“Lo cuentan las voces de los que se resisten”
ESCRITOS HISTÓRICOS
Aborígenes: OLVIDADOS DE LA HISTORIA DE VENEZUELA
Autora: María Electa Torres Perdomo
LOS ABORIGENES:
PRINCIPALES DEFENSORES DE SU TERRUÑO
Para hablar de la historia de Venezuela es
necesario comenzar dándole la importancia que los aborígenes tuvieron en este
proceso, por lo tanto es interesante recordar que los caciques asumieron un rol
protagónico en la defensa de sus costumbres, creencias, tradiciones y de su
ambiente (La palabra cacique es un vocablo de origen taíno -lengua de filiación
Arawak hablada en las Antillas para el momento del contacto europeo- que se
incorporó al caudal léxico español para designar al individuo que representaba
la autoridad en una comunidad originaria) (Diccionario de Historia de
Venezuela, 1997: 570).
El personaje de más relevancia -según la
historia- es Guaicaipuro quien había seguido los consejos del cacique Catuche,
por eso se le consideró indomable jefe de los Teques, junto con su hijo Baruta,
no obstante, hay que mencionar la valentía y el arrojo de otros caciques tales
como: Aprapocón, Conopaima, caciques de la región de Los Teques, Carapaica,
Tapiaracay y Paramaconi comandantes de los Taramainas - o Toromainas-,
Terepaima jefe de los Arbacos -Arawakos-, Guaicamacuto, Chacao, Pariata y
Maiquetía, caciques de los nativos del litoral, junto con Tamanaco y
Amaconeque, Aricabuto, Aramaipuro, Chicuramay, Cuairicaurián, jefes de los
Mariches, Guirabera Tricura, Mayuracarí, Tupacabera, Maguare, Taparacay y
Aruica de los Caribes del Orinoco, Maragüey, Yavire, Paramaiboa y Pariaguán,
caciques de los oriundos de Oriente, Manaure, Maracaybo, grandes caciques de
los Caquetíos de Coro, Paracuyra, Catimayagua, Baltasar y Yaracuy, caciques de
los Caquetíos del valle de Vavárida -hoy Yaracuy-, Arichuna jefe de los jiraharas,
Murachí jefe de los mocotíes de Mérida, Parayuata de la región de Tácata, Catia,
Sorocaima, Naiguatá, Paisana, Uripatá, Anarigua, Guaratarí, Queipa, Mamacuri, Querequemare,
Guarauguta, Araguaire, Cayaurima, Yare, Paramacay, jefes de los Cumanagotos,
Maracay, Meregote, caciques de los Araguas, Carachy, Pitijay, Buqu, Buscabi,
Bombas, Baján, Babiyu y Chexendé de la zona de Trujillo, Parayuata de la región
central, Chiparara jefe de varias familias de los llanos, Urimaure, Parnamacay,
caciques Tarma, Tiuna de la región de Curucutí, Toconai y Prepocunate,
Sorocaima quien no llegó a ser cacique, jefes aborígenes entre los más
sobresalientes.
Con el fin de recordar algunas de las hazañas de
mayor relevancia, vale la pena destacar a: Guaicaipuro:
Hace tiempo ¿Tú
sabías
que había una vez un
cacique
de valor
incomparable,
que dominó muchas
tribus
con carácter
indomable?
Vivía en el pueblo
Suruapo
cerquita de
Paracotos,
quebrada que muchas
veces
calmó sus sueños
inocuos.
Hijo de un indio
tequeño
y una aricagua bonita
recibió la educación
espartana y
derechita.
Catuche era su
maestro
a quien pronto
supliría
sus mandatos eran
recios
aunque pronto
moriría.
Se enamoró de una
india
bella como una
princesa
de ojos negros y
profundos
que a su alma dejaron
presa.
Con ese pelo trenzado
le alborotó el
corazón
y con su boca de rosa
le calmó su gran
pasión.
Lo pusieron a escoger
entre 200 doncellas,
pero el caballero y
todo
a Urquía, no le dio
querella.
"Mi Urquía vale
por todas"
al Piache le
respondió,
porque muy pronto en
su boda
en mujer la
convirtió.
Vivió cercano a su
gente
con Caycape y con
Tiaora,
sus sobrinos lo
cuidaban
y sus hermanas lo
adoran.
Quetemine y
Pariamanaco
su guardia siempre le
hicieron
igual que aquel
Tamanaco
respeto y fe le infundieron.
Mató a varios
españoles
vivió arriba en la
montaña
se alió con
Paramaconi
con coraje, ardid y
maña.
Venció a Juan
Rodríguez Suárez
y se adueñó de su
espada
su intrepidez y su
astucia
quedaron siempre
probadas.
Narváez saboreó el
valor
al coartarle la
misión
que le dieran otros
jefes
en aquella
expedición.
