viernes, 28 de septiembre de 2012

La Coordinadora Simón Bolívar



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

 La Coordinadora Cultural Simón Bolívar


 Nacimiento de la Coordinadora Cultural Simón Bolívar
en la Parroquia 23 de Enero.

Historia de la Parroquia 23 de Enero

            Situada en Caracas, la parroquia 23 de Enero se ha convertido con el transcurrir de los años en un referente obligatorio de resistencia popular y lucha social. La Parroquia 23 de Enero antes de parroquia fue una urbanización mandada a construir por el dictador Marcos Pérez Jiménez, a finales de la década de los 50, y cuyo nombre era “2 de Diciembre”, fecha en la cual el dictador solía inaugurar sus grandes obras arquitectónicas.

El terreno destinado a esta urbanización estaba habitado por las primeras barriadas caraqueñas de escasos recursos, y su gente provenía mayoritariamente del interior del país, en búsqueda del desarrollo de la Capital. Para la Construcción de esta urbanización el régimen ordenó el desalojo de todas estas personas de manera violenta. Con el terreno ya desocupado, en la Urbanización 2 de Diciembre, inspirada en las teorías urbanísticas y arquitectónicas de Le Corbusier, se construyeron 9.176 apartamentos en un total de 38 superbloques (de 150, 300 y 450 apartamentos) de 15 pisos y 42 bloques pequeños, así como 17 jardines de infancia, 8 guarderías, 25 edificios de comercios, 5 escuelas primarias, 2 mercados y 2 centros cívicos para una población aproximada de 60 mil habitantes.

Para el momento en que Pérez Jiménez es derrocado, el 23 de enero de 1958, los apartamentos aún no habían sido vendidos ni adjudicados, con lo cual comenzó la toma de los apartamentos. Más de 4.000 apartamentos fueron invadidos, comenzando así la historia rebelde de esta parroquia, quien adopta el nombre de tan importante gesta popular.

Con el transcurrir del tiempo las áreas verdes existentes se poblaron de nuevas barriadas pobres que pasaron a formar parte del mismo 23 de Enero y se disparó el crecimiento demográfico de esta franja geográfica del centro y oeste de la capital.

Desde el 23 de Enero de 1958, la parroquia en cuestión ha sido conocida en el país por su persistencia en las luchas que sus habitantes han librado en busca de reivindicaciones políticas y sociales, y mejores condiciones de vida. Sin embargo, o tal vez a causa de ese mismo carácter combativo, la parroquia ha sido vista por los distintos gobiernos que se han turnado desde 1958 como una parroquia “subversiva”, "zona roja”, “zona de vagos y maleantes”, etc.

Pero hay otra realidad y es la existencia de una parroquia rica en experiencias de organización comunitaria. Experiencia que ha significado ser embrión y símbolo de conciencia política y que en gran medida ha permitido que muchos de sus habitantes hayan adquirido un tipo de mentalidad crítica frente a los momentos más difíciles de incertidumbre y debacle política y social por la cual ha atravesado nuestro país en la segunda mitad del siglo XX.

La Coordinadora Simón Bolívar en ese contexto

Los antecedentes de la coordinadora se remontan a 1989 cuando “bajaron los cerros” en respuesta a la aplicación del paquete neoliberal del FMI y el entonces presidente Carlos Andrés Pérez mandó al ejército venezolano y a los cuerpos policiales a asesinar al pueblo en la calle. El deseo y la necesidad de luchar contra las injusticias logro que muchos jóvenes inquietos del 23 de Enero se unieran en lo que se llamó “Asamblea por la Vida”. A esa experiencia le siguió años más tarde la creación de la “Brigada de Solidaridad con los Pueblo Antonio José de Sucre”. Es en el año 1993 cuando se crea la Coordinadora Cultural Simón Bolívar, que con el transcurrir de los años sería llamada simplemente Coordinadora Simón Bolívar. Durante todos esos años y hasta 1998, los miembros de la Coordinadora fueron perseguidos políticamente, arrestados cientos de veces, torturados por los cuerpos de seguridad, allanados sus hogares.

