“Lo cuentan las voces
de los que se resisten”
Escritos históricos
Carta
de Antonio José de Sucre a Carlos Soublette
"LA
SEÑAL DE UN PUEBLO RECONOCIDO"
Carta extraída del libro "Documentos
Selectos"
Antonio José de Sucre
"El vencedor de
Ayacucho, la batalla que puso fin a la dominación española en Hispanoamérica,
fue, desde luego, un talentoso militar y estratega a quien interesó, tanto como
la guerra, alcanzar la paz con el enemigo y reorganizar los contingentes antes
y después de los combates. De ahí la puntillosa participación de Antonio José
de Sucre (1795-1830) en las entrevistas, negociaciones y acuerdos que llevaron
a la paz o hicieron más humanos los combates, en las providencias para impedir
los abusos de las tropas, en las fatigosas tareas de intendencia, que le
resultaban un suplicio. Fue además un ejemplar hombre de estado en Bolivia,
Ecuador y Perú como en toda la Gran Colombia... "
"LA SEÑAL DE UN PUEBLO RECONOCIDO"
Chuquisaca, a 12 de diciembre de 1825
Señor general Carlos Soublette.
Mí querido Carlos:
Después de mucho tiempo que no recibía letra
tuya me ha llegado hoy una carta del 21 de agosto, que contesta a la que te
escribí en Potosí el 9 de abril: supondrás cuánto placer he tenido, si
recuerdas que siempre te he querido como hermano. A pesar de tu silencio nunca
he dejado de escribirte, y creo que frecuentemente habrás recibido noticias de
mí. Te agradezco la felicitación que me haces por el término de la campaña;
ciertamente ella ha sido gloriosa, y me place más por el honor de Colombia que
por el mío mismo. Tú conoces que soy ingenuo, y verás que te hablo con verdad.
Hace cerca de dos meses que teníamos noticia de
la llegada de tropas a La Habana, pero hasta ahora nos hallamos en la misma
incertidumbre que Vds. en agosto. El Libertador ha mandado poner los cuerpos en
todo el tren de campaña como avisé de oficio desde Potosí y ha resuelto mandar
la división de Lara en marzo o abril que llevará tres mil hombres; puedes
contar que esta división que tiene tres batallones y dos escuadrones, es
magnífica y propiamente veterana; pero para conservarla es menester que
procuren acantonarla en un temperamento algo frío, porque si no, deben contar
con un hospital en lugar de un cuerpo.
En tu carta del 21 de agosto me hablas de que el
gobierno necesitaba dos batallones y un escuadrón de este ejército y
casualmente en este mismo tiempo estaban marchando de La Paz para embarcarse en
Panamá el Batallón Junín con mil cuatrocientas plazas y el Cuarto Escuadrón de
Granaderos con doscientas. El Batallón de Callao con ochocientas plazas debe
estar ya embarcándose o para embarcarse también para Panamá, de manera que
anticipadamente estaba satisfecha la prevención del gobierno, con la remisión
de 2.400 hombres. El Batallón de Junín es absolutamente preciso ponerlo en
tierra fría; el del Callao puede quedarse en la costa porque está aclimatado.
Marchando la División Lora con tres mil hombres
y los dos mil cuatrocientos que han ido, sólo quedan en el Perú de nuestro
ejército tres mil infantes largos y cuatrocientos caballos de la División
Córdova y mil doscientos hombres con Salom. Creo que pueden Vds. disponer
libremente de dos mil hombres de esta fuerza, si acceden a que dos mil hombres
colombianos queden en esta República Boliviana y dos batallones que parece
quiere el gobierno del Perú en Lima por algún tiempo. Esto se entiende si está
tranquila Colombia, porque si hay guerra y no nos dan parte en la defensa de
nuestra patria, hasta maldeciremos a nuestro gobierno.
El día 6 hemos celebrado aquí el primer
aniversario de Ayacucho con una magnífica fiesta; el Libertador estuvo muy
contento. El Libertador me presentó ese día públicamente una espada que me
envió de regalo la municipalidad de Lima que tiene un valor infinito por ser un
presente en nombre de la capital del Perú; ella en sí misma vale seis mil pesos
y está muy bien trabajada; y hecha toda, toda en el país. El general Santa Cruz
me presentó la medalla de honor que me decretó el congreso del Alto Perú el 11
de julio; pero no puedo usarla sin consentimiento de nuestro gobierno. Aprecio
esta medalla por ser única y la señal de un pueblo reconocido, porque realmente
el Alto Perú me ha mostrado amistad; también esta medalla por su trabajo es
buena, les ha costado a estos señores unos seis mil pesos. Te doy estas
noticias, porque siendo mi amigo te alegrarás de cuanto sea en honor mío.
Me dices que piensas renunciar el ministerio de
guerra, por cansado, pero no creo que debas hacerlo porque así estamos todos y
sufrimos; yo soy un hombre enfermizo y creo que para siempre. Antes me veías
tan escribidor y ahora muy rara vez tomo la pluma por causa de mi enfermedad
del pecho. Pocos meses ha que también me sentí de una ingle, de manera que a
decirle verdad, valgo tanto como una vieja maraca.
Según tu carta, tu familia va en mucho aumento y
tienes chicos de todas las capitales de los departamentos, completando uno en
la de la república. Haz mil cariños a tu familia; o Olalla que siempre es mi
amiga querida; cuando escribas a Belén, Isabel, Sólita y Concha, diles que a
inmensas distancias siempre las recuerdo con placer.
Sabes que siempre te ama de corazón,
Tu amigo y compañero,
ANTONIO
Por una conciencia
Socialista, dejémonos de guardar silencio”
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