“Lo
cuentan las voces de los que se resisten”
Identidad y Tradición
Tamanaco
Tamanaco actuó siempre en los alrededores de
Caracas. Era comprensible tal preferencia: Su condición de caudillo de los
Mariches le obligaba a defender ante todo el territorio próximo a sus extensos
dominios. Además el cuartel general establecido por los conquistadores en la
que será la capital de Venezuela, resultaba un aliciente muy apetecible. De
allí que lo mejor de los esfuerzos de los grupos de tribus esparcidas en los
valles y montañas adyacentes a la nueva villa convergieran constantemente en un
común anhelo: La destrucción de tan firme baluarte de los conquistadores. Pero
en esa conquista, los mejores y briosos caciques habían fracasado de modo
lamentable. Conopoima y Yoraco lograron acercarse al perímetro de la ciudad,
pero nunca pudieron trasponer las defensas hispánicas.
Fuertes contingentes llegados de la península y
de las Antillas menores, dificultaban más la fortuna de cualquier nueva
intentona. Aún así, Tamanaco no perdía la esperanza de realizar la proeza de la
ocupación de la Villa. Juzgaba, quizás equivocado, que con un contingente de
fuerzas bien organizadas y convenientemente dirigidas, podría intentarse con
probabilidades de éxito el control de Caracas. Puso empeño y fe en adiestrar los
compactos grupos de las tribus más optimistas. Le acompañaron los Arbacos, Los
Teques y su ejército Mariche.
Tamanaco puso cuidado en la compactación de sus
unidades guerreras. La vanguardia para los Mariches, que conocían el terreno,
los demás se distribuirían en amplias alas con un punto de encuentro prefijado.
El contingente era numeroso.
En cuanto a los Encomenderos (conquistadores),
que tenían noticias del plan de Tamanaco se aprestaba igualmente para la lucha
y la defensa. Gardias y retenes permanentes no descasaban en la vigilancia... La
voz de alarma retumba en el campamento: Los indios que se acercan por el este,
vienen en son de guerra...
En las orillas frondosas y espesas del Río Guaire se
dejo sentir la batalla. Muy duro resulto el encuentro. La superioridad de las
armas hispanas no lograba sobrepasar la superioridad numérica de los indios.
Desde las montañas seguían llegando indios de refuerzos. Y aunque la balanza no
se inclinaba a ningún lado, los españoles cedieron terreno frente a la pujanza
de Tamanaco.
Pero, casualidad o coincidencia, un núcleo de
caballería venido de occidente, se encontró por sorpresa en la sangrienta
batalla. La carga por la retaguardia india no se hizo esperar. Inútil fue que Tamanaco
pretendiera salvar la moral india, al encontrarse ésta con un factor que no
entraba en sus cálculos...Solo, Tamanaco conservó con un grupo de valientes su
puesto. Erguido, altivo, cubierto de heridas, esperaba a sus carceleros.
Hecho preso y maniatado. Garci-González no lo
ejecuta enseguida. Lo condena a algo peor. Luchar contra un perro de presa
amaestrado para la misma, sin armas.
El jefe indio acepta el combate. Se improvisa un
circo en miniatura. La ciudad se engalana para una fiesta inesperada. Tamanaco
ratifica la firmeza de su espíritu con estas palabras: El perro morirá en mis
manos y así sabrán los hombres crueles de todo lo que es capaz Tamanaco. Vano
alarde del caudillo. Estéril resultó la decisión y la habilidad desplegada por
el indio...Cayó destrozado por la ferocidad ejercida por el animal...
La denuencia demostrada por el caudillo, nunca
fue olvidada...Su nombre se convirtió en grito de guerra...
Hasta aquí puedo contar.
Las imágenes son de
la red
Publicado por: Manuel
López Paz
En su blog de
historia “Ambos lados del Atlántico”.
“Por una conciencia Socialista,
dejémonos de guardar silencio”
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