lunes, 5 de noviembre de 2012

MÍ ENCUENTRO CON EL SAMÁN DE GUERE



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición

MÍ ENCUENTRO CON EL SAMÁN DE GUERE

           
          Una noche en que deambulaba por estas tierras del Estado Aragua (16/08/2012), la noche estaba oscura y extraña; específicamente, me encontraba en el municipio Santiago Mariño, al final de la carretera “el Macaro”, sin darme cuenta me topé de golpe con el Samán de Güere, hoy es un viejo tronco petrificado, siempre solitario…. la noche estaba negra, no había salido aun la resplandeciente luna que iluminara lo que queda del viejo árbol, que a pesar de todo todavía luce imponente.

Me tendí a sus pies y me recosté en su tronco; por un largo tiempo me quedé en silencio taciturno. De repente reflexioné. ¿Qué fuerza natural o embrujo hizo que mi mente se quedara en blanco?, ¿estoy despierto o aun duermo?, ¿será que aun éste antiguo Dios ARAWAK conserva sus poderes?

En el sector se respiraba y sentía una tensa calma, no me dio desconfianza, no me infundio temor, pero si estaba preocupado, ¡caramba, no es fácil estar al lado de alguien tan viejo, que a pesar de no haber vagado por el mundo, está cargado de tanta historia, y además, está lleno de esperanzas! Su imponente presencia me indujo a hablarle.

Dice la leyenda que naciste de la costilla de un sabio arawak llamado “SHAMASH” que en lengua antigua significa Hombre-Dios-Medicina; esta trilogía profética se cumple en el tiempo y a la perfección, porque primero fuiste hombre (sabio) guiando y defendiendo a tu pueblo, luego al fallecer el hombre, brotaste de una de sus costillas en forma de planta, y te honraron con poderes místicos, convirtiéndote en Dios, cuidando y protegiendo a tu pueblo por siglos hasta la llegada de los sanguinarios españoles, quienes a fuerza del horror y del asesinato imponen a su Dios, pero tú no te hiciste a un lado, y seguiste protegiendo a tu pueblo ahora con poderes medicinales, y es así como te han empleado como calmante de dolores de cabeza, musculares, diarreas, abortos, etc., incluso como bebida refrescante parecida a la limonada.

Hoy te encuentras solo, abandonado, apenas te visitan los indigentes en la noche, y no es precisamente para hacerte pedidos o darte alabanzas, más bien te utilizan como escondrijo y baño público, ignorando tu presencia, utilizando el espacio que en 1933 el entonces Presidente de Venezuela “General Juan Vicente Gómez” construyó, rodeándote entre cañones fusiles y bayonetas, ¿para protegerte o para apresarte?, ¿Cuánto habrás sufrido o disfrutado?, ¿todavía estas vivo o ya habrás sucumbido? 

El 20 de septiembre del año 2000, la noche era lluviosa y extraña, como esta, dicen que un rayo te tiró al suelo y te hizo pedazos, mucha gente corrió a tomar los trozos para adorarlos en altares personales, pero un buen hombre “William Mercay” impuso su idea por encima del colectivo, y después de tantos altos y bajos lograron restaurarte a lo que eres hoy, pero solo rescataron tu imagen, porque tu fe, significado, misticidad, creencia, por solo decir algo, aún permanecen en el suelo, ¿Será que algún día germinaran?, y éste nuevo pueblo te dará el sitial que en otrora tuviste.   
        
Estaba seguro de no recibir respuesta alguna, por lo que quise retirarme del sector; de pronto un frio intenso me congeló los huesos, el viento comenzó a soplar con fuerza, la hojarasca me rodeó e impidió mi retirada, oí murmullos, no entendía que pasaba, veía a mi alrededor y no divisaba a nadie, me asusté, temblé por causa del frio y del miedo, seguía inmóvil, pero me di animo y presté atención al murmullo hasta ubicarlo. Mi sorpresa fue mayor, fue increíble, el Samán de Güere me susurraba; en segundos me vino a la mente la imagen de Simón Bolívar en el Chimborazo, ¡Dios mío no puede ser, será posible que un simple mortal como yo, sea capaz de correr la misma suerte de nuestro padre el “Libertador”!. ¡Debo estar dormido todavía!, ¡estoy alucinando por el frio y el miedo! ¿Qué pasa?    

