“Lo cuentan
las voces de los que se resisten”
Identidad y Tradición
CUATRO CUENTOS PEMONES
(II)
Enkute,
el engaño
“El Cuento dice que es por culpa de Okoyima-kuasu
que el Pemón
encontró Enkute-el-Engaño”.
Muere-daktay, hace mucho tiempo, antes de la
llegada de los Teponken, de los Vestidos, a Pata-Pemonton, al
País-de-los-Hombres, las arenas de los ríos eran amarillas de Okoyima-kuasu, de
la baba de la Gran-Culebra, el polvo de oro.
A los Pemón, después
de bañarse en el río, les gustaba acostarse en la arena amarilla. La baba de
Okoyima resplandecía sobre las pieles oscuras.
Muere-daktay, en ese
tiempo, el cuerpo de los enamorados brillaba a los rayos del Sol.
Entre las piedritas
de los ríos, se encontraban también Pia-Yénu-Paru, las Lágrimas de los
Antepasados, esos diamantes que los Inkreschi, que los Ingleses de Wayana aman
tanto. Son esas Pia-Yenu-Paru, que el Brujo hace hablar en su maraca mágica.
Ellas lo ayudan a comprender la Voz de las Cosas y también la de los Espíritus
de Pata-muese, de Allí-donde-se-espera.
Tauron Panton, el
Cuento dice que fue por culpa de Okoyima-kuasu que el Pemón encontró a
Enkute-el-Engaño.
...Muere-daktay, en
ese tiempo, los Teponken llegaban a Pata-Pemonton, al País-de-los-Hombres, por
la Guayana inglesa.
Numerosos como las
hojas de los árboles, eran malos como los Makunaimas burlones. Los Teponken
sabían que los ríos de Pata-Pemonton tenían oro y diamantes.
Ellos traían consigo
arakabusas, fusiles para cazar Hombres, como se caza hoy Waikin-el-Venado
o Kaikuse-el-Jaguar...
Los Teponken no
querían el oro para pintarse como hacen los niños y los enamorados, ellos
tienen la piel blanca y frágil.
No se bañan nunca y
huelen mal como Samanta-la-Rigidez, Samanta-la-Muerte.
El Cuento dice que
las camisas que llevaban tenían adentro Enek-la-Enfermedad. Ellas mataban más
Pemón que las Arakabusas. Los Teponken venían a buscar Okoyima-kuasu, pero el
oro los había vuelto locos, e Iwon-el-Hambre caminaba con ellos.
Tauron Panton, el
Cuento dice que un día Urupere, el Rui-ko de los Pemón de aquel tiempo, un
Hombre lleno de sabiduría, fue a consultar a su Piasan para hablar con las
Cosas, como Pia-Daktay, como en los Tiempos Antiguos. Con el Brujo, con el té
Ayu, con el humo de Kavay-el-Tabaco, con los Taren mágicos, Urupere logró oír
la Voz-de-las-Cosas de los Tiempos Antiguos. Pero el Cuento dice también que
fue así que descubrió Enkute-el-Engaño.
He aquí lo que
dijeron las Voces de los Tiempos Antiguos a Urupere...
Anda Oh Tú,
Hermano-Mayor de los Pemón...
Teponken etama,
háblale a los Vestidos.
Pero que de tu boca
no salga nunca más Dayre-lo-Verdadero, sino siempre Kaima-lo-Falso.
¡Engáñalos hasta la
muerte, cánsalos, confúndelos, esconde, enreda las pistas, que sean adawepan,
que estén extraviados como los locos, que estén enkurutun como los ciegos, que
no sepan dónde se encuentra el principio del camino, ni su fin!
Hazlos amar por
Iwon-el-Hambre. Que todos los que él no devore, se vayan a Paru-Ratoy-po, del
Otro-lado-de-la-Gran-Agua, de allí de donde vinieron, guiados por
Kanaima-el-Diablo.
¡Anda Oh Tú, Urupere,
conduce esos Enek, esas Enfermedades, fuera de nuestra madre la selva!
Urupere, el
Hermano-Mayor tan hábil, hizo tal como le habían ordenado las Voces de las
Cosas. Y los Teponken que no habían podrido al borde de un río, se volvieron
Pata-Teponken, al País-de-los-Vestidos.
Por culpa de los
Vestidos, de los Blancos, los Pemón descubrieron Enkute-el-Engaño. Y su vida no
fue nunca más igual.
Sereware, ahora,
ellos son titiipan, silenciosos como la serpiente.
Wapute-el-Disimulo
está en su corazón. Kachima-la-Mentira es su amiga.
Tauron Panton, el
Cuento dice que fue gracias a Urupere que los Teponken, que los Blancos,
perdieron la pista de El Dorado.
Pero es también desde
ese tiempo, que los Pemón son callao, son Mo-re, son Los-que-se-callan, no aman
a Enkute-el-Engaño.
Tauron Panton, así
dice el Cuento.
Elbatrina Rodríguez-Este de Clauteaux
Letralia (Tierra de Letras)
Año X N° 130
“Por una conciencia Socialista, dejémonos
de guardar silencio”
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