miércoles, 20 de marzo de 2013

LOS ABORIGENES: PRINCIPALES DEFENSORES DE SU TERRUÑO



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

ESCRITOS HISTÓRICOS 
Aborígenes: OLVIDADOS DE LA HISTORIA DE VENEZUELA
Autora: María Electa Torres Perdomo

LOS ABORIGENES: PRINCIPALES DEFENSORES DE SU TERRUÑO

Para hablar de la historia de Venezuela es necesario comenzar dándole la importancia que los aborígenes tuvieron en este proceso, por lo tanto es interesante recordar que los caciques asumieron un rol protagónico en la defensa de sus costumbres, creencias, tradiciones y de su ambiente (La palabra cacique es un vocablo de origen taíno -lengua de filiación Arawak hablada en las Antillas para el momento del contacto europeo- que se incorporó al caudal léxico español para designar al individuo que representaba la autoridad en una comunidad originaria) (Diccionario de Historia de Venezuela, 1997: 570).

El personaje de más relevancia -según la historia- es Guaicaipuro quien había seguido los consejos del cacique Catuche, por eso se le consideró indomable jefe de los Teques, junto con su hijo Baruta, no obstante, hay que mencionar la valentía y el arrojo de otros caciques tales como: Aprapocón, Conopaima, caciques de la región de Los Teques, Carapaica, Tapiaracay y Paramaconi comandantes de los Taramainas - o Toromainas-, Terepaima jefe de los Arbacos -Arawakos-, Guaicamacuto, Chacao, Pariata y Maiquetía, caciques de los nativos del litoral, junto con Tamanaco y Amaconeque, Aricabuto, Aramaipuro, Chicuramay, Cuairicaurián, jefes de los Mariches, Guirabera Tricura, Mayuracarí, Tupacabera, Maguare, Taparacay y Aruica de los Caribes del Orinoco, Maragüey, Yavire, Paramaiboa y Pariaguán, caciques de los oriundos de Oriente, Manaure, Maracaybo, grandes caciques de los Caquetíos de Coro, Paracuyra, Catimayagua, Baltasar y Yaracuy, caciques de los Caquetíos del valle de Vavárida -hoy Yaracuy-, Arichuna jefe de los jiraharas, Murachí jefe de los mocotíes de Mérida, Parayuata de la región de Tácata, Catia, Sorocaima, Naiguatá, Paisana, Uripatá, Anarigua, Guaratarí, Queipa, Mamacuri, Querequemare, Guarauguta, Araguaire, Cayaurima, Yare, Paramacay, jefes de los Cumanagotos, Maracay, Meregote, caciques de los Araguas, Carachy, Pitijay, Buqu, Buscabi, Bombas, Baján, Babiyu y Chexendé de la zona de Trujillo, Parayuata de la región central, Chiparara jefe de varias familias de los llanos, Urimaure, Parnamacay, caciques Tarma, Tiuna de la región de Curucutí, Toconai y Prepocunate, Sorocaima quien no llegó a ser cacique, jefes aborígenes entre los más sobresalientes.

Con el fin de recordar algunas de las hazañas de mayor relevancia, vale la pena destacar a: Guaicaipuro:

Hace tiempo ¿Tú sabías
que había una vez un cacique
de valor incomparable,
que dominó muchas tribus
con carácter indomable?
Vivía en el pueblo Suruapo
cerquita de Paracotos,
quebrada que muchas veces
calmó sus sueños inocuos.
Hijo de un indio tequeño
y una aricagua bonita
recibió la educación
espartana y derechita.

Catuche era su maestro
a quien pronto supliría
sus mandatos eran recios
aunque pronto moriría.
Se enamoró de una india
bella como una princesa
de ojos negros y profundos
que a su alma dejaron presa.
Con ese pelo trenzado
le alborotó el corazón
y con su boca de rosa
le calmó su gran pasión.

Lo pusieron a escoger
entre 200 doncellas,
pero el caballero y todo
a Urquía, no le dio querella.
"Mi Urquía vale por todas"
al Piache le respondió,
porque muy pronto en su boda
en mujer la convirtió.
Vivió cercano a su gente
con Caycape y con Tiaora,
sus sobrinos lo cuidaban
y sus hermanas lo adoran.

Quetemine y Pariamanaco
su guardia siempre le hicieron
igual que aquel Tamanaco
respeto y fe le infundieron.
Mató a varios españoles
vivió arriba en la montaña
se alió con Paramaconi
con coraje, ardid y maña.
Venció a Juan Rodríguez Suárez
y se adueñó de su espada
su intrepidez y su astucia
quedaron siempre probadas.