S. G. - “No temas hijo, tranquilízate, ya se te pasará el frio, me has despertado con tu angustia, y más bien te doy las gracias por ello; hace tiempo que quería conversar con alguien. Como tú dices por aquí no viene nadie a hacerme compañía, solo algunos, que de vez en cuando entran en estas ruinas, hacen su petición o simplemente me observan y luego se marchan, otros solo me recuerdan en días festivos maquillan un poco el área y nada mas referencian que bajo mi fronda descansó Simón Bolívar, sin entender ni hacer entender que mi historia va mas allá de ese suceso. Ah, y aquellos, que tu llamas indigentes, son personas desvalidas que yo atraigo hasta aquí, para brindarles protección por las noches, y no es, que esto sea un baño público, es parte de la función natural de todo ser humano, por lo tanto hijo, mientras yo pueda servir para sanar las penas de mi pueblo, lo haré desde cualquier punto de vista…”.      

Ya no tenía frio ni miedo, solo escuchaba en silencio, en aquel ambiente encantado en donde la noche comenzaba a darle paso al amanecer.

S. G. - “¡Ay! Hijo, tengo tantas cosas que decirte, tantas alegrías y penas que contarte; voy a comenzar por la trilogía profética Hombre-Dios-Medicina que mencionaste, la cual sí se cumplió en el tiempo y a la perfección. Nací hace miles de años, tantos que ya perdí la cuenta, mi padre es el astro Rey, su nombre es SHAMASH, mi misión con el pueblo ARAWAK fue la de instaurar la justicia y la ley. Como hombre lo logré, fui guía espiritual, guerrero, jefe, consejero, hechicero, etc., yo fui la conexión entre el pueblo y mi padre, es decir entre lo terrenal y lo divino, a mí, también me llamaron SHAMASH. Por muchos años mi pueblo fue un pueblo feliz y hacendoso; hasta que aparecieron los Caribes, gente indómita, acostumbrada a guerrear, dispuestas a tomar nuestras tierras y a nuestras mujeres, batallamos por mucho tiempo, días y noches de mucha violencia, hasta la noche en que destruyeron mi altar de adoración, en ese momento la conexión divina entre mi padre y yo se rompió y fui alcanzado por una lanza que medió muerte…”.

La noche ya no estaba tan oscura, más bien reinaba en el ambiente un color celeste, la hojarasca aun me rodeaba, como envolviéndome en suave abrazo que me enamoraba y me atrapaba para seguir escuchando la voz enigmática del samán de Güere.

S. G. - “Los Caribes pretendieron mostrarme como trofeo de guerra, mi padre se los impidió al hacerme desaparecer ante sus ojos; en ese momento ellos entendieron de cuál era mi misión en la tierra, por lo que a partir de entonces comenzaron a utilizar mi nombre “Shamash” pero con acentuada deformación por el uso de su lengua Caribe “Chaman” como titulo supremo. Solo otorgándolo al hombre de más alto valor y de comprobada experiencia, capaz de guiar y proteger a su pueblo por mucho tiempo. Al séptimo día pero en horas de la noche cuando el pueblo dormía, mi padre colocó mi cuerpo putrefacto en el mismo sitio en donde días antes había caído muerto, ese lugar es éste que hoy tú pisas y que en otrora fuera considerado tierra sagrada; en la herida que tenía mi cuerpo, mi corazón brotaba, convertido en arbusto, era yo, que resurgía nuevamente, ahora en otra faceta, con una nueva misión. El nuevo pueblo me honró, adorándome y otorgándome poderes místicos, aceptándome como su Dios…”.           

Yo permanecía en silencio, seguía conmovido, con cada palabra que escuchaba, a veces se me hacia un nudo en la garganta y a la vez me decía a mí mismo, no puedo creerlo todavía ¡un dios aborigen me está hablando!

S. G. - “Por varios siglos todo permaneció en relativa calma, mi pueblo me admiraba y respetaba, bajo mi follaje parían todas las mujeres, para que sus hijos recibieran la gracia divina de mi  bendición, fui testigo y bendije el acuerdo de paz entre dos grandes Caciques como Maracay y Guaycaypuro, el primero más viejo que el segundo, ambos se peleaban las extensiones de su territorialidad; allí donde hoy ves casas levantadas estaban 13 piedras redondas, colocadas en perfecta ubicación circular y detrás de cada piedra una planta de araugua hoy conocida como chaguaramo. Mi pueblo era muy feliz, ya que en él se cumplían las leyes y reinaba la justicia. Hasta el día en que comenzaron a llegar gente extraña, provenían de tierras muy lejanas, sus trajes eran de metal, en sus caras tenían cabellos, trajeron cónsigo muchos animales raros, y mucha contaminación con la que enfermaron y murieron muchos nativos nuestros, sus costumbres alimenticias y creencias eran otras, su forma de hablar era distinta, eran codiciosos y malos. Eso sucedió a partir del 4 de agosto de 1498, a su jefe, creo que lo llamaba Cristóbal Colón, quien tuvo el atrevimiento de llamar a estas tierras “Tierra de Gracia”, semejante burla, porque desde su llegada esto se convirtió en tierra de desgracia…”.

