeció de rabia en una forma en que jamás lo había hecho, y en ese momento juró que tenía que atrapar a eses animal y le declaró la guerra, entonces lo comenzó a perseguir y para sí mismo se decía:

- Lo tengo que atrapar y comérmelo guisao –

Como a las dos horas se volvieron a encontrar, el gabán estaba parado en una roca en una posición poco favorable para él, ya que se encontraba de espalda al indio cazador, cuando el indio estaba a punto de soltar una flecha  mortal el gabán le dijo:

- No puedes tan siquiera dispararme tu flecha de frente cobarde, tienes que hacerlo por la espalda, que dirán tus hijos y tu mujer al ver el sitio donde entro en mi cuerpo la flecha, seguro dirán, que cobarde no pudo darle de frente a la presa –

El indio se sintió indolente y sin escrúpulos, al verse descubierto por el gabán, y se dijo para el mismo:

“El pajarraco tiene razón debo ser bien cobarde para dispararle una flecha por la espalda. Ese no puedo ser yo que en mi vida he sido muy valiente no puedo actuar ahora como un cobarde”.

Caminando se puso a meditar  mientras buscaba otro animal para cazarlo y llevarlo como alimento a la aldea, cuando de pronto se encontró frente a frente con un león, el león estaba muy hambriento y sin pensarlo dos veces se le abalanzó encima al indio, la batalla fue muy dura y después de una hora de pelea el indio sintió miedo, todo cortado, mordido y arañado, le dijo al león:

- Aunque me mates tú también morirás --

Sacó su cuchillo y con sus últimas fuerzas, acertó en el cuello del animal.

Después de buscar en el fondo de su corazón todo el valor que podía tener aquel hombre, logró  vencer a la bestia, y luego de unas horas, curándose las heridas, con plantas de la selva, se echó el león ya muerto en los hombros y llegó a su aldea.

Todos comieron con la cacería que trajo Tequemereque, la cual duró para un mes.

El indio se recuperó rápidamente de sus heridas y entendió que si no hubiera arrojado todo el valor de su ser no estaría con vida.


FIN

Moraleja: Solo los valientes son dueños del mundo, el cobarde siempre es dependiente de estos.

Por: reinaldoangarita
02/12/2010

“Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”

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