Narváez saboreó el valor
al coartarle la misión
que le dieran otros jefes
en aquella expedición.
Se alió con Guaicamacuto
nadie lo hubiese pensado
para echar los españoles
de aquel famoso Collado.
Dominó a los españoles
por seis años, sin parar,
venció a Losada en San Pedro
nadie lo puede negar.

Con Baruta y Naiguatá,
Chacao y Aramaipuro,
Paramaconi y Terepaima
peleó sin dificultad.
Chicuramay también vino
a conformar esa alianza
para correr a los necios
con valentía y con pujanza.
Una tarde, triste tarde
de purita adversidad
Infante mandó a su gente
lleno de rabia y maldad.

Esa noche, noche negra
mandó a Sancho del Villar
porque el miedo de Francisco
no le permitió llegar.
Ese don Francisco Infante
acobardado, miedoso
ordenó prender el fuego
a la choza del famoso.
Guaicaipuro entre dos fuegos
sabiamente decidió
salió atacando de frente,
allí su vida dejó.

Su resistencia falló
ante tantos agresores
sin embargo, defendió
a su raza, a sus valores.
Díjoles en lengua india
y cercano de la muerte:
Venid, venid extranjeros
venid a ver cómo muere,
el último de los hombres
que a su pueblo defendiere.
Herido por todo el cuerpo
y con la sangre saliendo
expiró el noble guerrero
lentamente fue muriendo.


GUAICAIPURO

Uno de los caciques con mayor osadía e intrepidez con que cuenta la historia venezolana es conocido con el nombre de Guaicaipuro. Aunque la grafía "Guaicaipuro" se ha popularizado, debe tenerse en cuenta que su verdadero nombre era Guacaipuro.

Se cree que este valiente guerrero nació cerca de 1530 en la región de los Caracas. Vivía en la región de Suruapo cerca de la quebrada Paracotos.

Era hijo de un guerrero Tequeño y una Aricagua de una belleza singular. Sus padres se esmeraron en darle una educación rígida -que muchos la comparan con la espartana-, la cual acogió con prontitud y obediencia, por este motivo fue guerrero de la confianza del cacique Catuche. Al morir este jefe tiene que encargarse del cacicazgo con apenas 20 años de edad, ya para ese momento el joven se enamora de la nativa más bonita de la región. Esta bella doncella tiene profundos ojos negros, boca encantadora color rosa, un hermoso pelo trenzado que le caía sobre sus hombros y una mirada que cautivó al insigne y novel cacique.

Cuenta la historia que el Piache mandó reunir a las 200 doncellas más bellas de la región para que el recién estrenado cacique escogiera la más hermosa, pero el intrépido Guaicaipuro con gesto noble y caballeroso dijo: "mi Urquía vale por todas."

Guaicaipuro es considerado como un hombre de valor incomparable. Esta pujanza lo llevó a ser elegido Cacique de los Teques y Caracas ejerciendo control directo de ambas familias en los seis caseríos que conformaban su cuartel general en Suruapo.

Su nombre significa "púa aguda". Recibió este nombre por su coraje, osadía, intrepidez, por su fiereza y por la habilidad en la conducción de los pueblos.

Junto con Paramaconi cacique de los Taramainas, en 1561, asaltó las minas de oro de los Teques, dio muerte a la gente española que allí habitaba y a los hijos de Juan Rodríguez Suárez.

Más tarde Juan Rodríguez Suárez también cayó en una emboscada de Guaicaipuro. La espada de Juan la usó desde entonces el intrépido guerrero.

Derrotó a Francisco Fajardo en El Collado y destruyó la expedición de Narváez- en el Altos de las Montañas-, que venía en auxilio de Fajardo.

Hizo alianza con Guaicamacuto y echó a todos los españoles fuera del condado.

Fue tan grande su osadía y su empuje que durante muchos años los conquistadores no se atrevieron a pisar sus dominios. Había reunido en torno a sus predios todas las tribus cercanas con las cuales caía sobre los campamentos españoles destruyéndolos e infundiendo terror y espanto.

En 1562, unido a Terepaima enfrenta y mata al capitán Luis de Narváez. Con éste punto a su favor llama a varios caciques quienes aceptan el pacto: Baruta, Naiguatá, Chacao, Aramaipuro, Guaicamacuto, Paramaconi, Terepaima y Chicuramay. Durante muchos años esta alianza mostró a los españoles su poder, pero el valiente Guaicaipuro perdió su oportunidad en Maracapana. Los jefes cansados de esperar a Guaicaipuro y confundidos fueron derrotados por el ejército conquistador, Guaicaipuro no se presentó -dice la historia- porque una crecida en la quebrada le impidió el paso a él y a su gente. Guaicaipuro se refugió en Suruapo, pero su pujanza no lo dejó en paz.

Atacó y resistió al ejército de Diego de Losada.