Me sorprendía el dolor con que me hablaba el Samán de Güere, haciéndome sentir ese sufrimiento que él llevaba por dentro desde hace siglos. Percibí que lloraba y sufría al recodar aquello.

S. G. - “A fuerza del horror y del asesinato lograron imponer a su Dios e hicieron que el pueblo se fuera olvidando de mi. En su afán por adueñarse de estas tierras y de imponer su cultura sacrificaron a cientos de nativos entre hombres, mujeres y niños amarrándolos a mi tronco para luego fusilarlos, muchos fueron decapitados en las 13 piedras redondas y a otros los colgaron de mis ramas hasta perder la vida. Esas pobres almas permanecieron conmigo por siglos, acompañando mi pena y llorando todas las noches, hasta que mi extensa fronda ya vieja y debilitada por el tiempo, comenzó a desvanecerse, llevándose a cada alma que triste me acompañaba…”.      

Al escuchar esto mi corazón sintió gran pena y a la vez impotencia e indignación, también me sentía triste, ¿cómo pudo ser posible que hayan llegado a estas tierras que no le pertenecían personas tan inhumanas, incapaces de satisfacerse con el saqueo del oro y las perlas?, ¿por qué se empeñaron en destruir una cultura milenaria? 

S. G. - “Yo presencié con dolor como estos nuevos visitantes destruían estas tierras y maltrataban a los nativos; la ley y la justicia desapareció al igual que la fe en mi, mas por temor que por otra cosa, pero no podía dejarlos solos, entonces me apresté a ayudarlos medicinalmente, por lo que puse mis hojas, mis tallos, y todo lo que estaba a mi alcance y alrededor para aliviar el dolor que sufríamos mi pueblo y yo, era apenas el comienzo del siglo XVI. Antes me visitaban para recibir mis bendiciones, familias como los Araguas, Tacarigua, Guayamanes, Guaios, Guanicas, Mucarias, Guaicaras, Meregotes, Araucas, Guayamures, Jiraharas, Caribes, y Ajaguas además de otras que ya por el tiempo he olvidado. Desde la llegada del hombre blanco mi pueblo no volvió a visitarme, tenían que defender sus tierras, su cultura, su fe; no solo contra los hombres pálidos y perversos, sino además contra otros que estos traían también de tierras lejanas, solo que ellos venían en contra de su voluntad amarrados y tristes, con culturas y costumbres semejantes a la de los nativos, simplemente se diferenciaban por el color de su piel que era muy oscura, y por el lenguaje que utilizaban al hablar…”

Yo seguía inmóvil, la noche retrocedía lentamente y el alba no manifestaba apuros, estaba conmovido, el Dios ARAWAK hablaba con mucho dolor.

S. G. - “Para el siglo siguiente ya había sucedido lo inevitable, se mezclaron todos, los nativos con los negros y con los blancos, surgió un nuevo color de piel menos negra, menos blanca, menos bronceada, adquirieron nuevas formas de vivir y de convivir, pero el blanco siempre fue ambicioso y perverso con el nativo, con el negro y hasta con sus hijos mestizos, en éste siglo los blancos destrozaron nuestra naturaleza en su afán de buscar oro, construyendo minas y forzando a nativos y negros a trabajar en ellas hasta sucumbir por el maltrato y las malas condiciones de las mismas, también murieron muchos nativos, obligados a lanzarse al fondo del mar para sacar perlas de las ostras marinas, y la suerte no fue distinta para los negros esclavizados que se aventuraran a encontrar la libertad…”

Fue impresionante escuchar como el Samán de Güere detallaba cada momento histórico que hacia trasladarme en un viaje mágico, con el que me parecía sufrir igual que él.

