“Lo cuentan
las voces de los que se resisten”
Cartas históricas
Carta a los gobernantes de América; de Augusto César
Sandino
El Chipotón, 4 de agosto de 1928
Señores presidentes:
Por
ser los intereses de esos quince pueblos los que más afectados resultarían si
se permite a los yankees hacer de Nicaragua, una colonia del Tío Samuel, me
tomo la facultad de dirigiros la presente, dictada no por hipócritas y falaces
cortesías diplomáticas, sino con la ruda franqueza del soldado.
Los
yankees, por un resto de pudor, quieren disfrazarse con el proyecto de
construcción de un canal interoceánico a través del territorio nicaragüense, lo
que daría por resultado el aislamiento entre las repúblicas indohispanas; los
yankees, que no desperdician oportunidad, se aprovecharían del alejamiento de
nuestros pueblos para hacer una realidad el sueño que en sus escuelas primarias
inculcan a los niños, esto es: que cuando toda la América Latina haya pasado a
ser colonia anglosajona, en el cielo de su bandera tendrá una sola estrella.
Por
quince meses el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, ante
la fría indiferencia de los gobiernos latinoamericanos, y entregado a sus
propios recursos y esfuerzos, ha sabido, con honor y brillantez, enfrentarse a
las terribles bestias rubias y a la caterva de traidores renegados
nicaragüenses que apoyan al invasor en sus siniestros designios.
Durante
este tiempo, señores presidentes, vosotros no habéis correspondido al
cumplimiento de vuestro deber, porque como representantes que sois de pueblos
libres y soberanos, estáis en la obligación de protestar diplomáticamente, o
con las armas que el pueblo os ha confiado, si fuere preciso, ante los crímenes
sin nombre que el gobierno de la Casa Blanca manda, con sangre fría, a consumar
en nuestra desventurada Nicaragua, sin ningún derecho y sin tener más culpa
nuestro país que no querer besar el látigo con que le azota, ni el puño del
yankee que lo abofetea.
¿Acaso
piensan los gobiernos latinoamericanos que los yankees sólo quieren y se
contentarían con la conquista de Nicaragua? ¿Acaso a estos gobiernos se les
habrá olvidado que de veintiuna repúblicas americanas han perdido ya seis su
soberanía? Panamá, Puerto Rico, Cuba, Haití, Santo Domingo y Nicaragua, son las
seis desgraciadas repúblicas que perdieron su independencia y que han pasado a
ser colonia del imperialismo yankee. Los gobiernos de esos seis pueblos no
defienden los intereses colectivos de sus connacionales, porque ellos llegaron
al poder, no por la voluntad popular, sino por imposición del imperialismo, y
de aquí que quienes ascienden a la presidencia, apoyados por los magnates de
Wall Street, defienden los intereses de los banqueros de Norte América. En esos
seis desventurados pueblos hispanoamericanos sólo habrá quedado el recuerdo de
que fueron independientes y la lejana esperanza de conquistar su libertad
mediante el formidable esfuerzo de unos pocos de sus hijos que luchan
infatigablemente por sacar a su patria del oprobio en que los renegados la han
hundido.
La
colonización yankee avanza con rapidez sobre nuestros pueblos, sin encontrar a
su paso murallas erizadas de bayonetas, y así cada uno de nuestros países a
quien llega su turno, es vencido con pocos esfuerzos por el conquistador, ya
que, hasta hoy, cada uno se ha defendido por sí mismo. Si los gobiernos de las naciones que van a la cabeza de la América
Latina estuvieran presididas por un Simón Bolívar, un Benito Juárez o un San
Martín, otro sería nuestro destino; porque ellos sabrían que cuando la América
Central estuviera dominada por los piratas rubios, seguirían en turno México,
Colombia, Venezuela, etcétera.
¿Qué
sería de México si los yankees lograran sus bastardos designios de colonizar
Centro América? El heroico pueblo mexicano nada podría hacer, a pesar de su
virilidad, porque estaría de antemano acogotado por la tenaza del Tío Samuel, y
el apoyo que esperara recibir de las naciones hermanas no podría llegarle por
impedirlo el Canal de Nicaragua y la Base Naval del Golfo de Fonseca; y
quedaría sujeto a luchar con el imperio yankee, aislado de los otros pueblos de
la América Latina y con sus propios recursos, tal como nos está sucediendo a
nosotros ahora.
La
célebre doctrina Carranza expresa que México tiene por su posición geográfica,
que ser -y en realidad lo es- el centinela avanzado del hispanismo de América.
¿Cuál será la opinión del actual gobierno mexicano respecto a la política que
desarrollan los yankees en Centro América? ¿Acaso no habrán comprendido los
gobiernos de Iberoamérica que los yankees se burlan de su prudente política
adoptada en casos como el de Nicaragua? Es verdad que, por el momento el
Brasil, Venezuela y el Perú no tienen problemas de intervención tal como lo
manifestaron en la discusión del derecho de intervención en la Conferencia
Panamericana celebrada en La Habana en el año actual, por medio de sus
representantes; pero si esos gobiernos tuvieran más conciencia de su
responsabilidad histórica no esperarían que la conquista hiciera sus estragos
en su propio suelo, y acudirían a la defensa de un pueblo hermano que lucha con
el valor y la tenacidad que da la desesperación contra un enemigo criminal cien
veces mayor y armado de todos los elementos modernos. Los gobiernos que se
expresan en horas tan trágicas y culminantes de la historia en los términos en
que lo hicieron Brasil, Venezuela, Perú y Cuba, ¿podrán tener mañana autoridad
moral suficiente sobre los demás pueblos hermanos? ¿Tendrán derecho a ser
oídos?
Hoy
es con los pueblos de la América Hispana con quienes hablo. Cuando un gobierno
no corresponde a las aspiraciones de sus connacionales, éstos, que le dieron el
poder, tienen el derecho de hacerse representar por hombres viriles y con ideas
de efectiva democracia, y no por mandones inútiles, faltos de valor moral y de
patriotismo, que avergüenzan el orgullo de una raza.
Somos
noventa millones de hispanoamericanos y sólo debemos pensar en nuestra
unificación y comprender que el imperialismo yankee es el más brutal enemigo
que nos amenaza y el único que está propuesto a terminar por medio de la
conquista con nuestro honor racial y con la libertad de nuestros pueblos.
Los
tiranos no representan a las naciones y a la libertad no se la conquista con
flores.
Por
eso es que, para formar un Frente Único y contener el avance del conquistador
sobre nuestras patrias, debemos principiar por darnos a respetar en nuestra
propia casa y no permitir que déspotas sanguinarios como Juan Vicente Gómez y
degenerados como Leguía, Machado y otros, nos ridiculicen ante el mundo como lo
hicieron en la pantomima de La Habana.
Los
hombres dignos de la América Latina debemos imitar a Bolívar, Hidalgo, San
Martín, y a los niños mexicanos que el 13 de setiembre de 1847 cayeron
acribillados por las balas yankees en Chapultepec, y sucumbieron en defensa de
la Patria y de la Raza, antes que aceptar sumisos una vida llena de oprobio y
de vergüenza en que nos quiere sumir el imperialismo yankee.
PATRIA Y LIBERTAD
Augusto C. Sandino.
“Por una conciencia Socialista, dejémonos
de guardar silencio”
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