La Coordinadora nació ante la necesidad de crear una organización capaz de enfrentar los múltiples problemas que afronta la parroquia, creando a su vez cultura de participación y co gestión en los asuntos públicos.

Como toda barriada popular del oeste caraqueño, el 23 de Enero estaba sumido en el caos y la pobreza. No funcionaban los más elementales servicios públicos como el agua, la luz, la recolección de basura, etc. El servicio de alcantarillado, de tuberías de aguas blancas y servidas estaba colapsado o era inexistente en las zonas más pobres de la parroquia. Los bloques y superbloques eran una demostración de la desidia gubernamental y la desigual distribución de la riqueza. Las escaleras carecían de luz permitiendo con ello condiciones óptimas para la delincuencia. Los bajantes no servían, por lo cual era frecuente ver botar la basura por las ventanas. Los ascensores nunca funcionaban, etc.

Pero quizá el mayor problema lo representaba y aún lo representa la inseguridad, producto del auge, cada vez mayor, de la delincuencia. La delincuencia parece una palabra vacía cuando la escuchamos en los noticieros, pero para un ventitrereño no es así. La delincuencia tiene muchos rostros. Son los muchachos del barrio que se han metido a malhechores, son los muchachos del bloque que venden la droga en la zona, son los niños que se vuelven hombres a punta de pistola para ganarse "el respeto" de los demás jóvenes. Son a veces nuestros vecinos, nuestros primos o hermanos, o... a veces nuestros hijos.

La CSB y el poder local

Desde su fundación la CSB ha trabajado ininterrumpidamente por el fortalecimiento del PODER LOCAL, como forma de desarrollo de la comunidad basado en la autogestión y cogestión tanto de los recursos materiales como humanos, en la consecución de un desarrollo sostenido basado en el protagonismo histórico del pueblo como sujeto social. Es decir, si bien el Estado debe garantizar el bienestar social de su pueblo, mediante la satisfacción de sus necesidades sociales, las comunidades organizadas deben participar activamente en la elaboración de las políticas públicas que les conciernen, tanto para intervenir en la asignación de recursos para las parroquias, como en la justa distribución de éstos para el desarrollo local, y por ende, regional y nacional. Así mismo, deben ser el principal impulso para que realmente vayamos a ese proceso de transformación social.

El trabajo social y comunitario que desarrolla la CSB se enfoca principalmente en las áreas de: a) organización vecinal para la participación real de la comunidad en la solución de los problemas que afronta la parroquia, discutiendo las políticas públicas; b) fortalecimiento de un verdadero liderazgo colectivo; c) participación política crítica y consciente; d) rescate de las tradiciones y expresiones artístico-culturales para el fortalecimiento de la identidad cultural de la parroquia; e) incentivo y organización de actividades deportivas considerando el deporte como parte integral del hombre que además brinda a los jóvenes la oportunidad de acceder a otras alternativas que los alejen de la violencia; f) y por último, “el rescate de los espacios”, que no es más que volvernos a apropiar de los espacios y zonas destinadas originalmente al esparcimiento social, al compartir de los vecinos, a la recreación de los niños, que con el paso de los años y el aumento de la delincuencia se han convertido en sitios para la venta y distribución de drogas, o donde se ubican las bandas juveniles, ocasionando que la gente tenga que refugiarse a tempranas horas en sus casas, temiendo salir a estos espacios y temiendo que sus hijos transiten por ellos.

Todas las áreas de trabajo mencionadas anteriormente, se sustentan en tres pilares fundamentales: el estudio colectivo de las necesidades concretas de la comunidad parroquial del 23 de Enero, la planificación de estrategias a corto, mediano y largo plazo, y la participación vecinal como sujeto social de la acción de transformar.

Juan Contreras
Continuará…

    “Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”




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