Se alió con
Guaicamacuto
nadie lo hubiese
pensado
para echar los
españoles
de aquel famoso
Collado.
Dominó a los
españoles
por seis años, sin
parar,
venció a Losada en
San Pedro
nadie lo puede negar.
Con Baruta y
Naiguatá,
Chacao y Aramaipuro,
Paramaconi y
Terepaima
peleó sin dificultad.
Chicuramay también
vino
a conformar esa
alianza
para correr a los
necios
con valentía y con
pujanza.
Una tarde, triste
tarde
de purita adversidad
Infante mandó a su
gente
lleno de rabia y
maldad.
Esa noche, noche
negra
mandó a Sancho del
Villar
porque el miedo de
Francisco
no le permitió
llegar.
Ese don Francisco
Infante
acobardado, miedoso
ordenó prender el
fuego
a la choza del
famoso.
Guaicaipuro entre dos
fuegos
sabiamente decidió
salió atacando de
frente,
allí su vida dejó.
Su resistencia falló
ante tantos agresores
sin embargo, defendió
a su raza, a sus
valores.
Díjoles en lengua
india
y cercano de la
muerte:
Venid, venid
extranjeros
venid a ver cómo
muere,
el último de los
hombres
que a su pueblo
defendiere.
Herido por todo el
cuerpo
y con la sangre
saliendo
expiró el noble
guerrero
lentamente fue
muriendo.
GUAICAIPURO
Uno de los caciques con mayor osadía e
intrepidez con que cuenta la historia venezolana es conocido con el nombre de Guaicaipuro.
Aunque la grafía "Guaicaipuro" se ha popularizado, debe tenerse en
cuenta que su verdadero nombre era Guacaipuro.
Se cree que este valiente guerrero nació cerca
de 1530 en la región de los Caracas. Vivía en la región de Suruapo cerca de la
quebrada Paracotos.
Era hijo de un guerrero Tequeño y una Aricagua
de una belleza singular. Sus padres se esmeraron en darle una educación rígida
-que muchos la comparan con la espartana-, la cual acogió con prontitud y
obediencia, por este motivo fue guerrero de la confianza del cacique Catuche.
Al morir este jefe tiene que encargarse del cacicazgo con apenas 20 años de edad,
ya para ese momento el joven se enamora de la nativa más bonita de la región.
Esta bella doncella tiene profundos ojos negros, boca encantadora color rosa,
un hermoso pelo trenzado que le caía sobre sus hombros y una mirada que cautivó
al insigne y novel cacique.
Cuenta la historia que el Piache mandó reunir a
las 200 doncellas más bellas de la región para que el recién estrenado cacique
escogiera la más hermosa, pero el intrépido Guaicaipuro con gesto noble y
caballeroso dijo: "mi Urquía vale por todas."
Guaicaipuro es considerado como un hombre de
valor incomparable. Esta pujanza lo llevó a ser elegido Cacique de los Teques y
Caracas ejerciendo control directo de ambas familias en los seis caseríos que
conformaban su cuartel general en Suruapo.
Su nombre significa "púa aguda".
Recibió este nombre por su coraje, osadía, intrepidez, por su fiereza y por la
habilidad en la conducción de los pueblos.
Junto con Paramaconi cacique de los Taramainas,
en 1561, asaltó las minas de oro de los Teques, dio muerte a la gente española
que allí habitaba y a los hijos de Juan Rodríguez Suárez.
Más tarde Juan Rodríguez Suárez también cayó en
una emboscada de Guaicaipuro. La espada de Juan la usó desde entonces el
intrépido guerrero.
Derrotó a Francisco Fajardo en El Collado y
destruyó la expedición de Narváez- en el Altos de las Montañas-, que venía en
auxilio de Fajardo.
Hizo alianza con Guaicamacuto y echó a todos los
españoles fuera del condado.
Fue tan grande su osadía y su empuje que durante
muchos años los conquistadores no se atrevieron a pisar sus dominios. Había
reunido en torno a sus predios todas las tribus cercanas con las cuales caía
sobre los campamentos españoles destruyéndolos e infundiendo terror y espanto.
En 1562, unido a Terepaima enfrenta y mata al
capitán Luis de Narváez. Con éste punto a su favor llama a varios caciques
quienes aceptan el pacto: Baruta, Naiguatá, Chacao, Aramaipuro, Guaicamacuto,
Paramaconi, Terepaima y Chicuramay. Durante muchos años esta alianza mostró a
los españoles su poder, pero el valiente Guaicaipuro perdió su oportunidad en
Maracapana. Los jefes cansados de esperar a Guaicaipuro y confundidos fueron
derrotados por el ejército conquistador, Guaicaipuro no se presentó -dice la
historia- porque una crecida en la quebrada le impidió el paso a él y a su
gente. Guaicaipuro se refugió en Suruapo, pero su pujanza no lo dejó en paz.
Atacó y resistió al ejército de Diego de Losada.