S. G. - “El siglo XVIII fue un poco distinto a los anteriores, aunque siempre la discordia y la desobediencia fueron actores principales de esos años; durante ese periodo los blancos fueron atacados por los negros quienes por medio de las armas reclamaron su libertad, los nativos casi todos habían desaparecido por causa de los enfrentamientos con los blancos, las enfermedades y el maltrato, los mestizos se comportaron indiferentes ante los acontecimientos, aspirando a pescar en rio revuelto; fueron tiempos de mucha confusión social. Mi padre el rey SHAMASH, me dio su bendición y me permitió tener un hijo, en el que puse todas mis esperanzas para llamar la atención de las personas, y así poder rescatar la fe y las viejas creencias, pero todo fue en vano, no se fijaron en él y mucho menos en mi, solo un hombre viejo, llamado Hipólito Blanco, tomó a mi hijo, y se lo llevó para Caracas, lo plantó a orillas de una quebrada y le construyó un templo llamado “Santísima Trinidad” hoy “Panteón Nacional”. Mi hijo consagró todo su poder divino, en un joven caraqueño que en 1796, tenía solo 13 años de edad, y quien se reunía con sus maestros bajo la frondosa sombra que mi hijo le brindaba para recibir sus primeras enseñanzas…”

Fue asombroso comprender como el Libertador pudo estar en contacto con dos dioses venezolanos y lo más sorprendente aun, padre e hijo y en sitios distintos, ¡el destino brinda grandes momentos a personas de gran corazón!

 S. G. - “En el período siguiente pensé que todo se calmaría, pero nada más lejos de la realidad, éste siglo comenzó muy confuso y triste, las pugnas por las tierras continuaba, pero ahora era entre los mismos blancos, y peor aún, utilizaban a nativos, negros y mestizos como escuderos para proteger ellos sus vidas. Hasta el día en que un gran hombre llegó a mí por primera vez, cabalgaba con su esposa, corría el año de 1802, él, le hablaba a ella de la nobleza de estas tierras capaces de favorecer a cualquiera que las tratara con fundamento; también le habló de mi, diciéndole que yo fui un Dios antiguo y muy querido por mi pueblo, reconoció ante ella que mi hijo lo cobijó en sus años mozos; ella se veía muy decaída, y él trataba de consolarla hablándole mucho; al año siguiente ella fallecería en Caracas, y mi hijo es fiel testigo del sufrimiento que padecería éste gran hombre, que dos años después exactamente el 15 de agosto de 1805 en tierras lejanas consagraría su vida por la Libertad de esta noble tierra. Apenas habían transcurrido 11 años, cuando nos vemos otra vez; fue el 03 de agosto de 1813, él decidió descansar junto con sus tropas bajo mi resguardo, por lo que yo le brindé mis bendiciones para que se convirtiera en el “Libertador” de todo éste vasto territorio…”

Ahora comprendía mejor la gesta libertaria del padre de la patria; sus encuentros con el Samán de Güere, la simpatía con su hijo en Caracas, el juramento en el monte sacro también considerada montaña sagrada y el mágico Delirio sobre el Chimborazo (Considerada la montaña más alta del Ecuador, por lo que es conocida como el punto más cercano al Sol). Todo se relaciona, qué grande es el destino.       
         
S. G. – “El siglo XIX fue muy intenso, sufrí cada batalla que se libró; vi triunfar a ese gigante, al que todos respetaban, unos por amor otros por temor; solo el “Río Turmero” pudo detenerlo para que él descansara con sus tropas bajo mi espesa fronda y como ya te conté, pude bendecirlo para que se convirtiera en el “Libertador”; luego sufrí mucho al saber que moría lejos de mí y de mi hijo, enfermo, solo, traicionado, y aun lloro su muerte. Entre tantos que me visitaron recuerdo a dos científicos extranjeros, el primero, a principios de siglo, se llamaba Alejandro de Humboldt este noble hombre estaba impresionado con mi apariencia, por lo que me estudió profundamente, haciéndome conocer en otras partes del mundo; Simón Bolívar, decía que Humboldt era el científico del Nuevo Mundo, cuyos estudios han dado a América más que todos los invasores españoles juntos. El otro es Pal Rosti quien vino finalizando el siglo, y a pesar de que seguía los pasos del anterior científico, me impacto mucho el que reconociera en mí al Dios ARAWAK, del que poco a poco todos se están olvidando…”

Fue impresionante éste momento, yo sufría con lo que oía, y también sentía el dolor con que me hablaba el Samán de Güere; no podía ser posible tanta historia, tanta cultura, tanta sabiduría, tantos años. Solo un Dios mitológico tiene tanto, y nosotros no hemos sido capaces de apreciar todo eso.

