“Lo cuentan las voces de los que se
resisten”
Chomsky:
"El movimiento Occupy y los procesos en América Latina son mi gran
esperanza"
Amy
Goodman / Democracy Now
Sábado,
26 de Mayo de 2012
AMY GOODMAN: Volvemos a nuestra entrevista con Noam Chomsky.
Hablamos con él la semana pasada en el jardín del Centro Rey Juan Carlos I de
la Universidad de Nueva York. Allí le pregunté sobre WikiLeaks
.
NOAM CHOMSKY: Creo que nada de lo que WikiLeaks publicó
constituía un verdadero secreto. Es decir, WikiLeaks es un servicio a la
población. Assange debería recibir un premio, una medalla presidencial de
honor. Toda la operación de WikiLeaks ayudó a informar a la gente sobre qué
hacen los representantes electos. Eso debería considerarse algo muy positivo,
además de interesante. No se reveló nada verdaderamente extraordinario, aunque
es interesante saber, por ejemplo, que, cuando el gobierno de Obama en los
hechos apoyó el golpe de estado en Honduras que depuso al gobierno democrático
y designó lo que viene a ser un gobierno respaldado por los militares, sabía
exactamente lo que estaba haciendo. Porque, según sabemos por WikiLeaks, la
embajada en Honduras había presentado un análisis detallado justo al comienzo
del golpe que expulsó al presidente, donde se decía "Sí, es
inconstitucional, es ilegal". Así que sabían exactamente lo que estaba
haciendo, cuando Obama y Clinton dijeron: "Bueno, no es tan malo. Todo va
a ir bien".
O por ejemplo, el tema de Anne Patterson, la embajadora
en Pakistán, una de las revelaciones más interesantes. Patterson apoya la
política estadounidense en AfPak, Afganistán y Pakistán, pero también avisó que
la estrategia de los asesinatos y las presiones sobre Pakistán suponían un
peligro real. Suponen el peligro de la radicalización de Pakistán –donde la
oposición a esta política es enorme- y además crean la posibilidad de que los
elementos yihadistas tengan acceso a instalaciones nucleares. Es decir, están
creando un peligro enorme. De hecho, Pakistán es mucho más peligroso para la
seguridad de EE.UU. que Afganistán, que en realidad no supone ningún peligro.
Es bueno saber que tenían esa información. Se la daban los analistas, gente que
escribía sobre ese tema y lo conocía, pero el hecho de que la consiguieran por
intermedio de la embajada es importante cuando uno piensa en cómo esa
estrategia se intensificaba. De hecho, es sorprendente ver cómo se aplican
todas esas políticas, como si conscientemente estuvieran tratando de aumentar
el peligro.
Pensemos, por ejemplo, en el asesinato de Osama Bin
Laden. Estoy entre las pocas personas que piensan que eso fue un crimen.
Considero que no se puede tener derecho a invadir otro país, secuestrar a un
sospechoso (recordemos que sigue siendo un sospechoso aunque uno crea que es
culpable) y, una vez que está apresado e indefenso, asesinarlo y tirar su
cuerpo al océano. Los países civilizados no hacen ese tipo de cosas. Hay que
tener en cuenta que se estaba corriendo un gran riesgo. El grupo de operaciones
especiales Navy Seals tenía órdenes de salir de allí peleando si había algún
problema. Si hubieran tenido que pelear para salir de allí, habrían tenido
cobertura aérea y probablemente se habría producido una intervención militar.
Podríamos haber entrado en guerra con Pakistán, un país que cuenta con un
ejército profesional dedicado a proteger la soberanía del Estado y que no se
habría tomado algo así a la ligera. Una guerra con Pakistán sería un desastre
total. Es una de las grandes instalaciones nucleares que tiene vínculos con
elementos islamistas radicales. No son un porcentaje elevado de la población,
pero están en todas partes. Y, a pesar de todo, lo hicieron. Después de ese
incidente, cuando Pakistán estaba totalmente indignado, hubo más ataques con
aviones no tripulados. Es asombroso cuando uno analiza esta estrategia, además
de la criminalidad que implica.
AMY GOODMAN: ¿Qué opina de que el presidente Obama recurra cada
vez más a aviones no tripulados para atacar a personas en Pakistán, Afganistán,
Yemen, Somalia y otros países?
NOAM CHOMSKY: Recuerdo un muy buen análisis de Yochi Dreazen
sobre ese tema. Era el corresponsal militar del periódico Wall Street Journal;
ahora es analista militar para otra organización. Después del asesinato de
Osama Bin Laden, que por cierto él aprobaba, señaló que existía una diferencia
interesante entre Bush y Obama. Lo digo con mis propias palabras, no con las
suyas; yo hubiera dicho algo así: si al gobierno de Bush no le gustaba alguien,
lo secuestraban y lo enviaban a un centro de tortura; si al gobierno de Obama
no le gusta alguien, lo matan para qué no tenga que haber centros de tortura en
todas partes.