Guaicaipuro a la cabeza de los Tarmas, Mariches
y Teques le atacó valerosamente en San Pedro, pero a pesar del empuje fue
derrotado por Losada.
Convencido Losada que el alma de la resistencia
era Guaicaipuro resolvió prenderlo como fuese posible. De este arresto se
encargó Francisco Infante, alcalde de Caracas.
Para sorprenderlo salieron desde Caracas en
horas de la tarde y a la puesta del sol con 80 soldados de los más valientes y
con algunos aborígenes baquianos. A golpe de media noche llegaron a la cima del
cerro en cuya falda estaba edificado un pueblecito llamado Suruapo, donde
moraba el infatigable guerrero.
Como estrategia -y por temor- el alcalde se
quedó en la cima con 25 hombres, mientras Sancho del Villar con el resto del
regimiento iba a tomar por sorpresa al gran Cacique.
La mansión del Cacique estaba fabricada con
gruesos horcones y en su interior moraban guerreros muy adiestrados en el
manejo de la flecha. Estos guerreros custodiaban al valiente Cacique.
Los incautos expedicionarios fueron avistados al
llegar alrededor de la casa, hicieron todo aquello que pudieron tener a su
alcance, pero los expertos flecheros y su cacique esgrimiendo también su lanza
les impidieron llevar a cabo tan alevosa arremetida, ni siquiera lo lograron
cuando echaron abajo la puerta de la morada.
Con toda esa algarabía que hicieron combatientes
y combatidos el humilde pueblo se despertó y de inmediato acudieron a socorrer
a su Cacique, las mujeres y los niños lloran, los hombres iban cayendo muertos
- muchos de ellos- alrededor del bohío de Guaicaipuro, quien resistía con
valentía, siempre como baluarte de defensa.
Para lograr rendirlo el español prendió fuego a
su bohío. Guaicaipuro al verse entre dos muertes irreversibles, escogió la más
gloriosa. Junto con sus compañeros decidió vender cara su vida, pero la lucha
era desigual. De nada valían el arrojo y la valentía de semejantes defensores.
Guaicaipuro con su espada consiguió herir a
algunos de sus contrincantes, arrojándose en medio de sus enemigos. Su cuerpo
quedó cubierto de heridas. Así rindió gloriosamente su vida y así defendió sus
ideales con gallardía. A su lado yacían los cuerpos de sus 22 acompañantes
(Nectario M., 1947: 51, 53-54).
En los estertores de la agonía decía en su
lengua: "Venid, venid extranjeros; venid a ver cómo muere el último hombre
libre de estos montes" (Lector venezolano, 1986: 40).
Este horrible suceso acobardó a los nativos y
los llevó a someterse. Los Mariches también cedieron, 500 de ellos se
trasladaron a Caracas a ofrecer sus servicios a los españoles. Al correrse el
rumor de ataque urdido contra la ciudad, entre las filas aborígenes, los
alcaldes lanzaron una especie de sumario contra ellos y 23 de sus caciques
fueron injustamente empalados (H. Nectario M., 1947: 51, 53-54).
Guaicaipuro según uno de sus biógrafos "de
haber nacido en las luchas de los romanos, habría sido Espartaco, y si en los
días gloriosos de la Grecia, Pericles" (Cova, 1939: 31).
Familiares del cacique
Su único amor fue Urquía y su primer hijo fue
Baruta, guerrero que lo acompañó en todas sus luchas contra la usurpación
extranjera; Tiaora y Caycape el nombre de dos hermanas, se anotan también el
nombre de sus seis hermanos que vivían con él, así como también Pariamanaco y
Quetemine, hijos de la princesa Tiaora le acompañaban en las guerras; se anotan
también seis sobrinos suyos y un nieto.
Muerte de Guaicaipuro y ritual en las exequias
A la muerte del cacique su esposa, la princesa
Urquía, y su hijo Baruta presiden las exequias. Los restos fueron colocados en
una vasija adornada con cañas bien labradas y el sepulcro interno se le acomodó
con sus armas, la comida y la bebida que le alcanzara hasta que el cacique
encontrara a sus padres, parientes y amigos. De acuerdo con la tradición Caribe,
durante ocho días le cantaron las proezas en los rituales que presidía el
piache de la familia de los Teques. Los instrumentos autóctonos, entre ellos,
la flauta, le tocaban música de difuntos.
Como el bohío había sido destruido por el fuego
la ceremonia acostumbrada se realizó en las afueras, no obstante, los cánticos
y ritos necesarios para alejar y lograr que los espíritus malos no acompañaran
al guerrero en su ruta final fueron realizados tal como era la costumbre. Corría
el año 1568 (Gómez, 1996: 54).
Universidad de los andes, núcleo universitario “Rafael
Rangel”
Centro de investigaciones para el desarrollo integral
sustentable
Trujillo Edo Trujillo
Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar
silencio”
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