 S. G. – “Es importante que sepas, que en el siglo XX hubo un hombre que también reflexionó mucho en este lugar, me visitó consecuentemente, me habló en voz alta, en voz baja, me miró fijamente, me tocó, en fin se comunicó conmigo de todas las formas posibles, pero yo nunca le hablé a él como te estoy hablando a ti, ese hombre fue el General Juan Vicente Gómez, quien desde principios de siglo siempre me hizo peticiones, para que lo ayude a apaciguar al país; lo ayudé sin que él lo supiera, llevó las riendas de éste país por mucho tiempo, más de 30 años, prácticamente desde principios de siglo, primero como encargado y luego como titular de la presidencia. Casualmente éste hombre nace y muere en las mismas fechas en que nace y muere el “Libertador” 24 de Julio y 17 de Diciembre, y al igual que a “él”, también lo respetaron mucho, unos por amor y otros por temor, así mismo el mes de Abril fecha insigne de éste noble pueblo venezolano también envuelve a éste personaje de la historia un siglo después, y por si fuera poco en 1813 vi llegar a estas tierras a Simón Bolívar; y a partir de 1913, luego de cien años, el presidente Gómez se instaló en estas tierras y ubicó aquí la sede de la Presidencia de la República y de la Comandancia del Ejército. Él, ha sido el único que me ha venerado espontáneamente, siempre me confesó sus intimidades y en 1933 me decretó como Monumento Histórico Nacional, construyó un arco para enaltecerme, lo que nunca he entendido porque me encerró entre 419 fusiles, con sus respectivas bayonetas y 5 cañones colocados cardinalmente…”     

Una vez más el Glorioso Samán de Güere es víctima del sufrimiento ¿Por qué el General Gómez lo encerró entre tanto armamento? ¿A que le temía?

S. G. – “Finalizando éste siglo se acercaron a mí cuatro jóvenes militares, Hugo Rafael Chávez Frías, Felipe Antonio Acosta Carlez, Jesús Urdaneta Hernández y Raúl Isaías Baduel, conversaron mucho entre ellos, hablaron de la historia antigua de éste país, me reconocieron como el Dios de los ARAWAK, elogiaron esa cultura ancestral, criticaron la crueldad de los invasores españoles, también resaltaron la gesta libertaria de Simón Bolívar y sus próceres independentistas; así estuvieron discurriendo al mí alrededor por largo rato, discutieron del pasado, del entonces presente y del hoy futuro, fue interesante presenciar ese momento, eso sucedió el 17 de Diciembre de 1982, y después de una intensa tertulia decidieron finalizar con un magnífico juramento que hicieron en frente de mi “Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor que no daré tranquilidad a mi alma ni descanso a mi brazo hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos. Elección popular, tierras y hombres libres, horror a la oligarquía”. Te das cuenta, todo gira alrededor del “Libertador”, la fecha en que hicieron el juramento y el juramento mismo, parecido al que hizo Simón Bolívar el 15 de agosto de 1805, en el Monte Sacro, colina romana también conocida como el solemne templo de la naturaleza. Ese fue un momento muy esplendoroso; pero entre los mortales nada es perfecto y finalizando el siglo se verían envueltos en sucesos de insurrección cívicos militares en donde fallecería uno de ellos…”

El Samán de Güere se refería a Felipe Antonio Acosta Carlez, quien fue herido mortalmente de bala el 28 de febrero de 1989, en los disturbios del Caracazo, hecho sucedido en la Parroquia “El Valle de Caracas”.

S. G. – “De éste siglo XXI no te tengo que hablar tu lo conoces, tu lo estas presenciando, solo te pido que divulgues éste encuentro, que le hagas saber a todos que aun existo, que así como cobijo a todos lo que de alguna manera se refugian en mi rededor, también quiero ayudar a todo aquel que tenga un problema o una necesidad, y como llegó a decirlo Hirimay, mientras existan personas que me lleven en sus almas, yo no moriré, nunca moriré…”         

El Samán de Güere ya no me habló más, el viento dejó de soplar, la hojarasca se disipó, y pude ver la claridad del día, pude ver todo a mi alrededor, la gente, los carros, las casas, todo; fue un momento mágico, divino. ¡Dios mío como pudo ser posible, que un simple mortal como yo, haya sido premiado con tanta bendición!   



Rómulo Pérez
02/11 /2012
“Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”

1 comentario:

  1. Gracias por considerarme un buen hombre en tu reflexión, eso dignifica mi alma, a comprender que los que pensamos de esta manera aunque seamos pocos en el mundo, existimos.

    Fue una sorpresa encontrar tu escrito.

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