En realidad, eso nos revela otra cosa. Basta con
pensar en el primer detenido de Guantánamo que fue a juicio durante el gobierno
Obama. “Juicio” entendido como una comisión militar, que quién sabe qué son. El
primer caso fue muy interesante y revela muchas cosas. El detenido se llamaba
Omar Khadr. ¿Y qué delito había cometido? Su delito fue que, cuando tenía 15
años, había intentado defender su aldea frente al ataque del ejército
estadounidense en Afganistán. Ése es su delito y por lo tanto es terrorista. Lo
enviaron a Bagram y más tarde a Guantánamo; en total estuvo ocho años en esos
centros de tortura. Finalmente, lo llevaron a juicio durante el mandato de
Obama y le dieron a elegir entre declararse inocente y quedarse en Guantánamo
el resto de tu vida o declararse culpable y pasar allí ocho años más. De modo
que sus abogados le recomendaron que se declarara culpable. Ésa es la justicia
que se administra bajo el gobierno de nuestro presidente constitucional, para
un chico de 15 años que defendió su aldea contra el ataque de un ejército. Y lo
peor es que no se dijo nada sobre este caso.
Lo mismo se puede decir del asesinato del clérigo
estadounidense Awlaki en Yemen, abatido por aviones no tripulados. Lo mataron a
él y a la persona que estaba a su lado en ese momento. Poco después, su hijo
también fue asesinado. Se habló un poco del hecho de que era ciudadano
estadounidense: no se debería matar a ciudadanos estadounidenses así nomás.
Pero, por ejemplo, cuando lo asesinaron, el titular del periódico New York
Times fue algo así como "Occidente celebra la muerte de un clérigo
radical". En primer lugar, no fue una "muerte" sino un asesinato.
Y en segundo lugar, occidente celebra el asesinato de un sospechoso. Al fin y
al cabo, era eso, un sospechoso. Hace unos 800 años se redactó algo llamado
Carta Magna, la base del derecho angloamericano, donde se estipula que no se
violarán los derechos de nadie sin un debido proceso legal y un juicio justo y
rápido. No dice que hay que matar a un sospechoso.
AMY GOODMAN: A su juicio, ¿los medios de comunicación mejoraron
en las últimas décadas?
NOAM CHOMSKY: Creo que son mejores de lo que eran. No soy un
gran admirador de los medios de comunicación, pero considero que, si los
comparamos con los de los años 1950 y 1960, mejoraron considerablemente.
AMY GOODMAN: El hecho de que exista competencia y de que la
gente tenga acceso a otro tipo de información ¿supone una presión para los
medios de comunicación dominantes?
NOAM CHOMSKY: No lo creo. En realidad, ahora la situación está
más monopolizada que antes. Creo que es porque el país cambió. Ahora es un país
más civilizado de lo que era antes, es decir, si lo comparamos con la situación
de los años 1960. En primer lugar, hay que tener en cuenta los derechos de las
mujeres. A lo largo de la historia de Estados Unidos, hasta hace poco, según la
ley, las mujeres eran básicamente una propiedad. Eran propiedad de sus padres y
de sus maridos. En los primeros años de vida del país, el argumento en contra
del voto femenino era que no sería justo porque los hombres casados tendrían
dos votos, ya que, evidentemente, la mujer tenía que hacer lo que le decían. Y,
de hecho, hasta los años 1970, el derecho de las mujeres de integrar un jurado
no estaba garantizado porque se consideraba que no podían hacer ese tipo de
cosas. En las universidades de comienzos de la década de 1960, en la mía por
ejemplo, solo había hombres blancos obedientes y respetuosos. Todo eso cambió.
También cambió en otros aspectos. Usted mencionó
los derechos de los homosexuales. No hace muchos años, ni siquiera se podían
pronunciar esas palabras. Y había leyes contra la sodomía, hasta hace muy poco,
quizás todavía haya alguna. En Inglaterra es igual. Allí hubo un caso muy dramático,
no sé si lo siguió. Uno de los grandes matemáticos del siglo XX, Alan Turing,
que además fue un héroe de guerra y fue quien descifró los códigos alemanes y
salvó a Inglaterra de los ataques, era homosexual. A principios de 1950 eso iba
en contra de la ley de ese país y lo sometieron a un tratamiento para curarlo
de esa “enfermedad”. El tratamiento era tan grotesco que acabó suicidándose.
