jueves, 3 de octubre de 2013

El Cacique Tamanaco



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición

Tamanaco
  

Tamanaco actuó siempre en los alrededores de Caracas. Era comprensible tal preferencia: Su condición de caudillo de los Mariches le obligaba a defender ante todo el territorio próximo a sus extensos dominios. Además el cuartel general establecido por los conquistadores en la que será la capital de Venezuela, resultaba un aliciente muy apetecible. De allí que lo mejor de los esfuerzos de los grupos de tribus esparcidas en los valles y montañas adyacentes a la nueva villa convergieran constantemente en un común anhelo: La destrucción de tan firme baluarte de los conquistadores. Pero en esa conquista, los mejores y briosos caciques habían fracasado de modo lamentable. Conopoima y Yoraco lograron acercarse al perímetro de la ciudad, pero nunca pudieron trasponer las defensas hispánicas.

Fuertes contingentes llegados de la península y de las Antillas menores, dificultaban más la fortuna de cualquier nueva intentona. Aún así, Tamanaco no perdía la esperanza de realizar la proeza de la ocupación de la Villa. Juzgaba, quizás equivocado, que con un contingente de fuerzas bien organizadas y convenientemente dirigidas, podría intentarse con probabilidades de éxito el control de Caracas. Puso empeño y fe en adiestrar los compactos grupos de las tribus más optimistas. Le acompañaron los Arbacos, Los Teques y su ejército Mariche.

Tamanaco puso cuidado en la compactación de sus unidades guerreras. La vanguardia para los Mariches, que conocían el terreno, los demás se distribuirían en amplias alas con un punto de encuentro prefijado. El contingente era numeroso.

En cuanto a los Encomenderos (conquistadores), que tenían noticias del plan de Tamanaco se aprestaba igualmente para la lucha y la defensa. Gardias y retenes permanentes no descasaban en la vigilancia... La voz de alarma retumba en el campamento: Los indios que se acercan por el este, vienen en son de guerra...

En las orillas frondosas y espesas del Río Guaire se dejo sentir la batalla. Muy duro resulto el encuentro. La superioridad de las armas hispanas no lograba sobrepasar la superioridad numérica de los indios. Desde las montañas seguían llegando indios de refuerzos. Y aunque la balanza no se inclinaba a ningún lado, los españoles cedieron terreno frente a la pujanza de Tamanaco.


Pero, casualidad o coincidencia, un núcleo de caballería venido de occidente, se encontró por sorpresa en la sangrienta batalla. La carga por la retaguardia india no se hizo esperar. Inútil fue que Tamanaco pretendiera salvar la moral india, al encontrarse ésta con un factor que no entraba en sus cálculos...Solo, Tamanaco conservó con un grupo de valientes su puesto. Erguido, altivo, cubierto de heridas, esperaba a sus carceleros.

Hecho preso y maniatado. Garci-González no lo ejecuta enseguida. Lo condena a algo peor. Luchar contra un perro de presa amaestrado para la misma, sin armas.


El jefe indio acepta el combate. Se improvisa un circo en miniatura. La ciudad se engalana para una fiesta inesperada. Tamanaco ratifica la firmeza de su espíritu con estas palabras: El perro morirá en mis manos y así sabrán los hombres crueles de todo lo que es capaz Tamanaco. Vano alarde del caudillo. Estéril resultó la decisión y la habilidad desplegada por el indio...Cayó destrozado por la ferocidad ejercida por el animal...

La denuencia demostrada por el caudillo, nunca fue olvidada...Su nombre se convirtió en grito de guerra... 

Hasta aquí puedo contar.

Las imágenes son de la red

Publicado por: Manuel López Paz
En su blog de historia “Ambos lados del Atlántico”.  

“Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”


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