Guaicaipuro a la cabeza de los Tarmas, Mariches y Teques le atacó valerosamente en San Pedro, pero a pesar del empuje fue derrotado por Losada.

Convencido Losada que el alma de la resistencia era Guaicaipuro resolvió prenderlo como fuese posible. De este arresto se encargó Francisco Infante, alcalde de Caracas.

Para sorprenderlo salieron desde Caracas en horas de la tarde y a la puesta del sol con 80 soldados de los más valientes y con algunos aborígenes baquianos. A golpe de media noche llegaron a la cima del cerro en cuya falda estaba edificado un pueblecito llamado Suruapo, donde moraba el infatigable guerrero.

Como estrategia -y por temor- el alcalde se quedó en la cima con 25 hombres, mientras Sancho del Villar con el resto del regimiento iba a tomar por sorpresa al gran Cacique.  

La mansión del Cacique estaba fabricada con gruesos horcones y en su interior moraban guerreros muy adiestrados en el manejo de la flecha. Estos guerreros custodiaban al valiente Cacique.

Los incautos expedicionarios fueron avistados al llegar alrededor de la casa, hicieron todo aquello que pudieron tener a su alcance, pero los expertos flecheros y su cacique esgrimiendo también su lanza les impidieron llevar a cabo tan alevosa arremetida, ni siquiera lo lograron cuando echaron abajo la puerta de la morada.

Con toda esa algarabía que hicieron combatientes y combatidos el humilde pueblo se despertó y de inmediato acudieron a socorrer a su Cacique, las mujeres y los niños lloran, los hombres iban cayendo muertos - muchos de ellos- alrededor del bohío de Guaicaipuro, quien resistía con valentía, siempre como baluarte de defensa.

Para lograr rendirlo el español prendió fuego a su bohío. Guaicaipuro al verse entre dos muertes irreversibles, escogió la más gloriosa. Junto con sus compañeros decidió vender cara su vida, pero la lucha era desigual. De nada valían el arrojo y la valentía de semejantes defensores.

Guaicaipuro con su espada consiguió herir a algunos de sus contrincantes, arrojándose en medio de sus enemigos. Su cuerpo quedó cubierto de heridas. Así rindió gloriosamente su vida y así defendió sus ideales con gallardía. A su lado yacían los cuerpos de sus 22 acompañantes (Nectario M., 1947: 51, 53-54).

En los estertores de la agonía decía en su lengua: "Venid, venid extranjeros; venid a ver cómo muere el último hombre libre de estos montes" (Lector venezolano, 1986: 40).

Este horrible suceso acobardó a los nativos y los llevó a someterse. Los Mariches también cedieron, 500 de ellos se trasladaron a Caracas a ofrecer sus servicios a los españoles. Al correrse el rumor de ataque urdido contra la ciudad, entre las filas aborígenes, los alcaldes lanzaron una especie de sumario contra ellos y 23 de sus caciques fueron injustamente empalados (H. Nectario M., 1947: 51, 53-54).

Guaicaipuro según uno de sus biógrafos "de haber nacido en las luchas de los romanos, habría sido Espartaco, y si en los días gloriosos de la Grecia, Pericles" (Cova, 1939: 31).

Familiares del cacique

Su único amor fue Urquía y su primer hijo fue Baruta, guerrero que lo acompañó en todas sus luchas contra la usurpación extranjera; Tiaora y Caycape el nombre de dos hermanas, se anotan también el nombre de sus seis hermanos que vivían con él, así como también Pariamanaco y Quetemine, hijos de la princesa Tiaora le acompañaban en las guerras; se anotan también seis sobrinos suyos y un nieto.

Muerte de Guaicaipuro y ritual en las exequias

A la muerte del cacique su esposa, la princesa Urquía, y su hijo Baruta presiden las exequias. Los restos fueron colocados en una vasija adornada con cañas bien labradas y el sepulcro interno se le acomodó con sus armas, la comida y la bebida que le alcanzara hasta que el cacique encontrara a sus padres, parientes y amigos. De acuerdo con la tradición Caribe, durante ocho días le cantaron las proezas en los rituales que presidía el piache de la familia de los Teques. Los instrumentos autóctonos, entre ellos, la flauta, le tocaban música de difuntos.

Como el bohío había sido destruido por el fuego la ceremonia acostumbrada se realizó en las afueras, no obstante, los cánticos y ritos necesarios para alejar y lograr que los espíritus malos no acompañaran al guerrero en su ruta final fueron realizados tal como era la costumbre. Corría el año 1568 (Gómez, 1996: 54).

Universidad de los andes, núcleo universitario “Rafael Rangel”
Centro de investigaciones para el desarrollo integral sustentable
Trujillo Edo Trujillo


Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”

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