Pero eso fue hace mucho tiempo, en 1954. Ahora, cuando le preguntaron al primer
ministro Cameron si había llegado el momento de concederle un perdón tardío, ya
que este año se cumple el centenario de su nacimiento. La respuesta de Cameron
fue: "No, infringió la ley británica. Eso no se perdona". Así que, en
esencia, matamos a un héroe de guerra y a un gran matemático porque estaba
infringiendo la ley británica. Todo eso ha cambiado mucho, quizá no en el
gobierno de Cameron, pero ha cambiado en muchos aspectos. Y eso tuvo un efecto
en los medios de comunicación. Las personas que trabajan en los medios, como
por ejemplo muchas mujeres, tuvieron que soportar situaciones como ésa.
AMY GOODMAN: Noam Chomsky, ¿qué cosas le dan esperanza?
NOAM CHOMSKY: Hay muchas cosas que me dan esperanza. Aquí mismo
tenemos el movimiento ”Occupy", por
ejemplo. Es algo muy sorprendente y dramático. O el lugar en el que nos
encontramos hoy, el encuentro del Congreso Estadounidense sobre América Latina
(NACLA). Lo que ha ocurrido en América Latina en los últimos 10 años es algo
espectacular. En los últimos diez años, por primera vez desde la conquista
española y portuguesa, hace quinientos años, América Latina se ha liberado
sustancialmente de la dominación y del control de Occidente, sobre todo de
Estados Unidos.
De hecho, hubo un ejemplo de eso muy dramático hace
apenas un par de semanas en la cumbre [de la OEA] realizada en Cartagena, una
cumbre muy importante. Aquí no se mencionó nada de eso. Hubo un escándalo
relacionado con el servicio secreto [de EE.UU], pero en esa cumbre ocurrieron
cosas muy interesantes. En esa reunión participan todos los países del
continente americano. Se debatieron principalmente dos cuestiones, aunque no
hubo ninguna declaración porque no pudieron llegar a un acuerdo. Las dos
cuestiones fueron Cuba y las drogas. Todo el continente quiere que Cuba sea
admitida en la cumbre. Estados Unidos y Canadá se niegan. En relación con las
drogas, prácticamente todo el continente está presionando para que haya una
legalización porque son ellos los que están llevándose la peor parte, es un
golpe en la boca del estómago. La demanda de drogas está aquí [en EE.UU.]. El
suministro de armas está aquí. Y ellos son los que lo sufren. Por lo tanto
quieren emprender el camino de la legalización. Pero Estados Unidos y Canadá se
niegan.
Estados Unidos y Canadá están aislados en el
continente. Y, de hecho, hay una nuevo organismo que se creó hace
aproximadamente un año, Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe
(CELAC), que excluye formalmente a Estados Unidos y Canadá, e incluye a todos
los demás países. Es muy posible que este nuevo organismo reemplace a la
Organización de los Estados Americanos, que está regida por Estados Unidos. Un
síntoma de ello es que Estados Unidos fue virtualmente expulsado de sus bases
militares en América del Sur. Esos países están tratando de solucionar sus problemas
internos, que son graves.
El otro tema interesante [en América Latina] es el
papel de los movimientos populares. Por ejemplo, hay movimientos populares
masivos de indígenas y trabajadores que son muy efectivos en producir cambios
políticos de modo sustancial. Es algo de una importancia histórica.
AMY GOODMAN: Entonces el movimiento “Occupy” y América Latina
son para usted motivos de esperanza.
NOAM CHOMSKY: Y la Primavera Árabe. En realidad están pasando
muchas cosas interesantes en el mundo. Pero creo que la conciencia de la gente
en relación a muchos temas está cambiando. Antes mencionaba la actitud de los
chicos de 18 a 24 años, que es bastante mala, pero creo que eso también se
puede cambiar.
AMY GOODMAN: Noam Chomsky es profesor de la universidad
Massachusetts Institute of Technology (MIT), además de intelectual, disidente
político y lingüista de renombre mundial. Lleva más de medio siglo dando clases
en el MIT, donde tiene el cargo de Profesor del Instituto y es profesor de
Lingüística. Lo entrevistamos la semana pasada en Nueva York en la celebración
del 45 aniversario de NACLA, Congreso Estadounidense sobre América Latina,
donde le rindieron homenaje. Noam Chomsky es autor de más de un centenar de
libros, el más reciente lleva por título "Occupy".
Traducido
por Javier Pérez; editado por Gabriela Díaz Cortez
“Por una conciencia Socialista, dejémonos
de guardar silencio”